Capítulo 31

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Alessandra

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Alessandra



Desde el umbral de la puerta, observaba en silencio a Bill, quién estaba sentado junto a la cama de Christopher, inclinado hacia adelante, con la expresión cargada de preocupación y tristeza al mismo tiempo. Su mano descansaba sobre la de su chico, apretándola ligeramente como si así pudiera transferirle su fuerza.

Christopher, con el rostro pálido y ojeroso, dormía profundamente. La explosión que había librado para sobrevivir había dejado huellas visibles en su cuerpo; estaba débil, pero aún respiraba, y eso era lo único que importaba en ese momento. Sin embargo, yo sabía que en mi mente seguía ardiendo la misma sed de venganza que nos había llevado hasta ese punto. No importaba que hubiese sobrevivido; mi determinación no había disminuido.

Bill le hablaba en voz baja, susurrando palabras que apenas alcanzaba a escuchar desde donde estaba. No tenía duda de que eran palabras llenas de amor, el hermano de Tom siempre había sido tan abierto cuando se trataba de sus sentimientos. Lo sabía perfectamente. Después de todo, me había transmitido su amor de esa manera demasiadas veces.

Podía sentir mi corazón latir con fuerza en el pecho, cada palpito era un recordatorio de la ira que aún bullía en mí. Pero también sabía que este no era el momento. Bill necesitaba ese instante de calma, y Christopher, aunque no lo supiera, necesitaba al chico que amaba cerca, aunque fuera solo para escuchar sus palabras melosas.

—¿También crees que se traté de una trampa?—crucé miradas con aquel pelinegro en el momento que lo escuché hablar. No negaba que me había sorprendido su tono de voz tan sereno. Considerando la situación, creía que sus emociones estarían tomando el control de su cabeza.

—Es extraño que el enemigo dejará rastro la misma noche de la explosión. Conocemos a Ryan, el cabrón sabe que nos encontramos en un momento de desesperación. Cualquier pista, por mínima que sea, podría ser lo que nos lleve al escondite de esas ratas—suspiré mientras llevaba una mano a mi frente para frotarla. Odiaba que mis emociones estuvieran tomando control de mí en ese instante.—Estamos llendo a una trampa segura.

—Alessandra, ambos sabemos que eso no nos importa. Ya lo dije antes, el árbol dejará de crecer hasta que cortemos la raíz, y esa puta raíz es Ryan. Quizás el resto de sus aliados sean peligrosos, pero no dejan de ser peones de ese bastardo. Tal como nuestros padres, ambos eran valiosos para la corte y el blanco principal de las luciérnagas en aquel tiempo—habló con un toque de resentimiento, cruzándose de brazos. Tenía razón, sin Ryan muerto, el árbol seguiría creciendo.—Odele era débil antes de conocerlo, y míralo ahora. El cabrón sigue vivo gracias a la asociación.

Asentí a cada palabra que decía. Mis dedos, casi de manera inconsciente, comenzaron a acariciar mi barbilla mientras mantenía la mirada fija en Christopher, que seguía dormido. Su respiración era lenta, pero constante. El caso de Odele había sido el de muchos en la corte, pero no de todos.

𝔸𝕡𝕒𝕣𝕚𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒𝕤 𝕀𝕀 ; 𝕋𝕠𝕞 𝕂𝕒𝕦𝕝𝕚𝕥𝕫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora