CAPITULO 7

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Los ojos de «Eso» se abrieron. No era capaz de recordar cuánto tiempo había pasado desde que cayó dormido. Su estómago aún seguía lleno de la apestosa leche de su "amiga", al igual que su rostro.

La última vez en que un contrincante se las arregló para abrumar de manera tan contundente a «Eso», fue cuando su rey, haciendo uso de una magia extraña que jamás había visto antes, aumentó la fuerza y el tamaño de su cuerpo, consiguiendo así una ventaja inesperada que al final le dio la victoria. 

«Eso», siempre pensó que aquellos trucos debían tener alguna manera de ser contrarrestados, y al mismo tiempo que servía "obedientemente" a su nuevo amo, buscaba encontrar alguna debilidad en su técnica. Más todo fue en vano. La magia que poseía el rey era imbatible. No importaba que hechizo o que ataque recibiera, su cuerpo simplemente parecía ser invulnerable a todo tipo de daño, además que su fuerza era suficiente para rivalizar con criaturas de leyenda, como aquella vez que ahuyentó un dragón que vivía en la montaña donde ahora ellos habitaban. Ni siquiera tuvo que usar un arma, simplemente lo golpeó con sus puños hasta que la criatura escapó volando. 

— N-No... deja mi culo! — 

Una voz distorsionada a la distancia llamó la dispersa atención de «Eso», que aún parecía ser incapaz de volver del todo en sí. 

— ¿De qué hablas? Este culo es mío. — 

Una segunda voz se unió a la primera, esta vez reconoció de inmediato que se trataba de la intrusa. La lengua de «Eso» se movió por el piso, para saborear la semilla que había quedado tirada en frente de su rostro, antes de enfocar por fin su mirada en el espectáculo que estaba ocurriendo delante de sus ojos. 

Eh aquí, su amo se encontraba de pie sobre su trono, con la espalda apuntando en dirección a la entrada de sus aposentos, sus piernas estaban abiertas, mientras que sus rodillas permanecían flexionadas, como si estuviera haciendo sentadillas, y sus manos, se encontraban bien sujetas al respaldo de su trono, lo cual le servía para no perder el equilibrio, pues detrás de él, la intrusa, se encontraba devorando el jugoso trasero del rey de manera casi desesperada. 

— Esperaba mucho de ti, pero mírate ahora. — 

En aquel momento, la intrusa estaba usando ambas manos para mantener las jugosas nalgas del monarca separadas, lo que facilitaba el acceso a su estrecho posterior. Más cuando expresó esas últimas palabras, la mano izquierda bajó para sujetar con firmeza el miembro del rey, el cual estaba completamente dormido, muy a pesar de encontrarse constantemente escupiendo su leche. 

— No eres ni siquiera capaz de levantarla. ¿Así te haces llamar hombre? — 

El agarre de la invasora aumentó de fuerza, tanto, que el constante flujo de semen que brotaba del pene real, se cortó. 

— Dilo. Admite que soy más hombre que tú y voy a dejar que continúes eyaculando con tu pequeño clítoris. —

La mirada del rey se volvió para poder ver a su hostigadora. Y si bien, era incapaz de mantener la compostura por más que quisiera, reunió las suficientes fuerzas para decir de manera clara:   

— Jódete, perra estúpida. —

Durante un segundo, el rostro del rey dibujó una sonrisa. Pues a pesar de todo, había conseguido mantener su orgullo hasta el final. Más una vez ese instante pasó, y la invasora comenzó a masturbarlo de una forma un poco demasiado agresiva, la determinación del monarca se rompió. 

— ¿¡Huh!? ¿Qué decías? ¿No pude escucharte sobre tus gemidos de perra en celo? — 

El monarca comenzó a retorcerse, su voz solo dejaba salir gritos femeninos, mientras sus enormes testículos subían y bajaban frenéticamente, ante la desesperación de no poder liberar su contenido. 

— ¡ERES MÁS HOMBRE QUE YO! ¡ERES MÁS HOMBRE QUE YO! ¡OHHHHHH! ¡ME VA A EXPLOTAR EL CLÍTORIS SI NO ME SUELTAS YA! — 

Lágrimas caían por el rostro enrojecido del pequeño goblin. Podía sentir cómo el semen se le acumulaba en la base del pene. Era una presión tal, que seguramente no había nadie vivo capaz de aguantar tal tortura por más de un par de segundos. 

— ¡JA! Bien dicho, pero ahora que quedó claro que no eres hombre, eso te haría una REINA en vez de un REY. — 

La invasora negó con la cabeza, al mismo tiempo que chistaba con la boca. 

— Eso no puede ser así. Hay que tener un orden en estas cosas. Pero voy a ser buena contigo. Si lo pides de buena manera, dejaré que te cases con mi verga. Así puedes tener un rey. — 

A pesar de que su cara estaba completamente deformada por el intenso dolor y placer que estaba sintiendo, el rey, ofendido, volteó para responder a gritos. 

— ¡¿Quién querría casarse con un apestoso pene como el tuyo?! ¡ES HORRIBLE! ¡HUELE MAL! ¡ESTÁ PELUDO! ¡LO ODIO! ¡LO ODIO! ¡LO ODIO! — 

Aquella fue la gota que derramó el vaso. 

Fue así, que antes de que pudiera seguir haciendo berrinche, Yren sujetó por el cabello de la nuca al rey, empujándolo por completo contra el respaldo. El rostro del monarca se apretujó contra la superficie dura que tenía en frente, hasta que, por el mismo peso de su agresora, terminó con el rostro de lado, de tal forma que era capaz de observar por sobre su hombro a la mujer que le sostenía. 

El rostro del monarca se quedó pálido. 

Era incapaz de explicar como, pero el pene de esa tipa era aún más grande que antes. 

Sin embargo, «Eso», que seguía observando todo desde su lugar en el suelo, sí fue capaz de percibir el motivo del incremento de tamaño en la chica. Después de todo, había sido testigo de esta magia numerosas veces antes. 

Se trataba de la magia única que poseía el rey. 

Más había algo extraño en todo esto. Cuando el rey usaba su magia, todo su cuerpo aumentaba de tamaño y fuerza, no solo su entrepierna. 

De alguna manera, era como si el control mágico de Yren sobre su cuerpo fuera tan preciso, que podía decidir qué afectar y qué no.         

— Retráctate... — 

Dijo la invasora con voz siniestra. 

— No... ¡E-Esper—Kuh! — 

La temerosa voz del rey se cortó de golpe, en el instante que aquel tronco se introdujo a la fuerza en su virginal retaguardia.

— ¡RETRÁCTATE! — 

Gritó con despecho la mujer, mientras empujaba sus caderas de manera violenta y agresiva en el recién estrenado coño del goblin. 

Sin duda, la escena vista por cualquier persona ajena, sería preocupante. Después de todo, puesto midiendo los tamaños a ojo, el pequeño goblin rubio estaba tomando un pene que al menos era 3 veces más grande que el tamaño entero de todo su torso. 

Aun así, ya que Yren era incapaz de matar a nadie durante el sexo, todo lo que ocurrió fue que el vientre del goblin se acomodó para ser capaz de recibir tan tremenda verga.      



La diosa de la lujuria me dio un pitote.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora