Capítulo 14

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Jolie se enfocó en realizar su trabajo, en investigar todo lo relacionado con Ivanna y el dichoso club, recopilando la mayor información para saber a quién se estaba enfrentando. Una vez la obtuvo y supo que la mujer era peligrosa, les pidió a sus padres que se marcharan a Londres antes que ella, sabiendo que tan pronto empezara el juicio, la mujer atacaría sus puntos más débiles y ella no podría perdonarse si a sus padres y a lo más importante de su vida les ocurría algo malo. Allí estarían seguros y estaría mucho más tranquila.

Con tanto trabajo, había olvidado a Darius, incluso pasó por alto los contratos de él y de Kian, después de todo, la denuncia la haría Avery y ellos no estaban involucrados directamente con ella. Además, ninguno de los dos quería verla y hablar con ella, así que prefirió meterse de lleno en su trabajo y no pensar en nada más, pero día a día sabía que tenía una conversación pendiente con el que seguía siendo su marido.

Ella no pretendía retener a Darius, de hecho, quería firmar el divorcio y finiquitar con su pasado de una vez por todas, pero fiel a su palabra, no lo haría hasta que él le diera la oportunidad de hablar y explicarle las cosas. La odiaría un poco más y ella era muy consciente de ello, sin embargo, ya no podía callar por más tiempo. Tan pronto acabara el asunto de Avery, trataría de acercarse una última vez a Darius antes de marcharse, ya que estaba radicada en Londres y pasara lo que pasara, ella volvería a la vida que había construido en otro país.

El sonido de su teléfono la sacó de su trabajo. Se apartó del computador, quitando sus espejuelos y estirando su espalda. No sabía cuanto tiempo había estado en la misma posición, por lo que su espalda y su culo lo lamentaban. Tomó el teléfono y sonrió al ver el nombre de su amigo en la pantalla.

—No esperaba tu llamada, detective —respondió con una sonrisa burlona.

—Por supuesto, porque tú nunca me llamas y siempre debo hacerlo yo. No sé qué te mantiene tan ocupada que no te has dignado a venir a visitarme.

—No vine de vacaciones, Maykel, vine por trabajo.

—Oh, ¿y ese trabajo tiene algo que ver con tu marido y...? —inquirió el hombre y la rubia resopló, caminando hacia la ventana de la habitación.

—No, es con mi primo, y ya que me llamas, necesito que me hagas un favor.

—En serio, Jolie Le Bon, empezaré a cobrarte los favores. Siempre que llamas, me pides uno.

—Te lo compensaré, como siempre.

—¿Con sexo? —bromeó el hombre y Jolie soltó una risita—. Si es así, te haré todos los favores del mundo.

—No, olvídate de eso —negó con diversión—. Te invito una cena, una cerveza o lo que más te guste. No sé, tengamos una noche de amigos, pero desde luego que no habrá sexo de por medio.

—Te has vuelto muy aburrida, Le Bon, pero no me negaré a una invitación tuya. Dime dónde estás y paso por ti.

—Te enviaré mi ubicación.

—De acuerdo.

Colgaron sin más y ella le envió su ubicación y se dirigió al escritorio. Guardó todos los documentos en un folder y revisó por última vez todo lo que tenía para presentar en la fiscalía al siguiente día, antes de apagar su computador.

Eran las diez de la noche, así que se apresuró a darse una ducha rápida y vestirse de forma desenfadada, luciendo esas prendas entalladas a su cuerpo y que hacían resaltar sus curvas y cada uno de los tatuajes que adornaban su cuerpo. Cuando vestía de esa forma, recordaba el pasado y pensaba en la mujer que era en esa época y era tan descomplicada como intelectual, comparándose a como era hoy en día, una mujer responsable y excesivamente sobreprotectora.

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