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Arabella.

Me desperté sobre sábanas frías. Abrí los ojos aunque fue un proceso doloroso, como si hubiese pasado la peor de las noches. Parpadee, esperando encontrarme con las paredes blancas de mi habitación y las sábanas azules, pero lo primero que captaron mis ojos fue un anillo.

Mi mano descansaba frente a mí y los anillos que solía usar no estaban, así como el anillo que me dió Dominic.

Me lavante de la cama con un jadeo, mirando a mi alrededor. Esa no era mi habitación.

Todo lo que sucedió, desde que salí de la casa hasta que me obligaron a perder la conciencia llego a mí.

El tipo de la moto.

Zade.

Job.

Amos.

Salí de la cama como si ésta tuviera chinches. Me miré de arriba abajo, buscando cualquier lastimadura o fluido extraño sobre mí, y para mi alivio, no encuentre nada. Lo único diferente era que el vestido de novia fue reemplazado por uno más ligero, aunque del mismo color, mostrando mis piernas. El velo también se ha ido y estaba descalza sobre el suelo frío. Inspeccione la habitación, sorprendida ante tanto lujo. Las paredes estaba forradas con papel de patrones de flores verdes y melocotón, la cama era dorada y tenía un docel encima. Todos los muebles estaba pintandos de dorado y esculpidos muy a lo antiguo con flore y animales silvestres en la madera. Las lámparas de cristal estaban pegadas a las paredes y sobre pequeñas mesas redondas a los lados de la cama y cerca de un balcón.

Era una habitación hermosa, pero no quería apreciarla en absoluto. Me acerqué al balcón y aparté la sabana blanca de seda sólo para encontrar una puerta de vidrio y las manijas bloqueadoas. El vidrio estaba tan tan empañado que no pude ver nada más allá.

Guíe mis ojos hasta el anillo desconocido y como buena amante de las joyas, reconocí el diseño de inmediato. La banda era de oro, un poco más gruesa de lo común y ésta sostenía dos diamantes blancos. Uno en corte esmeralda y otro en corte pera.

Por Dios, era un maldito toi et moi.

¿Amos me puso eso?

Mi secuestrador estaba más loco de lo que creí. El anillo toi et moi tenía una historia dulce y romántica detrás. Napoleón Bonapart le dio a su primera novia, Joséphine de Beauharnais, un anillo toi et moi con un diamante y un zafiro como muestra de su amor.

¿Cómo se le ocurrió darme algo así? Intenté quitarlo, pero ahogué un grito cuando algo afilado se clavó en la piel del dedo y largas gotas de sangre bajaron por el dorso de mi mano y rodearon mi muñeca como un brazalete sangriento.

-Dios ¿Que es ésto? - mis ojos se llenaron de lágrimas por el dolor y la incredulidad. Limpié la sangre en mi vestido y moviendo con cuidado el anillo, noté que en la parte de adentro habían pequeñas cuchillas triangulares en dirección contraria. El anillo estaba tan pegado a mi carne que si intentaba sacarlo, se clavaría y desgarraria la piel.

-Maldito Amos - grité a la nada, presa de la desesperación. Miré a la entrada de la habitación. Por alguna razón, solo estaba el marco.

Salí corriendo del lugar, mirando de un lado al otro. Dos pasillos iluminados por lámparas de pared se mostraban ante mí y siguiendo una corazonada, tomé el pasillo derecho. Traté de hace el menor ruido posible mientras buscaba una salida. A mitad de pasillo me topé con otra habitación sin puerta. Me eché una breve ojeada, temerosa de encontrar a Amos, pero por dentro estaba vacía. El diseño de las paredes y muebles era similar al de la anterior habitación aunque menos glamoroso y tampoco había cama ni nada que dijera que alguien habitaba allí.

IMPERIO DE CADENAS [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora