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ARABELLA.

Caí en un espiral de placer que apenas puedo describir en su totalidad.

Todo se volvió demasiado borroso y al mismo tiempo tan claro. El simple roce de sus labios fue suficiente para apagar el lado racional de mi cerebro y solo me dió la orden de centrarme el el plaer. El escalofrío que recorrió mi cuerpo, la falta de fuerza en mis piernas y el palpitar de mi corazón. Deje de pensar en lo impropio que era darle mi primer beso el primer desconocido que se me cruzó, en las posibilidades de que mi padre lo supiera o lo que pensara el hombre frente a mí, ni mucho menos el breve miedo que me despertó aquella mirada. Nada importó, sólo yo y lo bien que me sentía. Gemí cuando él me tomó de la nuca y apretó más fuerte mi cintura mientras profundizaba el beso. El hombre era un experto. Nunca antes nadie me había besado pero me imaginé que si existía un beso perfecto entonces era ese.

Era salvaje, abrumador y despampanante.

Prácticamente me colgué de su cuello mientras me perdía en la sensación. No me detuve ni un segundo a pensar si lo estaba haciendo bien o no porque él no me importaba. Me estaba derritiendo, pero era yo quien lo consumía sin ataduras o vergüenza.

El desconocido despegó los labios de mí cuando senti la vibración de un teléfono contra mi abdomen. Gemí en protesta, pero  solté sus hombros para que respondiera. Aunque lo que dijo a continuación me helo la sangre.

Un momento, lucciola.

Él se giró llevándose en teléfono a la oreja. Mi cerebro estaba atascado en aquel apodo cuando sentí un jalón en mi muñeca y miré hacia atrás.

Era Matt. Un agitado Matt.

—Por todos los cielos, Ara. Casi no te encuentro.

—¿Que pasa? —pregunte, aún aturdida por la palabras de extraño.

—Hay que irnos. Se formará un tiroteo.

—¿Qué? — abrí mucho los ojos al escuchar tal cosa. Eso bastó para llamar por completo mi atención y me dejé llevar por mi hermano. Aunque antes de salir de la pista de baile, di un último vistazo sobre mi hombro, pero ese hombre ya no estaba allí.

Tragué duro, recordando sus palabras.

Eso no podía ser una coincidencia. Ese hombre es quien me envió la carta y me siguió hasta allí, bailó conmigo y me besó. Aquel que parecía conocerme pero yo no tenía ni idea. A mi mente llegó el breve recuerdo de su mirada y me estremecí.

Matt me sacó de la multitud, pero nadie parecía alarmado en absoluto como esperé.

—Repiteme eso del tiroteo — le pedí antes de subirnos a la camioneta. Decí dejar el asunto del hombre misterioso a un lado y concentrarme en el problema mayor.

—Asi como escuchaste. Estaba en el baño cuando un par de tipos entraron diciendo que el lugar era el escenario perfecto para matar a algunas personas. No sé si notaron que estaba allí o no les importo, pero luego salieron diciendo que lo harían cuando llegara un tan Jhonny. Supongo que algún cómplice.

—¿Viste sus armas?

—Escuche cómo las recargaban. Ambos sonaban muy arrogantes y presumidos. Me temo que es algún tipo de pelea entre bandas.

—¡Entonces hay que avisar para que evacúen, Matt! ¡Muchos podrían morir ésta noche!

— Le avisé al gerente pero no parecía muy afectado, alegando que debió ser alguna charla de borrachos — mi hermano se pasó las manos por el pelo, frustrado — pero igual llamé a la policía y les alerté a Bee y Rika. No podemos hacer más. Ahora, sube al auto. Si se forma un baño de sangre las fotos y vídeos no faltarán y no podemos permitirnos aparecer en ninguno de ellos.

IMPERIO DE CADENAS [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora