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Cómo es una mañana normal para la familia, con los tres pequeños?

Edades:

Reiviet: 11
Nazviet: 8
Bernadette: 7

Todas las mañanas, de lunes a viernes, empezaban casi de la misma manera.

A las seis en punto, el despertador en el cuarto de la pareja sonaba sin falta, siendo apagado por URSS, quién se tomaba unos momentos para poder estirarse y deperezarse.

Cuando se sintió más despierto, giro sobre su costado derecho, encontrando a su esposo dormido de forma tranquila. Su despertador siempre estaba a las 6 por una razón.

Pasaba al menos quince minutos abrazando a Reich, acurrucandose y dándole suaves besos.

Eso por lo general terminaba despertando al alemán, quien siempre se quedaba cinco minutos mirando a la nada mientras URSS se levantaba e iba a bañar.

Después, tocaba despertar a los niños.

Reich era el encargado, así que se levantaba de la cama e iba a sus cuartos para hacer aquello.

Al primer cuarto que iba era al de Reiviet, dándole un beso en la frente y moviéndolo suavemente.

—Despierta, pequeño, es hora de ir a la escuela.

El menor siempre gruñía y se intentaba tapar hasta la cabeza con su sabana, pero obviamente su padre no lo permitía.

—Anda, ya levántate, haré tocino para el desayuno —el alemán se levantó del suelo, para ahora ir al siguiente cuarto.

Por alguna razón, Nazviet la mayor parte del tiempo era encontrado destapado y sin su pijama, únicamente con su boxer.

Reich repitió el procedimiento, dándole un beso en la frente a su hijo y moviéndolo suavemente.

—Ya despierta, dormilón, es hora de levantarte para ir a la escuela.

—No...

—Si, tienes que ir.

El puchero que hacía Nazviet era idéntico al que URSS hacia cuando no quería hacer algo, cosa la cual divertía al azabache.

Y tocaba ir al último cuarto, el de Bernadette.

Third siempre entraba y, en lugar de primero despertar a su hija, revisaba que no tuviera fiebre o algún síntoma de enfermedad.

Una vez que verificaba que no era así, la despertaba.

—Buenos días princesa, es hora de levantarse.

Y a diferencia de sus hermanos, la pequeña despertaba muy risueña siempre.

—Buenos días, Vati —saludo con una sonrisa.

Reich beso su mejilla y salió, bajando ahora a la cocina para preparar el desayuno.

Siempre preparaba café y leche con chocolate, picaba fruta como manzana o pera, y servía un poco de yogurth en vasos pequeños.

Pero siempre variaba en si preparaba hot cakes tradicionales, de avena o plátano, o en si decidía preparar huevo revuelto u omelette.

Ese día fue huevo con tocino, no le gustaba el tocino, pero sabía que a sus hijos y esposo si.

Para eso de las siete diez, el primero en bajar era URSS, con Bernadette en su espalda aún sin peinar.

Ambos se sentaban a desayunar mientras Third peinaba a la pequeña, a veces era URSS quién la peinaba, pero ese día le tocaba al alemán.

El siguiente en bajar, a las siete veinte, era Nazviet, quién bajaba ya peinado y con sus zapatos en mano para dejarlos en la puerta.

Y finalmente, a la siete y veinticinco, baja Reiviet, igualmente peinado y con zapatos en mano.

A esa hora, Bernadette ya estaba peinada, así que Reich podía sentarse a desayunar sin problema alguno.

—Papi, hoy es mi junta de mamis y papis de ballet, ¿Van a ir? —pregunto Bernadette, tomando un poco de leche.

—Si, princesa, aunque si papi URSS no puede ir, solo iré yo —respondio el alemán.

—Ya pedi permiso, si iré, a las cuatro treinta, ¿Verdad?

—Si papi.

—¿Puedo ir a casa de Peter?, me invitó a jugar —preguntó Reiviet.

—Hoy es martes, se supone que tú y Fritz juegan juntos los martes, ¿recuerdas? —le dijo suavemente Reich.

—Pero es que solo hoy puede Peter, y Fritz no se enoja.

—No veo nada de malo con que vaya, podemos decirle a Alemania que el viernes los deje jugar —comentó URSS.

—Supongo que podría intentar hablar con Ale para eso, sabes cómo es de estricto con el pobre niño —Third rodó los ojos, pensando en su pobre nieto.

—Papa, ¿Me puedes dar dinero hoy?

—Nash, te di dinero ayer...

—Si, lo sé...

Reich se levantó de la mesa para empacar el almuerzo de sus hijos, el cual había preparado el día anterior, era un poco de todo. Reiviet se llevaría algo de lasagna con fruta picada y jugo natural de mandarina. Nazviet se llevaría un poco de arroz blanco, salmón con aguacate, unas barritas de frutas y jugo de manzana. Y Bernadette llevaría unas albóndigas, con ensalada, uvas y jugo de naranja.

Todo lo metía en la respectiva lonchera de cada niño, todas diferentes para saber cuál era de quién

—¿Entonces para que necesitas más dinero?

—Es que... Hay una niña en mi salón que sus papás nunca le empacan comida, y con el dinero le compro un sándwich y un jugo en la cafetería.

La pareja se miró, ¿Su hijo estaba alimentando a otro niño?

—Bebé, nos hubieras dicho antes, te hubiera mandado comida extra para que le des —dijo Reich, sorprendido.

—Pense que se iban a enojar...

—Oye —URSS tomo la manita de su hijo, sonriéndole —, nunca nos enojaríamos por algo así, es muy noble de tu parte querer ayudar a un compañerito... Te daré dinero, pero a partir de mañana tu Vati meterá comida extra en tu lonchera para esa niña, ¿vale?

Reich sonrió y asintió, tomando rápidamente una manzana y lavando la para meterla a la lonchera de Nazviet.

—Por ahora meto una manzana, pero mañana pondré más comida.

—Gracias —la sonrisa del menor era grande.

Le gustaba ayudar.

A las siete y cincuenta, URSS tomaba a todos los niños y los metía a su auto para poder llevarlos a la escuela, Reich se despedía de un beso de todos, incluido su esposo, y los veía irse.

El los recogía todos los días a menos que estuviera indispuesto, pero por lo general los recogía.

Y ahora solo quedaba ordenar la casa, cocinar la comida y darse un baño.

Una vida hogareña.

Reich es amo de casa, eso lo digo seguido, le gusta esa vida, y además así siempre está pendiente de sus hijos.

URSS es un padre muy presente, si necesita tiempo para sus hijos, lo toma sin problema, porque en realidad trabaja porque quiere, no porque deba.

Cervezas y VodkaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora