Ibbie no me permitió ir a ninguno de los últimos ensayos que tuvo con la banda. Oliver me había soplado que me estaba preparando una sorpresa, pero por más que lo presioné, no soltó nada más. Tampoco podía preguntarle a ella directamente, porque no quería que sospechara de su mejor amigo, y aunque intenté con indirectas, su voluntad era de hierro.
Durante esos días me había ocupado estudiando para las materias que había dejado un poco de lado, pero insistí en instalarme en el café frente a Cortopunzante para asegurarme de que Alondra no se pasara por ahí. Por suerte, no lo hizo nunca, era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra y uno de esos días me enteré del por qué. No podía creerlo cuando lo vi, pero allí estaba la dichosa 'funa' que le venía persiguiendo como una sombra desde hacía quizás cuánto tiempo. Era un post en Instagram que se había viralizado a causa del morbo y que atrajo a más víctimas de lo que parecía ser una acosadora serial. Todas contaban historias similares a la de la chica que subió las capturas de pantalla; que se habían conocido en una aplicación y que Alondra había sido encantadora hasta que le negaron alguna cosa y luego había cambiado completamente. Algunas denunciaban abuso sexual directamente, otras acoso mediante fotos no solicitadas o llamadas incesantes. Las capturas de pantalla de la chica eran precisamente eso: llamadas de varios números distintos acompañados de fotos de moretones por el forcejeo que tuvo con Alondra al pelear para liberarse de un ataque. Eran cinco chicas las que compartieron en los comentarios, pero otras personas alegaban conocer a otras víctimas que preferían quedarse en el anonimato.
Dude mucho sobre si debía mostrárselo a Ibbie o no. Las cosas iban avanzando bien para ella: la veía más tranquila, caminaba sin mirar sobre su hombro todo el tiempo y había vuelto a terapia regularmente. Cuando las cosas se ponían sexuales entre nosotras, podía sentir su deseo de forma menos cohibida y ya no pedía perdón cuando necesitaba que nos detuviéramos. La última vez se había atrevido a explorar mi cuerpo más allá de lo habitual, y aunque sentía pánico de llegar al orgasmo, tenía la impresión de que poco a poco se iría quitando la culpa de encima y llegaría a disfrutar el sexo por completo. Como le había prometido, íbamos lento y por esa misma razón no quería decírselo y arruinar todo su progreso por completo.
Pero no podía quedarme callada. Es decir, no me lo habría perdonado, ni ella ni yo misma, así que la esperé a la salida del bar como cada tarde y supo que pasaba algo con tan sólo mirarme.
—¿Qué pasa? —El nudo en su garganta tenía nombre y apellido, y era mi responsabilidad decirle que su ansiedad estaba en lo correcto.
—Tienes que ver esto.
Oliver se asomó tras su hombro mientras ella leía la pantalla de mi celular. Su expresión se agrió de inmediato, mientras que él apretaba la boca como si estuviera tragándose todas sus palabras, esperando primero por la reacción de Ibbie. Sin embargo, ella no dijo nada. Simplemente bloqueó la pantalla y me devolvió el teléfono. Oliver y yo la miramos esperando una respuesta, pero simplemente se veía muy cansada.
—No quiero seguir pensando en ella —explicó ante nuestra duda evidente—. Estoy feliz de que le den su merecido, pero ya perdí muchos años de mi vida preocupándome de lo que hacía o dejaba de hacer.
Nunca la había oído hablar así, tan seria, sin dejarse llevar por sus emociones. Una sensación fría me recorrió la espalda ante esa nueva faceta suya; me llenó de orgullo y me dio una seguridad que no había sentido hasta ahora. Iba a estar bien.
—Siento habértelo mostrado —me disculpé. Ella negó con la cabeza.
—Fue bueno leerlo —me tranquilizó—. Pero por mí, Alondra ya no existe. No quiero dedicarle un sólo pensamiento más, excepto aquellos que me van a ayudar a quitarme todo el dolor de adentro. Lo demás sobra.
—Mira qué grande estás —la felicitó Oly, revolviéndole el cabello que ya tenía hecho un desastre—. Si hasta me pones orgulloso y todo.
—Idiota —le dijo ella, pero se notaba que también estaba contenta.
—Ya, las dejo para que vayan a hacer cosas de lesbianas —se despidió e Ibbie se puso roja de inmediato.
—Sí es idiota —dije cuando se dio la vuelta.
—Escuché eso —gritó mientras se alejaba y al menos la risa hizo que el rostro de Ibbie volviera a la normalidad.
—¿Segura que estás bien? —le pregunté cuando nos quedamos solas.
Lo pensó un poco, pero antes de que me respondiera pude ver que su cuerpo seguía en esa posición relajada que había adoptado durante las últimas semanas. El miedo no volvió a apoderarse de ella.
—Sí, estoy segura.
Le ordené un poco el cabello como cada día después del ensayo. Estaba segura de que se lo enredaba más de la cuenta a propósito, para que yo se lo peinara allí en la vereda. Por mi parte estaba encantada y lo hacía con cuidado, pasando a llevar su mejilla o deteniendo la mano en su cuello por un instante. A veces me besaba, otras, se avergonzaba. Dependía mucho del día, pero sabía que la hacía feliz igualmente.
Me ofreció su mano y yo le di la mía, y así nos fuimos caminando hasta el paradero.
Esa noche, sentí como si la viera por primera vez. Siempre había tenido presencia en el escenario, pero nunca así, tan segura de sí misma y tan despampanante.
Me pidió que nos viéramos en Cortopunzante en vez de juntarnos más temprano en su casa, y aunque le hice un puchero a través de la videollamada, me respondió con una sonrisa traviesa y cortó antes de poder ceder ante mis encantos. Así que cuando llegué al bar estaba sola, esperándola junto al resto del público como si no fuera la groupie que se había ganado su corazón.
Salieron justo a la hora, como nunca, y me quedé mirándola boquiabierta. Llevaba una polera ancha del color exacto de mi pelo recortada irregularmente bajo el pecho. Los pantalones eran de tiro alto, pero tenía expuesto el estómago y las clavículas: sobre la piel tenía varias marcas de besos hechos con un labial rojo que Oliver no se había molestado en limpiar de su boca. Varias chicas gritaron al verlo maquillado así, con los guantes fluorescentes manchados del mismo color, pero sólo yo entendía el guiño que me estaba haciendo Ibbie con toda esa parafernalia. Por primera vez en mi vida, estaba tan entusiasmada que me temblaban las piernas.
Ame tocó un acorde solitario en su guitarra y la siguieron Coco y Oliver en el bajo y la batería. No reconocí el ritmo y cuando Ibbie comenzó a cantar, supe que tampoco conocía la letra.
De su boca salían varias frases que al hilarse se convertían en una historia, nuestra historia. Entre ritmos punk y vociferaciones, Ibbie confesaba que se había flechado de mí la primera vez que me había visto bailar. Describía mi cabello como una rosa entre las cenizas, y mis movimientos como el canto de una sirena. Solté una risa al oír eso, porque sabía que le dolían los oídos cada vez que abría la boca para entonar algo, la vi guiñarme el ojo desde el escenario cuando capté la indirecta y como toda respuesta me puse a bailar como esa primera noche. La única diferencia es que no tenía los ojos cerrados, sino que no podía despegarlos de ella mientras se pasaba las manos por el cabello gritando que amaba a aquella flor que se había colado entre sus grietas a pesar de todo.
Hacia el final de la canción sacó el micrófono de su soporte y se sentó al borde del escenario, llamándome con la mirada. Asintió cuando me indiqué a mí misma y las personas se fijaron por primera vez en mí; me abrieron paso para que pudiera llegar hasta el frente mientras Ibbie cantaba las últimas estrofas y cuando estuve en frente de ella, se inclinó hacia adelante para sujetarme por la barbilla. Instintivamente me puse de puntas y la agarré del cabello, atrayéndola hacia mí, porque no podía resistirme al verla así. Terminé besándola yo, haciéndola caer del escenario sobre mi pierna enyesada. Con el sonido de la guitarra en el fondo, nos largamos a reír.
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[FINALISTA WATTYS '24] Llévate estas canciones viejas
Novela JuvenilIbbie es la cantante de The Ultimate, una banda punk que toca en bares durante las noches del fin de semana. Los días los pasa intentando no volver a hundirse en la depresión de la que acaba de salir, causada por una situación de abuso que se extend...