🖌️ Capítulo 3 🖌️

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Después de sacar a Boky a correr, le pregunté a mi abuelo sobre alguna tienda donde pudiera encontrar todo lo que necesitaba para la escuela. Al ver un brillo en sus ojos, me di cuenta de que tal vez debí haber hablado de arte mucho antes con él.

Mi abuelo se ofreció a llevarme y no le dije que no, pero en el proceso se nos unieron Leo y Ren, quienes llegaron a la casa sin previo aviso. Había una complicidad entre los tres de la cual me alegré, porque eso quería decir que en realidad estos años no había estado completamente solo.

Al llegar a la tienda fui la primera que se separó, recorrí los pasillos con una gran ilusión. Había una infinidad de lienzos, botes de pintura de todos los tamaños, pinceles, colores, libretas, incluso había esculturas hechas con los productos para poder ver cómo era el acabado final.

Sin que me diera cuenta, logré llenar un carro de compra. Habían más cosas de las que necesitaba, pero no pude contenerme. La única parte buena era que mi padre era quien pagaría por todo esto.

Después del divorcio y de que decidiera ir con mi mamá, ella puso una cláusula de que él debía seguir ayudando con los gastos económicos al menos hasta que acabara la universidad. Ahora tengo una tarjeta en donde mes con mes mi padre deposita el dinero, creo que esa es la única parte que me queda de él, porque ni siquiera se ha dignado en llamarme y los mensajes esporádicos que le mando casi siempre los contesta con monosílabos o frases cortas.

Estoy enojada con él por lo que hizo, pero eso no lo exime de ser mi padre. Veo que pensamos diferente.

Solté un largo suspiro y sentí cómo la alegría que había en mí por comprar sin parar fue disminuyendo. Recorrí los pasillos en busca de mi abuelo y los chicos. Sonreí cuando vi que estaban dibujando con plumones en la zona de muestras.

De alguna forma, Leo acabó con un bigote, Ren con una uniceja y mi abuelo con un lunar unos centímetros por debajo del ojo derecho.

—Si que saben divertirse —comenté apenas estuve a unos pasos de ellos, traté de evitar reírme, pero al ver la confusión en los tres no logré mi cometido. Al parecer llevaban tanto tiempo con esos trazos en la cara que ya no se acordaban de que los tenían.

Aproveché para tomar una foto y la envié al grupo donde ellos me habían metido antes de mostrársela para que no pudieran eliminarla.

De inmediato, ellos con saliva borraron lo que habían hecho; por fortuna, los plumones que habían usado eran a base de agua y solo les quedaron algunos restos del color, aunque a quien más se le notaba era a Leo.

—¿Encontraste todo lo que querías? —preguntó mi abuelo distrayéndome de lo que Ren estaba ocultando detrás de su espalda.

—Sí, solo me falta pagar.

—Entonces, ve, en unos minutos estaremos contigo.

—Está bien.

Empecé a empujar el carrito, pero no los dejé de ver y ellos solo sonrían falsamente, ocultando con su cuerpo las hojas donde habían pintado.

Negué con mi cabeza y recorrí los últimos pasillos hasta la caja. Fui colocando los productos en la banda y en el momento en que terminé, los tres hicieron su gran aparición. ¿Quién sabe qué estaban tramando?

Me ayudaron con las bolsas y mi abuelo con los lienzos y la lata de gesso. Al final la cajuela de la camioneta no fue suficiente y algunas cosas tuvimos que llevarlas en la parte de enfrente. Con cuidado bajé la puerta del maletero para no dañar nada en el proceso, pero en cuanto escuché que se cerraba, también aparecieron Abby y Thiago.

Me recargue en el auto para ver la escena que estaba suscitando en medio de la calle. Abby estaba enojada y le reclamaba a Thiago.

—¿Y qué querías que hiciera? —preguntó Thiago desesperado.

🚫 No me conoces 🚫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora