"Al igual que cada uno de nosotros tiene
un padre, del mismo modo hemos de considerar
que la Ciudad tiene como padres a todos los
ciudadanos; y que, en consecuencia, es justo no
sólo no privarlos de ninguno de estos nuevos
recursos suyos sino que, si llegasen a faltarles,
habría que buscar por cualesquiera medios que
de nada careciesen."
(DEMÓSTENES, IV Filípica, 41).Mirar al cielo, del que Lara le ha descubierto que en otro tiempo no fue seco y yermo, y que ahora se oscurece para dar paso al fulgurante remache de las estrellas que contrastan con las trémulas luces de la ciudad.
Ver pasar las calles que ha recorrido con esa chica extraña.
Sentir el galope energético de la barrera, discurriendo en paralelo al transporte, como una culebra de las que habitaban las ciénagas de los cuentos de su infancia, y que nunca logra recordar quién le leía.
Todo le recuerda a Lara. Y todo acaba en ese grito espeluznante, capaz de traspasar el confín de su mundo.
El transporte acelera hacia el centro «desesquizo», pero su mente se resiste a dejarse llevar, está anclada en el último momento en que vio a Lara.
Por primera vez en su vida Allan entiende lo que es la soledad. Porque se ha dado cuenta de que ha perdido a la única persona que le ha acompañado en su periplo vital. Solo han sido unas horas, pero siente profundamente que valen una vida.
Los hábitat residenciales van desapareciendo paulatinamente, y con ellos las calles. Hasta que llegan a una explanada, en cuyo centro se alza la comandancia desesquizo, como una pantera negra agazapada.
Al ver el oscuro edificio que le aguarda, no le invade el temor a la incertidumbre, ni al posible confinamiento en esa mole tenebrosa. Sus miedos están con Lara.
Una vez engullido por la arquitectura desesquizo, y mareado por sus pasillos intestinos, Allan comparece ante un hombre inexpresivo vestido con bata de médico. Hace unos ciclos, esa prenda blanca le hubiese dado tranquilidad.
—La barrera de energía —comienza a decir el hombre después de estudiar detenidamente a Allan— es inofensiva. Usted podría haberla traspasado sin ningún problema pero, ¿sabe por qué ningún hipocondrita se atreve a cruzarla?
—¿Porque estamos tan idiotizados buscando satisfacer nuestros apetitos ociosos que ni nos lo planteamos? —la sala, desnuda, se ha llenado de insolencia. Pero el hombre niega pacientemente.
—Porque es una protección frente a lo que hay más allá. Y usted, en su fuero interno lo sabe muy bien.
—No, no lo sé. Y usted mismo tampoco puede saberlo.
—Se confunde, Allan. Hay evidencias. Hace veinte años un pobre desgraciado cruzó y volvió horrorizado y enajenado. Vivió lo suficiente para describir que esos territorios son los de la muerte. Está todo en los archivos desesquizo.
—¿Y los contrabandistas?
—Gente de cabeza enferma ¿cuánto cree que durarían si no visitasen Hipocondría de vez en cuando? aquí consiguen lo mínimo para subsistir en ese infierno. Hacen trueques con extrañas baratijas arqueológicas y escritos absurdos para conseguir comida y agua. Pero tenga por seguro, Allan, que esos desdichados no se alejan más de un kilómetro de nuestra ciudad.
—¿Qué me va a pasar ahora?
—Hemos hablado con su doctor de referencia. La valoración que hizo en su última consulta nos da alguna esperanza sobre que su caso sea recuperable. Cree, y nos ha convencido de ello, que adelantando la dosis vacunal desesquizo su TIC remitirá completamente. Así que se la vamos a administrar en unos minutos y le tendremos en observación un par de días.
A pesar de que él es el centro de la conversación, Allan sigue pensando en Lara. ¿Qué le pasará fuera de la ciudad si no le administran su dosis desesquizo? ¿Habrá pensado ella en eso? Su grito vuelve a acosarle.
—¿Se encuentra usted bien, Allan? Se ha puesto muy pálido.
—Por favor, pónganme la dosis cuanto antes.
El hombre pide asistencia a través del comunicador. En un instante un grupo de desesquizos irrumpen en la sala y se llevan a Allan. Pero él ya no es consciente de ello, porque se ha desmayado.
***
La celda es una esfera, excepto en su suelo plano. Está totalmente vacía. Solo Allan, desnudo, la habita. La luz es tenue, pero suficiente para que te aterre un entorno sin perfiles.
El primer ciclo el cerebro no tiene referencias espaciales. Te pica toda la piel, como una exacerbación de tu existencia. Quizá es una reacción a la dosis desesquizo.
El segundo ciclo pasas del miedo a la autocompasión para acabar en manos de la desesperación.
El tercer ciclo te conoces tanto a ti mismo que te odias con todo el alma.
El cuarto ciclo deseas no haber nacido y acabas implorando la muerte a tus carceleros desesquizo.
El quinto ciclo la locura ronda por toda la esfera. Aunque las risas de fuera parecen reales.
El sexto ciclo tienes una idea, una solución ¿Es la locura la que la dicta?
El siguiente ciclo, ya no sabes cuánto tiempo has pasado encerrado, ni porqué.
Y , por fin, hay un ciclo que sabes que es el último. Porque la idea o la locura han germinado en tu mente emponzoñada... es en ese momento en el que Allan se arranca a mordiscos el medical-base, lo mastica y se lo traga.
Ahora ya no es cuestión de ciclos, si no de instantes.
En un instante la esfera se llena de «esquizos» de batas blancas. A través de sus ojos cerrados se filtra la luz. Unos espectros barren sus párpados eclipsando intermitentemente esa luminosidad rosácea.
En un instante examinan el cuerpo de Allan.
En un instante comprueban que su medical-base no da señales vitales.
En un instante le dan por muerto, porque hace ciclos que es algo que desean certificar.
En un instante meten el cuerpo de Allan en una necro-bolsa
Un problema menos.
Todos esos instantes han transcurrido como una eternidad para Allan. Casi consigue consumar un suicidio aguantando la respiración.
Nota como lo transportan. A través de la necro-bolsa la luz cambiaba de tonalidad de pasillo en pasillo. Están bajando a las entrañas del edificio.
Vuelve la quietud.
Han depositado su mortaja en una superficie plana, y nota el frío en su espalda a pesar de la bolsa.
También a través de ella se apagan las voces y las luces. La soledad ha vuelto, pero esta vez se alegra de ello y rescata una bocanada agónica de aire con sabor a necro-bolsa.
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CIUDAD SIN MUERTE
Science Fiction⚠️Historia incluida en la lista de lectura de WattpadCienciaFiccionES como distopia⚠️ ¿Es posible vivir de espaldas a la muerte? ¿Prefieres hacer un bonito cadáver sin saber cuándo te va a llegar la hora o aceptar la realidad de que envejeces? Si...