50. A pocos pasos

2.1K 171 111
                                    


―¡Deja tus manos quietas! ―la retó Luz.

―Pero Luz... Amor... No creo que sea... Aún tenemos que hablar de muchas cosas y... y... Y tu vuelo sale en... en...

Amity sabía que por la mirada de hambre que tenía su novia no iba a convencerla, pero de todas maneras tenía que probar y hacer el mayor esfuerzo posible por no entregarse a la dulce, tierna e inocente Luz que cuando tenía a Amity desnuda enfrente de alguna forma se transformaba en una idiota, engreída y dominadora que realmente no le importaba que apareciera de vez en cuando, al contrario, le gustaba.

― Amor... por favor... ―intentó besarla para calmarla pero Luz no quiso nada de eso, alejó la cara de Amity y apretó aún más sus agarres y dejó que sus manos toquetearan todo lo que ella quería abusar literalmente del cuerpo de Amity.

La empresaria no hizo más que cerrar sus ojos y tratar de recordar como carajo había llegado desde estar muerta de cansancio por culpa de un incómodo hospital a haber pasado lo que restaba de la noche teniendo sexo con la mujer de su vida. La arena que aún quedaba entre sus dedos se lo recordó en el momento crucial. La playa.

Había vuelto de la playa prácticamente entregada en los brazos de Luz, no solo por la desesperación que tenían ambas de seguir tocándose y de no poder separarse, sino también porque hacía un año casi que no había tenido relaciones y tener de vuelta el gigante miembro de la morena dentro de ella sumado a la presión que el agua del mar había ejercido, había sido todo una hazaña.

Hazaña que se duplicó cuando Amity quiso pararse y volver a su casa por su cuenta, sencillamente sus piernas se aflojaron.

La empresaria no podía culpar a Luz. Por más que la tatuadora fue tan gentil como su misma desesperación se lo permitió, Amity no pudo evitar haberse sentido virgen de nuevo. Después de la cuarta vez que le pudo seguir el ritmo a Luz, Amity solo decidió entregarse a lo que su novia quisiera hacer con ella dentro del agua. Su cuerpo, alma y mente ya estaban sobre la luna, no había nada por hacer más que gozar el placer que la tatuadora le estaba regalando.

Lo que la ojiambar nunca se esperó es que aun después de las largas horas haciendo el amor dentro del mar, aun de la caminata que Luz había tenido que hacer con Amity en sus brazos, al llegar al dormitorio el pene de Luz siguiera tan vivo y coleando como lo sintió apenas su novia se ubicó en su espalda una vez que se adentró al mar.

No había otra opción, a Amity no le había quedado otra que sacar sus habilidades empresarias y negociar con su novia un par de minutos de sueño a cambio de varias sesiones posteriores de sexo desenfrenado. Minutos en los cuales Amity aprovechó para dormir mientras que Luz solo miraba los números del reloj cambiar y con sus dedos llevaba la cuenta de cuanto faltaba para volver a sentir la vagina de Amity apretando su pene.

Tantas eran las ganas de recuperar el tiempo perdido que tenía la tatuadora que apenas la alarma de Amity anunció el fin de su descanso, las manos de Luz ya estaban explorando el sexo de la contraria en busca de la humedad requerida. De más está decir que esa fue la única siesta que Amity pudo tomarse, y tampoco está de más recordar, que Amity negociando enfrente de un "rarón" levantado y poderoso acompañado de una tierna cara torcida, no tiene los mismos resultados que detrás de su poderosa silla de oficina. Luz ganó cada una, por no decir todas, de las batallas.

La empresaria sufría una clara derrota en su campo de experiencia que la tenía exactamente ahora, a las siete de la mañana, a una hora de que el vuelo de Luz saliera de vuelta a New York para que la morena pudiera rendir su examen, en la cama, acostada en el pecho de su novia, con sus piernas abiertas y atrapadas por las piernas de la morena, y luchando para que dejara libre sus manos para cubrir su sexo expuesto y libre de las torturas de su novia.

No soy para ti (Lumity G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora