Capítulo 12

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Alessandra

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Alessandra



En silencio, observaba a aquella mujer que limpiaba las raspaduras de mis rodillas. Notaba la molestia en su rostro tenso, pero al mismo tiempo una preocupación que no pasaba desapercibida.

—Te he dicho miles de veces que tengas cuidado a la hora de patinar—Colocó un par de curitas en mis rodillas, con un suspiro cansado. No queria ser una carga para ella.—Dime... ¿quién más curará tus raspones si no lo hago yo? Comenzarás a valorarme cuando deje de hacerlo.

—Lo siento, tía Vivían... prometo tener más cuidado la próxima vez—Entrelacé mis manos, con la mirada puesta en el piso de mármol.

Ella tomó mi rostro entre sus manos, y sonrió con calidez. Sin decir nada, besó mi frente. Mi tía siempre había estado ahí para mí cuando mi madre no. Era una mujer hermosa por dentro y por fuera.

—Tranquila, cariño. Siempre estaré para curar tus heridas.

Una sensación punzante interrumpió mi ensimismamiento. Parpadeé un par de veces, saliendo de mis recuerdos, para encontrarme con Gaby colocando con cuidado un algodón con cinta en el lugar donde la aguja había pinchado mi piel.

Mis ojos se posaron en la bolsa de sangre que reposaba a un lado, recordándome el motivo de mi presencia en ese lugar. Habían extraído sangre de mi cuerpo para Dylan, ese hombre la necesitaba con urgencia.

—La gente no ha parado de hablar sobre ustedes desde que llegaron, debe ser extraño para ti—Gaby habló después de entregarle la bolsa de sangre a uno de sus compañeros, quien salió del lugar sin tiempo que perder.—Me refiero a los rumores... todos aquí tienen sus opiniones sobre el asunto.

—Me importa una mierda la opinión de los demás—Respondi con sequedad mientras me colocaba de pie. Estaba exhausta, y lo único que quería era llenar mi estómago de alcohol.—Y no me hables como si fuéramos amigas de toda la vida. Los años no borrarán el pasado.

Lancé una última mirada al interior de la carpa militar, con toda la intención de salir y buscar a mis amigos, cuando su voz me detuvo en seco. Gaby sabía de que manera robar mi atención.

—Quiero lo mismo que tú, Alessandra. Bianca también me arruinó la vida—Se cruzó de brazos, con el ceño notoriamente fruncido—Esa perra se encargó de manipular a las luciérnagas antes de largarse con la única intención de traicionarlos. Ni siquiera puedo entender como Tessa y Georg terminaron de su lado.

—¿Me estas pidiendo una alianza de forma indirecta? ¿O son solo ideas mías?—Froté mi barbilla y me acerqué con paso lento. Gaby respondió mis preguntas al no pronunciar palabra alguna. Parecía insegura, pero estaba decidida—Déjame ver si entendí, ¿quieres qué te ayude a vengar la muerte de la jodida zorra que me golpeaba? ¿De la jodida zorra que me dejó en ropa interior frente a nuestros compañeros de clase? ¿De la jodida zorra que me encerró en una habitación con arañas? Debes de estar bromeando—Solté una risa seca, la situación era demasiado irreal.

𝔸𝕡𝕒𝕣𝕚𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒𝕤 𝕀𝕀 ; 𝕋𝕠𝕞 𝕂𝕒𝕦𝕝𝕚𝕥𝕫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora