Capítulo 3

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—¿Cómo demonios terminaste casado con ella? —inquirió Kian, viendo a su amigo beberse el segundo trago de la mañana—. Los dejé por cinco minutos e hicieron un desastre.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Jeray, tranquilo e imperturbable como de costumbre.

—¿Qué crees que hará? Es de lógica que pedirá el divorcio. Entiendo que la noche es oscura, el alcohol adormece y la calentura embrutece, pero de eso a quedarse casado con una loca y libertina como Jolie, es el peor error que se puede cometer en esta vida. Hay que estar chiflado para querer estar junto a una mujer que...

—Si ella me da la oportunidad de demostrarle todo lo que siento, seguiré casado con ella —confesó, dejando en silencio a sus dos amigos que lo miraron sorprendido y como si acabara de enloquecer—. Quizá no es la mejor manera para ganarme su corazón, pero ahora que al fin estoy más cerca de ella, no puedo dejar ir sin luchar. Puede que esté muy mal de la cabeza, pero a esa mujer la he amado, creo yo, desde el primer día que la conocí.

—Por Dios, ¿qué hicieron contigo en una sola noche? —Kian se levantó y le tocó la frente a su amigo, preocupado por lo que estaba diciendo—. Fiebre no tienes, pero de seguro la debes tener interna. ¿Qué te dio esa mujer? Y no me digas que fue eso, porque ni que fuera enchapada en oro para que te quedes prendado de una mujer. Darius, estamos hablando de la loca Jolie, no de una santa paloma.

—No les había dicho nada porque incluso yo sabía que Jolie jamás sentiría lo mismo que yo, pero la he amado por muchos años y anoche fue lo mejor que me pudo pasar en la vida.

Sus amigos suspiraron a sabiendas de que no lo harían entrar en razón. Cuando Darius se le metía algo en la cabeza, era difícil hacerlo cambiar de opinión. Era decidido y no se andaba por las ramas, pero debían ser sinceros con él, así sufriera ante el rechazo y la negativa de la mujer.

Cuando llegaron al apartamento y Darius les contó lo que había pasado, ninguno de los dos podía creer que se hubiese casado, y para mayor sorpresa, con Jolie Le Bon, una mujer que amaba su libertad, salir de viajes y de fiesta sin que nadie la frenara y tener citas esporádicas y sin ningún compromiso.

—Deja de beber. Darius —Jeray se puso de pie y le arrebató la copa que estaba llenando por tercera vez.

—Estoy nervioso, además de que necesito fuerzas y mucha valentía para que mi esposa no me mande al diablo —soltó una risa nerviosa—. Sé que no la tengo fácil con esa gata indomable.

—No te hagas falsas esperanzas con Jolie —dijo Jeray y su amigo lo miró, apretando los labios con fuerza—. La adoro con el alma y la quiero como si fuera mi hermanita menor, pero para nadie es un secreto que ella jamás dejará su libertad por un matrimonio del que se debe estar arrepintiendo en este momento. No mezcles los sentimientos con el sexo, Darius.

—No solo se trató de sexo.,,

—No voy a discutir contigo, pero como tu amigo debo ser sincero y decirte lo que no te conviene, Y tú sabes que ella no dejará su vida por ti, porque simplemente no siente nada por ti. Puede que haya atracción y gusto, pero no va más allá de la cama.

Darius se dio un largo trago directamente de la botella de whisky, tratando de serenar su mente y su corazón que no se encontraban en plena sincronía y suspiró, dejando la botella con fuerza encima de la barra.

Jeray tenía razón y le dolía aceptarlo, pero él nunca perdería la esperanza y lucharía hasta el final por el amor de Jolie. ¿Y si lo aceptaba y él no luchaba? Lo intentaría una vez, si no se daba, haría todo lo posible por sacarla de su corazón, pero ahora que la había desnudado a besos y caricias y se había alojado en su interior hasta arder en su incandescente fuego, le resultaba casi imposible dejarla ir. Tanto tiempo esperándola, soñando cada noche con su piel y sus besos, deseando palparla a plenitud mientras se fundía con ella y se hacían un solo cuerpo.

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