Me contó mi abuela que un viernes Aurora rompió fuente mientras tenía el violín en la mano. Según los rumores, en ese momento todos dedujeron que a lo mejor yo sería especial, que aquella no fue una simple casualidad de la vida. El cuento envejeció bien, pues con el pasar de los años y mientras más conocido me iba haciendo en la industria, aquella fantástica historia, o teoría de conspiración como le llamaba yo, acaparó la atención de todos los medios. «¿Es cierto que tu madre tocaba el violín mientras te estaba dando a luz? ¿Cómo es posible que a los ocho años ya fueras un prodigio de la música?». Siempre odié ese tipo de preguntas por creerlas estúpidas, sin embargo, en la actualidad sueño con volver a esos tiempos, porque aprendí de la peor manera que el mundo y su gente está en constante cambio, y que yo no era la excepción.
«¿Ha sido difícil para ti salir adelante en su ausencia?»
La perdí un 31 de diciembre, justo después de que se presentara con la orquesta en un concierto privado en un teatro de la capital. Yo estuve ahí, presencié por dos horas cómo ella dirigía al equipo como si aquella fuera su última noche de presentaciones, como si se estuviera despidiendo de todo el que estaba en esa sala, incluyéndome.
Aurora fue quien desde pequeño me enseñó que para tocar había que vivir la música, no solo sentirla. Entonces, cuando nos juntábamos salía a relucir la química que teníamos juntos, ya que no nos unía solo un lazo de sangre, sino también el del arte. Por eso, cuando falleció me vi forzado por la vida a seguir mi camino en la industria de la música sin ella. Traté desesperadamente de buscar mi propia voz en este mundo tan demandante y perfeccionista. Hasta que, sin darme cuenta, se desató una lucha en mi interior, una en la que mi pasión y mis conflictos personales se enfrentaron, y con el paso del tiempo se volvieron uno solo. Fue en ese periodo que perdí relevancia, y en el que entendí que la sociedad nos tiende a valorar por lo que podemos ofrecer con nuestras habilidades y talentos en el presente inmediato.
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Anhelos de un corazón roto
De TodoSer humanos es un desafío. De niños anhelamos crecer y ver materializados los sueños que nuestra mente inocente era capaz de crear. Pero a la hora de la verdad, en la cruel realidad en la que vivimos, experimentamos de primera mano que no siempre ga...