—¡Pero ¿qué carajo?! —exclamó un sorprendido Kian, saliendo al fin de su pasmo.
—Esa niña no debe ser tuya, hijo —fue lo que dijo la madre de Darius, negando con la cabeza, visiblemente sorprendida y confundida—. No te dejes engañar de esa mujer.
—¿Cómo te atreves a hablar así de mi hija? —exclamó Ivette, la madre de Jolie—. Ella no es ninguna mentirosa, y mi nieta es muy hija de Darius.
—Pues hasta que no se le haga una prueba de paternidad, no voy creerme el cuento de que es hija de mi Darius.
La madre de la rubia iba a volver a replicar, pero toda palabra murió cuando vio que Darius se ponía en pie con Loana entre sus brazos, que sonriente y feliz, se aseguraba del hombre en un fuerte agarre por el cuello. No quería despegarse de él ni un solo instante.
Todos estaban demasiado sorprendidos, no sabían qué decir para expresar lo que en ese momento sentían. Jamás imaginaron que Jolie había quedado embarazada, puesto que, una vez se marchó, nunca más volvieron a saber de ella hasta entonces.
El menos sorprendido fue Jeray, ya que era el único de ellos que sabía de la existencia de la niña y eso había sido en una charla que tuvieron cuando su prima recién llegó, en donde ella dejaba a la vista su más grande miedo y dejaba a la vista lo arrepentida que estaba de haber sido una cobarde.
Mientras el resto de las personas seguían demasiado sorprendidos como para hablar, Darius miró fijamente a su hija, repasando a detalle su angelical rostro.
La pequeña era preciosa, de piel tan blanca como la de su madre y una sonrisa demasiado encantadora que había heredado de él. Sus mejillas rellenitas y sonrosadas la hacían la niña más tierna que había visto en su vida. Sus ojos marrones oscuros brillaban con intensidad, era como verse en un espejo y toparse con su propia mirada. Su cabello era castaño claro, pero había mechones dorados que resaltaban y brillaban bajo la luz. Era tan linda, mucho más de lo que llegó a imaginar.
—¿Me extrañaste, papi? —inquirió la niña, ladeando su cabeza y frunciendo los labios en una mueca que le arrebató una risita. Además de que se le hacía tierno que no pudiera decir algunas palabras correctamente.
—Sí, te extrañé mucho, mi amor —respondió como pudo, conteniendo el llanto que lo estaba dominando—. ¿Y tú me extrañaste?
—¡Mucho! —dejó un sonoro beso en su mejilla que le arrancó un suspiro—. Todos los días.
El hombre no supo qué más decir, solo abrazó a su hija y a la vez Loana descansó su cabeza en el hueco de su cuello, cerrando sus ojos por un instante, llenándose de su olor, de su calor corporal y de la comodidad que aquellos brazos le brindaban. La sangre tiraba y el lazo se establecía en un tierno abrazo que hacía explotar de felicidad el corazón del hombre.
El ambiente se sentía como si Darius se hubiese ido de viaje por largo tiempo y estuviera de regreso, no que en realidad era la primera vez que se veían y se sentían.
Pero es que para la pequeña, que siempre había visto a su padre en fotografías y Jolie se había encargado de hablar de él como el mejor de los hombres, no era un desconocido y por tal razón su emoción y felicidad de estar al fin con su papá, después de todo, había deseado tenerlo consigo desde que empezó a anhelar la presencia de un padre. Ansiaba ver a su padre como si este se hubiera ido de viaje y prometido regresar lo más pronto posible, más ahora que empezaba a tener mayor razón y a entender un poco más las cosas.
Para Darius era nuevo, confuso y emocionante. Su corazón latía con mucha fuerza y las emociones que lo estaban traspasando eran tantas que no podía entender nada a su alrededor. Solo podía enfocarse en su hija, como si con su presencia su mundo acabara de complementarse y teñirse de cientos de colores. No entendía cómo era posible aquello si era la primera vez que la veía y sostenía.
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Desliz
RomanceJolie creyó que huir era la solución correcta ante el desliz que cometió al casarse en una noche loca desenfrenada, pero cinco años después debe volver al lugar al que juró nunca más regresar y enfrentarse a las consecuencias de sus actos. Solo que...