Venecia di Angelo.
Campamento mestizo.El verano pasado fue uno de los más solitarios para Venecia, por primera vez en tres años su mejor amiga Annabeth había regresado con su padre al mundo mortal, Grover obtuvo su licencia para buscar a Pan y tanto Percy como Raissa decidieron regresar con sus familias,y para más remate Luke el chico que le habia salvado la vida, su compañero de cabaña y amigo los había traicionado y casi mato a Percy y Annabeth en el proceso.
Venecia solo contaba con la compañía de Clarisse en el campamento, apesar de no tener la mejor relación del mundo ambas lograron congeniar bastante bien, empezaron a entrenar juntas.
Quirón y el señor D permitieron que Venecia durmiera en la cabaña de Ares hasta que llegaran los demas campistas. Si bien no eran íntimas amigas que se contaban su vida entera a la otra, ambas se entendían mejor que nunca por lo solitarias que se sentían.
La mañana de la carrera hacia calor y mucha humedad. Una niebla baja se deslizaba pegada al suelo como vapor de sauna. En los árboles se habían pasado miles de pájaros: gruesas palomas blanco y gris, aunque no emitían el arrullo típico de su especie, sino una especie de chirrido metálico que recordaba al sonar de un submarino.
La pista de la carrera había sido trazada en un prado de hierba situado entre el campo de tiro y los bosques. La cabaña de Hefesto había utilizado el toro de bronce, domesticado por completo desde que le habían machacado la cabeza, para aplanar una pista oval en cuestión de minutos.
Había gradas de piedra para los espectadores: Tántalo, los sátiros, algunas ninfas y todos los campistas que no participaban. El señor D no apareció.
-¡Muy bien! - Anunció Tántalo cuando los equipos empezaron a congregarse en la pista. - Ya conocen las reglas: una pista de cuatrocientos metros, dos vueltas para ganar y dos caballos por carro. Cada equipo consta de un conductor y un guerrero. Las armas están permitidas y es de esperar que haya juego sucio. ¡Pero traten de no matar a nadie! Cualquier muerte tendrá un severo castigo. ¡Una semana sin malvaviscos con chocolate en la hoguera del campamento! ¡Y ahora a los carros!
Venecia estaba sentada en las gradas mirando cuando llegó Raissa arrastrando a Lexter, casi obligándolo a sentarse con ambas chicas.
-Hola Vennie.- saludo amigablemente Raissa y le dió un codazo a Lexter.
-Hola...- saludo Lexter frotándose su brazo derecho.
-Ehm...Hola.- saludo Venecia confundida.
-¿Que estás haciendo? - pregunto Raissa con una amplia sonrisa en su rostro.
-Veo la carrera...- contesto Venecia - ¿Estás bien?
-¿Yo? Si... perfectamente - Raissa rio y miro de forma extraña a Lexter.
Unos chirridos provenientes de los árboles pusieron nerviosa a Venecia, una mala sensación la invadió de inmediato sujeto su espada con fuerza, Tántalo no parecía preocupado, pero tuvo que levantar la voz para hacerse oir entre aquel bullicio.