CAPITULO 6

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Si bien Yren había acumulado una buena cantidad de experiencia repartiendo amor en el tiempo que había estado atrapada en la cueva, a la hora de recibirlo seguía siendo toda una novata. Es por esto, que en el momento que tan descomunal falo le penetró el vientre, sus ojos quedaron en blanco, al igual que su mente.

Yren había sido noqueada por completo. 

Lo peor era que aun si era incapaz de recobrar el control de su cuerpo en aquel momento, era muy consciente de que se estaba atragantando con la verga del goblin. 

Si no encontraba una forma de lidiar con eso pronto, terminaría muriendo. Otra vez. 

El pánico comenzó a apoderarse por completo de su mente, la cual buscaba de manera frenética idear un plan para escapar de su destino, pero no había forma. Incluso si conseguía idear un plan, su cuerpo parecía no querer moverse. 

Pronto, los pensamientos de la semi-bestia pasaron de intentar buscar una solución a intentar pedir ayuda. Pero ¿a quién? Tenía bien en claro que los goblins de ese agujero le eran fieles al rey, y no había nadie dispuesto a ayudar con esa misión en el gremio, de hecho ya llevaba medio año cuando su grupo decidió hacerla, por lo que las posibilidades de ser rescatada por otro grupo que fuera pasando era completamente nula. 

«Ayuda.» 

Pensó en el vacío. 

«Quien sea. Por favor. Ayuda.» 

Entonces, una voz resonó en lo profundo de su psique. Una voz que ella conocía bastante bien. 

"¿Qué ocurre, mi criatura?" 

Dijo la voz de Aella. El solo escucharla hizo que la alborotada mente de Yren quedara en quietud absoluta.        

«Estoy atrapada. Soy incapaz de liberarme. Necesito ayuda.»

Respondió Yren, que por algún motivo era incapaz de perder el control frente a la presencia de su dios. 

"Oh, pequeña criatura. Tienes que dejar de pensar como tu existencia anterior. Aquel cuerpo que tenías, fue reconstruido para servirme. Ten más confianza en ti misma, mi criatura." 

La voz de Aella resonó de manera clara y concisa, más a Yren solo le venían dudas a la cabeza. Dudas, que sin presentarlas expresarlas, Aella conocía debido a su naturaleza divina. 

"Cuando él lo puso en tu boca, ¿qué fue lo que pensaste?"

Yren se mantuvo en silencio un instante.   

   «Que quería sacarlo.»

"Criatura, puedo ver a través de ti. Si no eres sincera con tus propios deseos, tu cuerpo se negará a ayudarte."

Tras esas palabras, Yren pudo descifrar al menos en parte aquello a lo que su deidad hacía referencia. 

Pues cuando sintió, él, aquel entonces flácido, miembro de goblin tocar su lengua, una sensación caliente recorrió su cuerpo de arriba a abajo. 

Pudo haberlo mordido, escupido o cualquier otra cosa, pero lo que hizo fue intentar empujarlo con la lengua. No por qué quería repelerlo, sino por qué quería probarlo. Quería sentir esos pliegues de piel frotándose contra sus labios; quería que ese apestoso goblin de cara linda la dejara impregnada con ese aroma a miembro viril. 

Y mientras su mente humana pensaba en que iba a morir y quería escapar, su cuerpo divino quería seguir probando más, ver hasta donde la llevaba ese espécimen tan fino de macho. 

De ahí fue que se generó la discrepancia; de ahí que su cuerpo se negara a hacerle caso. 

Yren no tuvo tiempo para agradecerle a su dios por tal sabiduría que le había venido a impartir. Pues lo siguiente que supo es que había vuelto al mundo real, y continuaba ahogándose. 

— Pensé que ya habías pasado a mejor vida. — 

Pregonó el rey, mientras la observaba con semblante aburrido, apoyando suavemente su mejilla sobre su puño izquierdo. 

— Apresúrate en morir, ¿quieres? — 

El rostro de Yren estaba completamente rojo, y las venas se le marcaban alrededor de su cuello y frente. Su visión estaba borrosa, y el sudor le caía por todos lados, entorpeciendo su agarre y sus movimientos. Aun así, solo una cuestión quedaba en su cabeza. ¿Qué tan lejos podré llevar este cuerpo?  

 El rey pudo sentir entonces como la mujer lo sujetaba de la cintura con suma firmeza. Este, esperando ser repelido, apretó la llave que tenía sobre el cuello de su contrincante. Más en vez de intentar empujarlo hacia afuera, lo que hizo fue presionar su rostro por completo contra la pelvis del monarca.     

En aquel momento, una lengua larga, gruesa y húmeda escapó de las fauces hambrientas de la mujer, enredándose alrededor de los testículos hinchados del otro.  

— ¿Qué dem—? 

Fue lo último que alcanzó a decir el rey, antes de sentir cómo su posterior era completamente violado por esa misma lengua, que no parecía tener final alguno.  

Y como si supiera a la perfección lo que estaba haciendo, el escurridizo apéndice hizo camino hasta el punto G del pequeño verde.

Un toque fue lo único que bastó para forzar al rey a liberar la carga que tanto tiempo llevaba acumulada en su interior. 

El semen de goblin tiende a ser sumamente espeso y de un aroma penetrante. Esto es debido a que estos pequeños tienen la concentración de esperma más grande entre los humanoides, pues sus organismos evolucionaron para ser capaces de preñar a una mujer con solo tener relaciones una vez. 

E incluso en esto el rey era superior a los demás. 

Para Yren fue como recibir un golpe en el estómago. La descarga había sido más grande de lo que había previsto. La textura se sentía como algo casi sólido, y pesado. La cantidad también era ridícula, y la presión con la que era disparada, simplemente demencial. 

Yren estaba segura de que no le quedaba espacio en su garganta para nada más, pero aquella descarga pronto buscó un camino de escape, por lo que forzó su camino de regreso por la boca de la chica, hasta que finalmente explotó en su rostro, saliendo incluso por su nariz. 

Ahora quien tenía los ojos en blanco y a penas era capaz de mantenerse consciente no era otro más que el rey.      

La diosa de la lujuria me dio un pitote.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora