El hombre sonrió y se puso de pie, dejando su escritorio en orden antes de salir con su secretaria. Para él era una cena común, algo que ya había pasado muchas veces, pero para la chica, que tenía cierto enamoramiento platónico por su jefe, era demasiado significativo. Él siempre se había comportado muy decente con ella y en ninguna de las ocasiones que fueron a cenar, le hizo propuestas indecentes, aun así, deseaba que al menos sucediera algo entre ellos. Su jefe era tan atractivo, más cuando sonreía o miraba con fijeza con sus ojos oscuros y que parecían esconder un fuego extinto.
Iban a subir al ascensor cuando este se abrió y Kian apareció con una sonrisa que dejaba en claro que estaba a punto de soltar uno de sus tantos comentarios, por lo que Darius le pidió que los acompañara a cenar para consternación de su joven secretaria.
De camino al restaurante, Kian no dejó de hacerles preguntas a Monse, ciertamente para no soltarle algún comentario a su amigo. Él estaba a favor de que Darius conociera chicas, pero no podía dejar de lado la conversación que había tenido hacia un tiempo, cuando les aseguró que nunca más enredaría el corazón en la cama.
—¿Tienes novio, Monse? —curioseó Kian una vez tomaron lugar en la mesa del lujoso restaurante, tan impertinente como sabía serlo y haciendo que la joven se sonrojara.
—No...
—Eso es una buena noticia. Eres muy linda —halagó y Darius apretó los labios para no reír ante el rostro rojo de Monse—. Si no me encuentro con mi amor clandestino y destinado, ¿saldrías conmigo?
La joven boqueó un par de veces, visiblemente sonrojada y avergonzada de que uno de sus atractivos jefes le hiciera tal proposición, pero entonces Kian volvió a hablar:
—Claro, eso si Darius nos lo permite.
—Deja de decir tantas estupideces, Kian —lo reprendió su amigo, sonriendo ladeado—. Estás incomodando a Monse.
—¿Lo estoy haciendo, preciosa? —le preguntó y ella negó con rapidez—. Entonces, ¿saldrías conmigo uno de estos días? Ya sabes, algo muy casual y solo para conocernos.
La chica iba a responder, pero entonces el sonido del teléfono de su jefe sonó, haciendo que desviara la mirada a él, quien de inmediato borró la sonrisa y todo su cuerpo se tensó.
—¿Todo bien?
—Sí, solo es una maldita molestia —murmuró, pero sabía que debía responderle a la mujer que lo llamaba—. Vayan ordenando mientras respondo.
Sus dos acompañantes asintieron y Darius se alejó, respondiendo la llamada con el cuerpo tenso y el corazón a punto de estallar en su pecho, escuchando a su vez que Kian seguía bromeando con su secretaria.
—Espero que la razón de tu llamada es para decirme que mi hija ya esté en el país —dijo sin dejarla saludar, pero guardó silencio cuando la escuchó sollozar.
—Es peligroso que Loana venga en este momento...
—No me importa. Yo la voy a proteger de todo y de todos, pero quiero a mi hija conmigo.
—Darius —escucharla llorar no amilanó su tensión, por lo contrario, sintió que estrujaban su pecho con mucha más fuerza—. Atacaron a mis tíos saliendo de un restaurante...
—¿Cómo?
—Es esa mujer. Se lo dije a Jeray, todos estamos en peligro. Era cuestión de tiempo para que ella devolviera la respuesta de la denuncia, solo que nunca pensé que mis tíos serían su primer blanco.
—¿En qué clínica están? —inquirió y ella le respondió entre lágrimas—. Estaré allí cuanto antes. ¿Ya le avisaste a Jeray?
—Asier está en eso.
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Desliz
RomanceJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...