—Traté de mediar con tu padre, pero él está empecinado a que sigamos casados...
—Da igual vivir en tu apartamento que en el mío, ¿no? —Jolie lo interrumpió, haciendo que él la mirara con los ojos entrecerrados—. Si vamos a vivir en el tuyo, déjame ir primero por algunas cosas al mío.
—¿De verdad vamos a vivir juntos? —inquirió sin poder creerlo y con el corazón latiendo emocionado—. En la cafetería me dijiste algo tan diferente.
—Da igual lo que haya dicho, después de todo, mi padre ya dio la última palabra. Y, aunque no esté de acuerdo, no tengo más opción —se encogió de hombros y caminó hasta el baúl del auto—. ¿Me ayudas, esposo?
Darius la miró por unos segundos, antes de despabilarse y asentir eufórico. Se acercó a ella a gran velocidad y le ayudó a subir un par de maletas a su auto. Sabía que ella estaba siendo obligada por su padre a permanecer con él, pero eso no le restaba la felicidad que sentía en su corazón. Creía firmemente que si estaban cerca y convivían lo más que podían, lograría cautivar su corazón.
De camino al apartamento de la mujer, se prolongó un silencio que ninguno se atrevió a romper. Darius pensaba en mil formas que existían para enamorarla, y Jolie solo podía pensar en lo infeliz y desdichada que sería su vida de ahora en adelante, pero a la vez pensaba en la forma de salir bien librada de ese asunto lo más pronto posible.
Estaban tan perdidos en sus pensamientos, que no se dieron cuenta del momento en que llegaron al apartamento de la joven. El hombre se apresuró a bajar del auto y le abrió la puerta del lado de ella con total caballerosidad, ganándose una mala mirada y un bufido de parte de Jolie.
Darius era caballeroso y atento por naturaleza, y más con ella, que siempre hacia todo lo posible para hacerla sentir bien y cómoda, pero aquello le molestaba de una manera que no podía entender.
Le molestaba que le sonriera tanto, que la mirara de esa forma en que sus padres y sus tíos se veían, le molestaba incluso que la tratara tan dulce.
Darius le extendió la mano para ayudarla a bajar del auto y le sonrió con una ternura que le provocó náuseas y, en lugar de tomarla y bajar con su ayuda, se hizo la indiferente y bajó sin más, pasando del hombre como si no fuese nadie importante.
Darius cerró la mano en un puño y sonrió divertido. El gesto era común en ella y aquello le fascinaba, ya que esa mujer no caía en sus encantos como muchas otras sí lo hacían. Ella era difícil de tratar y un hueso duro de roer, pero tras ese caparazón descubriría su verdadero ser, esa mujer deseosa de amar y ser amada.
No le importaban los desplantes que le hiciera o que lo tratara indiferente, él tendría total paciencia y la conquistaría de a poco, de una manera más lenta en que ella lo conquistó a él.
Se recostó en su auto y la observó caminar hasta perderse en el interior del edificio. El vaivén de sus caderas lo enloquecía y se vio recordando la noche anterior, cuando ella subió sobre él, esbozando una sonrisa jodidamente maliciosa y lo atrapó en sus adentros, enloqueciéndolo más de lo que estaba tras moverse con una sensualidad y un salvajismo que lo dejó vencido en cuestión de minutos.
Suspiró a sabiendas de que no sería fácil llegar al corazón de esa mujer, pero no imposible. Ella caería y lo amaría, estaba seguro de ello.
Entre tanto, Jolie dio vueltas en el apartamento sin saber qué hacer. Al final terminó lanzándose en la cama de boca y ahogó un grito en su almohada, diciéndose a sí misma que todo estaba muy mal. Darius la estaba esperando afuera y ella no tenía ninguna posibilidad de evitar ir con él.
Se levantó de la cama a prisas y sacó todo lo que necesitaba. De momento le seguiría la corriente a su padre al menos mientras pensaba en una solución a todo el problema que se había formado con algo tan insignificante, pero que estaba poniendo su vida y sus sueños de cabeza.
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Desliz
RomanceJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...