🎬 Capítulo 17 🎬

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Abigaíl Rossi

Después de revisar que el equipo de grabación estuviera acorde a nuestra narrativa, subí las escaleras del auditorio hasta llegar a lo alto. Desde ahí pude observar cada una de las acciones que hacía mi equipo. Cada uno de nosotros tenía una tarea en específico; preparar a nuestro actor principal, acomodar a los extras, ajustar la iluminación y el sonido.

Parecía que todo era un caos con tantos gritos y personas yendo de un lado a otro, pero todo tenía una razón de ser.

La primera en acabar fue la encargada de retocar el maquillaje; necesitábamos evitar que la piel del chico brille y nos arruine la toma. Los extras eran pocos, apenas si conseguimos los suficientes para recrear a un grupo de estudiantes, pero el tiempo estaba en nuestra contra; teníamos que regresar todo el equipo que nos prestó la universidad antes de que cierre el edificio y que los vigilantes nos corran.

—Veo que sigues ocupada.

Casi de inmediato una sonrisa apareció en mi rostro por escucharla a mi lado.

—No pensé que vendrías.

—Salí temprano y no quería perderme la oportunidad de ver cómo se forma una gran directora.

—¿Me estas alagando, Ferrer?

—No, ves a esa chica de allá. —Señalo a un grupo de personas que estaban sentadas; la gran mayoría eran mujeres, pero ninguna era integrante de mi equipo. Ni siquiera sabía si estudiaban lo mismo que yo—. Tengo fe de que será una gran directora.

Ambas reímos porque fue una tontería lo que había dicho. Mientras parábamos de reír, me tomé un momento para observarla con detenimiento. Debajo de sus ojos habían señales de que no había dormido bien. Por impulso, coloqué mis dedos en su barbilla e hice que me mirara; en sus rasgos se notaba el cansancio.

—¿Qu-qué haces? —tartamudeó y esas singulares pecas se empezaron a perder por lo roja que se puso.

Al inicio sabía porque lo hacía; estaba preocupada por ella, pero ahora que estábamos tan cerca, había algo que no me dejaba apartarme de Mara. Mi mirada se desvío a esos labios rosas que se movían con nerviosismos sin reproducir ningún sonido.

—¡Todo está listo para grabar!

Sin quererlo me tuve que separar de ella. Mire al frente donde mi compañero ya estaba dando las últimas indicaciones.

—Quédate en las últimas butacas y duerme un poco. —Ella asintió ante lo que le estaba diciendo, camine hacia las escaleras y mientras las bajaba la observe de reojo, notando la decepción en su rostro.

Quise ir a preguntarle qué le pasaba, pero ya no podía posponer la grabación de este cortometraje o tendríamos que buscar otra locación.

Tomé el guion que habíamos hecho y me coloqué detrás del chico que manejaría la cámara. Se hizo un acercamiento a nuestro actor mientras se escuchaba la voz de una compañera simulando una clase.

La narrativa iba de un chico que había perdido a un familiar cercano, y como nadie notaba lo adolorido que uno puede estar. Debía sufrir en silencio porque el mundo no paraba y era como si no importara la existencia de las personas.

Nadie sabe lo que significa lo que es una pérdida hasta que lo vive en carne propia y esa lástima que se plasma en los ojos de amigos, compañeros y profesores cuando se enteran es más un tormento que un consuelo, porque es el recordatorio de que esa persona se ha ido.

Cuando somos niños, los adultos tratan de suavizar el significado de la muerte, pero cuando crecemos eso ya no es necesario porque sabemos que ese último adiós es para siempre. Lo malo es que no conocemos cómo procesar nuestros propios sentimientos. Hay de todo: negación, ira, negociación, dolor, culpa, tristeza, pero siempre hay una que domina más que otra y puede hundirte.

🚫 No me conoces 🚫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora