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Al día siguiente, Dafnne se despertó y vio a Bill durmiendo a su lado. Le dejó un beso en la mejilla, se puso de pie y volvió a ponerse la ropa. Al salir del cuarto, se fue a la cocina y se sorprendió al ver a su amiga conversando con su mamá.
— Mamá. — las dos contrarias voltearon a verla. — ¿A qué horas viniste?
— No hace mucho. Óyeme una pregunta, ¿dónde dormiste? Porque María me dijo que ella durmió sola.
— Eh... Dormí acá, en el sofá, sí. — asintió nerviosa, por suerte su madre le creyó. — No quería incomodar a María y Bill dormía en mi cuarto, así que me vine al sofá. Pero luego me fui a mi cuarto, no te preocupes que Bill ya estaba dormido.
Dafnne asintió y se sentó al lado de María, su madre se puso de pie y se fue a la cocina.
— Qué mentirosa. Te fuiste con Bill, ¿no?
— No. ¿De qué hablas?
— No te hagas. — sonrió pícara. — Los escuché anoche. Al menos se cuidaron, ¿no?
— Eh... sí. — sonrió nerviosa. No, no se habían cuidado, pero no sería problema, pues siempre que no se cuidaban, Dafnne tomaba las pastillas.
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Dafnne se acababa de duchar, salió de su baño y se vistió. Se peinó y se roció con un poco de perfume. Cogió su celular y vio muchos mensajes de Tom.
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Luego de eso, bloqueó el contacto de Tom y dejó su celular cargando. Salió del cuarto y vio a su mamá a punto de entrar.
— Le dejaré esto a Bill.
Dafnne asintió, pero en eso recordó que Bill estaba desnudo. — Yo se lo doy, mamá. — cogió la bandeja que llevaba Martha en las manos y entró nuevamente al cuarto.
Cerró la puerta y luego se acercó a Bill, dejó la bandeja en la cama y empezó a acariciar las mejillas del pelinegro.
