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Las semanas pasaron. Todo iba peor en la relación de Dafnne y Tom, éste ni siquiera le escribía; tampoco la visitaba. Parecía que la chica no existía para él, mejor dicho.
Todos esos días, Bill pasó al lado de Dafnne, juntos veían películas en la casa de la chica mientras comían helado entre risas. Martha amaba verlos así.
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— Hola. — saludó Addams al contestar la llamada.
— Hola, bella Dafnne. Mi bella genio, mi bella criatura de la naturaleza. — habló Bill segundos después de oír la voz de Dafnne. — ¿Cómo va tu depresión, mi vida?
— Terrible, Bill, estoy mal, pero muy mal.
— Ah, ¿sí? Bueno, y qué pasa si disfrutas de mi maravillosa compañía, si disfrutamos de unos deliciosos manjares tú y yo, y pues charlamos interpretativamente, para que todo sea más cariñoso. Yo creo que se te quitaría esa depresión, ¿ah?
—Sabes que yo creo que sí, Bill.
— Perfecto. ¿Te parece si paso por tu casa en 10?
—Sí, te espero.
— Okay. Nos vemos, mi bella amiga.
Dafnne soltó una leve risita. — Nos vemos.
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La castaña se encontraba sentada en el sillón de su casa, ya le había avisado a su mamá que saldría y solamente esperaba que Bill llegara.
En eso tocaron la puerta. Dafnne se puso de pie rápidamente y abrió la puerta, encontrándose con la figura de un chico alto y de cabellos alborotados, viéndola con una sonrisa.
— ¿Nos vamos?
— Sí, Bill, vámonos de aquí. — cerró la puerta de la casa. La chica estaba desesperada por salir de su casa. Todos los días era la misma aburrida monotonía.
Ambos caminaron hacia fuera y ahí estaba la moto de Bill, estacionada frente a la casa.
— Mi vida, mira, ¿y no le vas a apagar la voz a todos? — refiriéndose al celular de la chica.
— Sí, Bill, voy a apagar a todos. — Dafnne apagó su celular, así evitando llamadas no deseadas (nadie la llamaba). — Todos quedan out.
Bill le pasó el casco y ella lo cogió, colocándolo sobre su cabeza. Acción que imitó Bill. El chico se subió a la moto y luego lo hizo Dafnne.
Bill prendió la moto y antes de arrancar, quiso asegurarse de que Dafnne estuviera bien sujeta.
— Oh... — soltó Bill al darse cuenta de que estaba tocando el muslo de su amiga. — Lo siento.
