Las pesadillas me asechaban sin parar. Las tenía hasta despierta, eso, o mi propia mente me estaba saboteando, trayendo de vuelta mis recuerdos y empeorándolos a tal punto que tenía ganas de partirme el cerebro con las manos.
Ni Oly ni Dara habían logrado que saliera de la casa, y luego de que lo intentaran un par de días, dejé de contestar sus mensajes. Él vino a verme un par de veces, pero pretendí estar dormida en cada ocasión. No tenía energía para mantener una conversación, mucho menos para verles la cara después de lo que les había pedido hacer: ¿tendrían el mismo miedo? ¿Escucharían también la voz de Alondra tras la puerta o la verían pasar afuera de la ventana? Esperaba que no, que me lo hubiera llevado todo yo. Quizás me odiaban y por eso me enviaban tantos mensajes... si los abría, los encontraría acusándome de ser el monstruo impulsivo que había demostrado ser. Quizás Oly había venido solo para cortar relaciones conmigo, porque era un caballero, y Dara no se había aparecido porque simplemente no quería molestarse más, ni siquiera para gritarme.
Era mejor así. Me había estado dando duchas por partes, porque no soportaba la desnudez. El pelo ni me lo había tocado: si estaba mucho tiempo en sola en el cuarto de baño me entraban ideas raras y peligrosas, así que tenía un nido de ratas en la cabeza, ni siquiera podía disimularlo con el moño que me había hecho. Mi mamá venía a cada rato a ver que estuviera bien, le decía que sí, pero era obvio que no, y por más que lo intentara, no me sacaría una sola palabra. Era capaz de ir a denunciarme ella misma a la policía para devolverme al camino recto de la vida, así que dejaba que se contentara con migajas de respuestas que no querían salir.
Extrañaba muchísimo a Dara. La forma en que me abrazaba era diferente a todo lo que había experimentado en mi vida, como me rodeaba con los brazos al dormir juntas y me acunaba a pesar de que yo era mucho más grande que ella. Me gustaba el olor frutal de su perfume y la mezcla que hacía con los mil productos que se ponía en la piel y en el cabello- También disfrutaba lo suave que era al tocarla y la absoluta seguridad que me entregaba cuando deslizaba sus manos sobre mí. Habría llorado si me hubieran quedado lágrimas, pero el dolor de cabeza y la deshidratación me impedían seguir sollozando, aunque no seguir lamentándome, así que estaba en eso cuando oí la puerta abrirse y me tapé más la cabeza con la almohada.
—Mamá, estoy bien —dije antes de que me preguntara. Su tono apremiante estaba empezando a angustiarme—. Sólo necesito descansar.
—¿No has descansado demasiado?
Me giré de inmediato, esa no era la voz de mi mamá.
—¿Dara?
—Mira, si hasta te acuerdas de mi nombre —dijo, pero no podía saber si estaba bromeando, porque no le veía la cara con las luces apagadas.
—Voy a encender la luz —anunció, y no alcancé a decirle que no antes de que lo hiciera—. Vaya, vaya.
Ya sabía lo que estaba pensando y de poder, me habría muerto en ese momento. Mi habitación era un caos, llena de envases de bocadillos mal escondidos bajo el catre y mi ropa de hace días tirada sobre el suelo. Mi cama era una maraña de mantas casi peor que mi pelo y la mesa de noche y el piso alrededor estaban cubiertos en pañuelos usados.
ESTÁS LEYENDO
[FINALISTA WATTYS '24] Llévate estas canciones viejas
Teen FictionIbbie es la cantante de The Ultimate, una banda punk que toca en bares durante las noches del fin de semana. Los días los pasa intentando no volver a hundirse en la depresión de la que acaba de salir, causada por una situación de abuso que se extend...