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"Pequeña Pham."

Dos palabras.

Dos simples palabras.

Sin embargo, la dejaron congelada en su lugar. Con los ojos cerrados con fuerza.

Hanni no quería abrirlos. No se atrevía a hacerlo.

Un aroma.

Una voz.

Sin embargo, ella estaba asustada.

Tenía miedo de que una vez que abriera los ojos, la otra no estuviera allí.

Que no era más que su imaginación jugando con ella.

Minji había muerto hace dos años.

Sus restos fueron colocados junto a los de su padre.

Hanni lo sabía porque a veces la visitaba.

"Hanni." un susurro.

Muy tentador.

Muy acogedor.

Hanni quería ceder.

Ella quería abrir los ojos.

Pero tenía miedo.

Miedo de no ver nada más que un patio trasero vacío.

Un paso.

Ella podía oírlo.

Ella podía olerlo.

Cigarrillos y fresa.

Otro paso.

Y luego calor.

Calor.

Sintió un par de brazos cálidos que rodeaban su cuerpo. Abrazándola en un fuerte abrazo. Sosteniéndola como si dejarla ir no fuera una opción. Como si pudiera desaparecer en cualquier momento.

Ella lo sintió.

Ella lo olió.

El aire que se respiraba contra su cuello era cálido.

Se le puso la piel de gallina.

Era real.

¿No es así?

¿O se había vuelto loca?

Una mano. Suave.

Un pulgar limpiando las lágrimas que no había notado que caían. Bajando por sus mejillas como si estuvieran corriendo.

Tan suavemente.

Como si Hanni se pudiera romper.

Tan cálido.

Un contraste con la nieve que caía en una noche de invierno.

"Estoy aquí." Otro susurro. Aire caliente golpeó contra su piel. Una boca estando cerca de ella. Una nariz que le rozaba la mejilla.

"Soy real."

Hanni abrió los ojos, mirando hacia la realidad esperándola.

Caos | BbangsazDonde viven las historias. Descúbrelo ahora