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Dejen su ¡Ya llegué! aquí y disfruten del capitulo. Besos.

Arabella

Frené mis pasos al llegar al muelle y Ethan ya estaba esperando. Abrió los ojos de par en par al verme y me miró de arriba a abajo. Su cara perdió color y fue cuando noté que no me había salvado antes y que tanto mi pijama como mis pies tenían salpicaduras de sangre bastante obvias.

— Señora... — susurró impactado, dando un paso atrás. Levanté el arma y le apunte.

Se sobresaltó y también lo reparé de arriba a abajo, no tenía ningún arma a la vista, parecía un hombre de lo más común, pero no bajaría la guardia.

—Necesito que saques cualquier arma que tengas escondida y la tires hacia mí, también tu teléfono.

— ¿Por qué está herida? — preguntó con cautela y levantó los brazos. Se le veía genuinamente preocupado — ¿Le pasó algo al jefe?

— Tu jefe se está desangrado allá adentro y si no me obedeces, será demasiado tarde para que lo salves.

— Eso no es posible — bajó una mano y sacó un teléfono de su bolsillo. Apunté al aparato y disparé. Soltó un aullido de dolor y se dobló en la arena llevándose la mano al pecho cuando la bala traspasó el teléfono y varios de sus dedos salieron volando. Gotas de sangre cayeron en la arena y tragué ante la imagen, intentando no marearme.

Odiaba la violencia, pero bajo tal situación no tenía de otra y estaba agradecida con las clases secretas que me había dado Matt con las armas. Mi buena puntería era una bendición en ese momento.

Me acerque y Ethan intentó alejarse de mí. Su cara pasó de blanca a verde en cuestión de segundos — Por favor, no me mate, no he hecho nada malo.

— No te voy a matar, no si obedeces — le apunté con el arma a la cabeza y miré el camino por el que vine, temerosa de la idea de ver a Amos ir a mi busqueda, pero no había nadie — Vacía tus bolsillos. No lo diré otra vez. Vacía tus bolsillos y saca cualquier arma que tengas.

Respiró con dificultad y sacó una pistola escondida detrás de su pantalón, que de  inmediato le arrebate. Ethan seguía gimiendo de dolor, su frente estaba llena de sudor y respiraba con dificultad. Tuve miedo de que fuera a desmayarse y me retrasara. Necesitaba meterlo a la lancha de inmediato y salir de allí de inmediato.

Lo tomé del brazo y lo tiré hacia arriba con todas mis fuerzas — Ahora te levantaras y me sacarás de aquí, entre más rápido lo hagas, más rápido iras al hospital y quizá puedas salvar a tu jefe.

—No puedo, el jefe me matará. Tengo incluso prohibido hablarle a usted.

Puse el cañón de la pistola en su barbilla y le hablé con dientes apretados —Pues te mataré primero si no me sacas de aquí. Tu jefe aún no está muerto, así que podrías ser el héroe y sacarlo de aquí vivo si mueves rápido el culo.

Trago duro. Pude ver la feroz lucha interna en sus ojos. O la lealtad a su jefe o su vida. Miró hacia atrás y lo pensó por segundos que parecieron eternos, luego volvió a mirarme como si yo fuera su peor pesadilla, aunque lo único que me importó fue su tímido asentimiento. Lo ayudé a caminar hasta la lancha y ambos saltamos dentro. Prendió el motor con rapidez, siendo consciente que no era yo la única que no escapaba. Le presté atención a cada uno de sus movimientos por si acaso se desmayaba y me tocaba manejar a mi esa cosa.

Me senté en una de las sillas al fondo, aún apuntandole con la pistola y cuando la lancha comenzó a alejarse de la playa, mis tripas se apretaron. Luché con las ganas que tenía de mirar hacia atrás mientras mi corazón se sentía tan pesado como el hierro. Recordé cada momento allí a detalle, el miedo, la rabia y la pasión luego de casi tres semanas de encierro, alejada de la civilización y unida al peor hombre que había conocido. Debía sentir alivio por irme al fin, pero sólo podía sentir cansancio, miedo y desesperación.

IMPERIO DE CADENAS [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora