🖌️ Capítulo 9 🖌️

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El olor a mantequilla se estaba filtrando por el horno de microondas, las envolturas de las papas terminaban en el bote de basura, las cajas de pizza adornaban la encimera, al igual que varias bebidas.

—Ya me voy, Tami, pórtense bien. —Mi abuelo me señaló primero y después a Leo y a Ren que estaban escogiendo los juegos de mesa.

Me acerqué a él, quien estaba vestido elegantemente con una camisa azul, saco negro y un sombrero del mismo color. Él junto a unos amigos iban a ir a jugar dominó y tal vez terminar accediendo a bailar en la sala contigua donde se presentaba un evento para solteros de edad avanzada por San Valentín.

Él decía que su única pareja de baile sería mi abuela, pero que aun así era divertido ver a sus amigos intentando no errar en sus pasos. 

—Tu madre llegará tarde, pero cualquier cosa nos puedes llamar y vendremos en seguida.

—Lo sé, abuelo, están en marcación rápida, pero... ¿seguro que no quieres que te lleve?

—No, cariño. —En ese momento, sonó la bocina de un auto—. Justo a tiempo.

Lo seguí hasta la puerta, vi cómo se subía a un taxi en la parte de atrás y saludó a un hombre que apenas podía distinguir por la distancia y la poca luz, pero era ligeramente más pequeño que mi abuelo. No cerré la puerta hasta que los perdí de vista cuando dieron vuelta en una equina.

Era raro ser yo quien tuviera que estar al pendiente de su hora de llegada y no al revés, pero me gustaba que se tomaran el tiempo de salir a divertirse. Mi mamá llegaría tarde porque se reuniría con "los super amigos" y eso les dio la libertad a Ren y a Leo de quedarse en mi casa, aunque no podía decir lo mismo de Abby quien tenía una cita con su novio.

Los regalos por el amigo invisible fueron interesantes, cada nota era más sarcástica que la anterior, lo que me hizo pensar que Abby fue a quien le tocó el papel con mi nombre y, por lo visto, teníamos la misma meta: "llevarnos bien".

El martes me recibió una nota que decía "No a todo le tienes que poner color" lo que al final resultó irónico porque justamente me dio un lienzo donde debía pintar dependiendo el número que indicaba. 

El miércoles obtuve dos entradas a un museo para una de las nuevas exposiciones de arte contemporáneo y las palabras de Abby fueron todo menos delicadas: "¿Por qué le llaman arte a algo que un niño de cinco años puede hacer y con más creatividad?

Su pregunta me causó gracia, porque de alguna forma tenía razón, no a todo se le podía decir arte, pero cómo era un concepto tan subjetivo y ambiguo, cada quien podía tener la interpretación que quisiera, además de que todos tenían la oportunidad de elegir gastar su tiempo y dinero como quisieran.

El jueves fue sencillo con una tarjeta de regalo para comprar videojuegos, la cual ya tenía pensado en que la gastaría. El viernes fue una mousepad de grandes dimensiones con la imagen de mi agente favorito del shooter que suelo jugar, era muy contradictorio a mí, su vestimenta iba entre el azul y el negro con algunos toques en morado, su cuerpo era cubierto por vendas y sobre su cabeza tenía una capucha que se iba deshaciendo hasta quedar a la altura del pecho. Lo único que se distinguía de su rostro era unos ojos azules brillantes y lo demás era oscuridad. Por la nota que dejó Abby, podía decir que también fue de su agrado: "Algunos de tus gustos puedo criticarlos, pero este no".

Solo faltaría un regalo y nos lo daríamos mañana, donde personalmente cada uno dirá de quién fue su amigo invisible. Hoy, al ser San Valentín, los que estábamos solteros decidimos pasarlo en compañía con algunos juegos, comida poco saludable y películas de comedia.

Hice que la flecha del tablero girara para saber qué parte de mi cuerpo y qué color me tocaba. Desde mi perspectiva era muy difícil distinguir en dónde iniciaba Ren y dónde terminaba Leo. Moví mi pie por debajo de nuestros cuerpos hasta llegar al amarillo que indicaba el tapete que tenía varios círculos en cuatro filas, cada una de distinto color. 

🚫 No me conoces 🚫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora