Capítulo 20 (Parte II)

1.8K 180 109
                                    

Narrador

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Narrador





El alemán jadeó, sintiendo un dolor punzante que comenzaba a expandirse por su estómago. Estaba acostumbrado a lidiar con esa clase de heridas, así que respiró mientras observaba la sangre oscura y espesa manchando sus dedos.

Sus ojos se fijaron sobre la chica de cabello negro que sostenía su pistola con manos temblorosas, no por miedo o pánico, sino por la rabia que intentaba ahogar. Alessandra quería asesinar a Bianca, eso quedaba claro.

Tom relamió sus labios secos, percibiendo el olor fresco de la pólvora y la sangre. Sus compañeros estaban en medio de una lucha contra los acechadores. Por suerte, Bill podía encargarse del enemigo sin complicaciones.

Cada bando atacaba con movimientos letales, ninguno de ellos pensaba perder la vida con tanta facilidad. La gente de los gemelos tenía un objetivo, y estaban dispuestos a alcanzarlo sin importar los obstáculos.

—¿Por qué? ¡Dame una sola razón por la que decidiste traicionarnos, Bee!—El masculino presionó su herida con fuerza, sintiendo como su cuerpo temblaba a causa de la rabia contenida. Suficiente tenía con la pérdida de sangre.—¡Sabes que la deslealtad es de las cosas que más detesto. Odele perdió la lengua gracias a eso! ¡Tú y tu maldita hermana eran parte de mi mundo, de mi gente, de mi pandilla! ¡Has caído demasiado bajo, Bianca!.

—Guardaba mi lealtad y mi corazón por ti hasta que Alessandra entró en tu vida de nuevo. ¡Dejaste de tomarme importancia y olvidaste lo que pasamos durante esos seis años, seis años en los que ella no estuvo para ti ni para tu maldito hermano!—La rubia contestó casi de inmediato, señalando la mesa en donde la pareja estaba escondida. Sus ojos reflejaban una tormenta de emociones que no podía controlar.—¿Acaso ella te curó los nudillos? ¿Te cuidó cuando te emborrachabas y te metías drogas? ¿Te visitó en el reclusorio? ¡¡No, fui yo quien siempre estuvo ahí, aún sabiendo que tu corazón le seguía perteneciendo a la chica que dejó morir a tu propia madre!.

—Jodida zorra...—Alessandra tensó su mandíbula, escuchando el rechinido de sus dientes al chocar con fuerza. El odio que le guardaba a esa chica no se comparaba con ningún otro sentimiento, ni siquiera Eliana pudo provocarle lo que Bianca lograba con unas simples palabras.—Ambas sabemos que las cosas habrían sido diferentes si no fuera por ti y tu puto deseo de arruinarme la existencia. ¡¡Deja de hacerte la víctima, bastarda de mierda!! ¿Por qué no te quitas tu disfraz de oveja y muestras tu verdadera apariencia, Bee!? ¡Te perforaré la cabeza de la misma forma en que Helena se la perforó a la infeliz de Micaela!.

La pelinegra se levantó del suelo con rapidez y jaló el gatillo sin titubear. Sus ojos, oscuros y despiadados, brillaban con una furia amenazadora. Tom intentó hablarle, pero sus palabras se perdieron entre los disparos y los gritos del enemigo.

Por cada acechador que caía, dos más tomaban su lugar. Era imposible quedarse en su posición por más tiempo, había mucho espacio para que el enemigo pudiera atacar y poco apoyó por parte de sus amigos, quiénes ya se habían separado para ganar terreno de alguna manera.

𝔸𝕡𝕒𝕣𝕚𝕖𝕟𝕔𝕚𝕒𝕤 𝕀𝕀 ; 𝕋𝕠𝕞 𝕂𝕒𝕦𝕝𝕚𝕥𝕫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora