hasta las lágrimas se secan

Querido diario: Hoy hablé con papá.

Querido diario.

Estas hojas las encontrarás algo húmedas o arrugadas, pero son las lágrimas saldas que no dejan de caer por mis mejillas.

Explícame, ¿cómo un padre puede odiar tanto a su hija?

La conversación con mi papá hoy me dejo un nudo en la garganta y en el corazón. Al principio había una chispa de esperanza cuando comenzamos a hablar, pero cuando intenté compartir mis miedos más profundos y emociones más vulnerables, su rostro se endureció y su voz se llenó de frustración. Fue como si no pudiera soportar la carga de mis palabras.

Cuando se marchó, el silencio que dejó atrás resonó en mis oídos, y me encontré sumida en profunda tristeza y nostalgia. ¿Cómo puede ser que mi propio padre no pueda enfrentar la realidad de mi situación? ¿Cómo puede negarse a escuchar mis temores y preocupaciones?

A pesar de mis intentos de comprensión, no puedo evitar sentir un amargo sabor de rencor. ¿Por qué no puede simplemente estar ahí y poder resolver nuestros problemas, como mamá? Su ausencia emocional me deja con un vacío que parece imposible de llenar.

Pero entonces, mamá entró a mi habitación con sus brazos abiertos y su corazón lleno de amor. Sus palabras suaves y su presencia reconfortante me recordaron que, incluso cuando papá falla, siempre puedo encontrar consuelo en el abrazo amoroso de mamá.

Hoy, mi corazón está lleno de tristeza, nostalgia y un poco de rencor hacía papá. Pero también está lleno de gratitud por tener a mamá a mi lado en este viaje difícil.

Con amor y un poco de pesar,

Zoé Williams.  

NOTA DE AUTORA: Hola, lectores.

Solo vengo a anunciarles que se acerca la recta final. 

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