No había averiguado mucho más después de los primeros hallazgos. Todo lo que sabía se resumía a que Ibbie y Alondra habían ido juntas a la escuela, donde fueron muy cercanas, tanto que la gente asumía que eran novias, y que probablemente lo fueron antes de que todo terminara lo suficientemente mal como para que su el grupo de amigas se posicionara en contra de la vocalista de mi banda favorita.
Había buscado hasta el cansancio en cada recoveco del internet al que podía acceder, no tanto porque el misterio me quitara el sueño, sino porque tenía dificultad dejando ir las cosas. A veces podía ser un poco obsesiva, y con la pierna sobre un par de almohadas y nada que hacer en todo el día, no fue difícil que aquel secreto consumiera varias horas que apenas sentí pasar. Por mi propio bien, cuando ya estaba releyendo los mismos comentarios por tercera vez, me obligué a parar y dejé la computadora de lado. Me dolía la cabeza y ya estaba anocheciendo, pero igualmente fui por mi set de manicura, sabiendo que eso mataría al menos el siguiente par de horas. Cuando pensaba en que me quedaban semanas tirada en la cama, me daban ganas de inhalar el esmalte y morir por intoxicación.
Encendí también mi parlante y puse la playlist de The Ultimate que tenía en repetición; sus canciones, entremezcladas con temas de otros grupos similares, siempre me subían el ánimo. Hasta ese entonces. Ahora que Ibbie no era más una figura anónima en un escenario, me costaba escuchar su música sin pensar en ella. La había visto muy afectada esa mañana, tanto que me costó un tanto dejarla ir así como así. Algo tenía que te ablandaba por dentro, quizás era esa sensación de indefensión que emanaba, o el hecho de que, con su tamaño, pareciera un oso de peluche bajo la sombra de ojos negra y el cabello recortado para todas partes.
Tomé el celular medio esperando que me hubiera escrito, medio sabiendo que no lo había hecho, porque lo había revisado hacía apenas unos minutos buscando exactamente lo mismo. Si tanto te preocupa, escríbele tú, me dije, pero no era tan simple: yo nunca escribía primero, y era una regla que no me interesaba saltarme. Además, era ella quién se había desmayado sobre mí, rompiéndome la pierna. Si alguien tenía que preocuparse de cómo estaba la otra, no era yo.
Para distraerme, abrí la carpeta donde tenía guardados los diseños que quería hacerme. Repasé todos, indecisa, hasta escoger uno del color del mar en invierno, con un brillo sutil y aplicaciones en relieve: eso tendría que bastar para distraerme por largo rato. El teléfono vibró tan pronto como lo dejé sobre la cama, la playlist reproducía la canción durante la cual Ibbie se había desmayado, y me descubrí sonriendo cuando vi que se trataba de ella. Me preguntaba cómo estaba, si me dolía la pierna, y rápidamente le devolví las preguntas, más preocupada por cómo la había visto al irse de lo que me habría gustado aceptar. Se apuró a decirme que estaba bien, pero se tardaba tanto en escribirme que sospeché que mentía. Luego de casi un minuto dejó de escribir y me envió un mensaje de audio, diciéndome que le costaba mucho tipear con la mano enyesada, pero que no le dolía tanto. Su tono se oía apagado a pesar de que era obvio que trataba de hacerlo sonar más animado; el contraste con su voz en la canción que estaba reproduciéndose me hizo sentir extraña. No tenía por qué importarme haberla visto tantas veces al borde del colapso, y no estaba segura de que lo hiciera realmente, pero había despertado cierto interés en mí que antes no estaba allí.
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[FINALISTA WATTYS '24] Llévate estas canciones viejas
Teen FictionIbbie es la cantante de The Ultimate, una banda punk que toca en bares durante las noches del fin de semana. Los días los pasa intentando no volver a hundirse en la depresión de la que acaba de salir, causada por una situación de abuso que se extend...