7 año después...
—Todo saldrá bien —dijo Rosa, dándome una palmadita en la espalda, le había pedido que se vistiera de azul, pero había ido más allá, tiñendo también su cabello del mismo color. Aunque parecía un pitufo, no tuve el corazón para decírselo—. He investigado a todos los invitados. La tía abuela de Thomas es alérgica al salmón, así que la he colocado lejos de tu tío, que siempre huele a pescado.
Rodé los ojos y tomé una profunda respiración. Rosa se había convertido en una eficiente agente del FBI y, aunque a veces me costaba admitirlo, seguía usando sus habilidades para situaciones que no debía, como investigar a los invitados de una boda.
—¿Hay algo más que deba saber? —pregunté, intentando mantener la calma mientras ella se inclinaba para ajustar mi sencillo vestido blanco, delicadamente adornado con pequeñas perlas en los tirantes y los bordes. Con cuidado, colocó unas orquídeas en mi cabello, las mismas que mi madre había elegido.
—Nada más —su voz se quebró.
—No llores. Si empiezas, yo también lo haré —advertí, pasándome una mano por las pestañas. Mi maquillaje estaba impecable y no quería arruinarlo.
—No puedo evitarlo; a veces, simplemente, el corazón se me ablanda. Ni siquiera lloré cuando Connor se casó con April.
Y antes de que pudiera responder, la música comenzó a sonar. Rosa se secó rápidamente sus lágrimas, se puso de pie y me guiñó un ojo.
—Esa es la señal —dije, sintiendo un ligero temblor en mi voz. Con delicadeza, ella me acomodó el ramo de rosas blancas en la mano y tomó el suyo.
Se dirigió hacia la gran puerta y yo conté mentalmente, mi momento estaba cerca. El vestido caía en ondas suaves hasta el suelo, y mi madre ya se había asegurado de que la silla no interfiriera con nada. Yo había decidido añadir unos discretos dibujos en el dobladillo. Eran casi imperceptibles, pero sabía que Thomas los amaría.
—¿Lista, cariño? —mi padre asomó la cabeza por la puerta, su rostro se iluminó con una sonrisa—. Estás increíble.
—Oh, no, no llores tú también —le dije al notar sus ojos brillantes.
—No estoy llorando, tú estás llorando.
Me pasé la mano por la cara y me di cuenta de que era cierto. Yo estaba llorando.
—Son de felicidad —una sonrisa se dibujó entre las lágrimas.
Me sequé el rostro y me aferré a su mano cuando me aseguró que el maquillaje seguía en su lugar.
—Lo dejarás boquiabierto —susurró papá cuando las puertas del salón se abrieron.
Reí, dudando si aún era posible sorprender a Thomas después de todo lo que habíamos compartido. Habíamos atravesado incontables momentos juntos: años de idas y venidas. Nuestra primera vez fue en mi habitación de la universidad, estábamos muy nerviosos; y a esa le siguieron innumerables veces. La noche que celebramos nuestras graduaciones con pizza y chocolate, y después celebramos con helado al conseguir empleos en la misma ciudad, en Nueva York.
Recordé el día que me propuso matrimonio, el anillo era tan grande que se cayó en una alcantarilla, las risas vinieron después, cuando los bomberos lograron sacarlo intacto con olor a cloaca. Reviví el momento en que vimos a Amber en un anuncio de televisión postulándose para Miss Universo y terminamos buscando sus fotos en Instagram.
También tuvimos momentos tristes: el funeral de su abuelo y las horas que pasamos tumbados en el cementerio, simplemente mirando al vacío. Las veces que alzamos la vista al cielo y pensamos en Oliver, y las muchas visitas a su tumba. El emotivo discurso que escribieron los gemelos para despedir a Thor en una mañana lluviosa. Thomas y yo habíamos construido un presente.
Mi padre caminaba con paso lento y medido. Al mirar hacia el frente, vi a mi madre y a la madre de mi futuro esposo, ambas cogidas de la mano. Los grandes diablillos que alguna vez fueron niños traviesos y que ahora eran jovencitos estaban su lado. Julien aplaudió emocionado cuando pasé a su lado, y el padre de Thomas hizo lo mismo. Yo tenía dos suegros, y me sentía verdaderamente afortunada por ello.
Pero cuando finalmente dirigí mi mirada hacia adelante y vi a mi mejor amigo esperándome al final del pasillo, se me olvidó todo lo demás; tanto lo bueno como lo malo.
Thomas se secó unas lágrimas discretamente, y justo cuando pensé que no podía llorar más, me encontré también limpiándome las mías. Finalmente, llegamos al altar. Mi padre me dio un tierno beso en la mejilla y con cuidado colocó mi mano sobre la de Thomas.
—Hola —susurré con voz suave.
—Hola —respondió él con una sonrisa.
Nos miramos fijamente por un instante, los ojos brillantes de emoción, con nuestras manos entrelazadas. Luego, nos giramos listos para concentrarnos en todas las promesas que estábamos a punto de hacer, promesas que nos comprometíamos a nunca romper.
Conteo de palabras: 831
Gran total: 39 247 palabras.
Agradecimientos:
A ti, que leíste hasta aquí .
Y al equipo del Open Novella Contest, por hacer volar nuestra imaginación.
Dedicatoria:
A Rose, una estrella en el cielo.
Rosaura era una compañera de universidad, la llamábamos Rose , estaba a punto de casarse y era la persona más alegre que te podías encontrar. Ya estarás atando cabos que ese era el apellido de Oliver.
Rose falleció en un accidente de motocicleta cuando su prometido la recogió en la parada de autobús después de clases, era de noche y el coche que venía de frente no los vio.
Su novio sobrevivió, y a petición de sus padres fue enterrada con el vestido de novia que ella había comprado unos meses antes. La despedida de Rosaura ha sido uno de los momentos más impactantes en mi vida.
Su novio, después de mucha terapia y el amor de sus amigos y familiares, logró rehacer su vida, se casó hace tres años.
Soundtrack
Escuché muchas canciones en estos tres meses, pero hay una en especial que me recuerda a Thomas. Aquí te la dejo:
Nos leemos en el camino, un abrazo.
Ka✨
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Lo que prometimos (ONC 2024)
Teen FictionAlgunas promesas, especialmente aquellas hechas en los momentos más difíciles, pueden ser el puente hacia un nuevo amor. ✨✨✨✨✨✨✨ Penélope, una adolescente de diecisiete años, se encuentra confinada a una silla de ruedas después de un devastador acc...