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POV Wanda

El timbre sonó indicando la hora de salida.Todos salieron de manera desorganizada y con unas grandes ansias por llegar a sus casas.Yo me tarde un poco guardando mis cosas y fui una de las ultima en salir del salón.

Cuando salí busqué a Pietro pero no lo encontré así que decidí salir a estacionamiento a buscarlo y no estaba.Busque el auto de Peter pero tampoco estaba.

Será que me habrán dejado,pensé.No lo creo, o no lo sé.Creo que lo mejor sería llamar a Pietro para sacarme de las dudas.Marque su número y no contestó.Marque otra vez y contestó hasta el tercer pitido.

- Pietro ¿Donde carajo estas?

-En casa.—Dijo con un tono tranquilo y burlesco.

-¿Como que en casa?, no entiendo.Y Peter?

-Aquí en casa también.

-¿Por que no me esperaron?

-Es un castigo por ser impuntual.Decidimos que no te llevaríamos a la universidad y tampoco te traeríamos a casa hasta que comiences a ser puntual y no atrasarnos en la mañana.

-Pero eso es cruel ¿En que mierda me iré ahora?¿Caminando? Además está comenzando una brisa.—Le dije enojada.

-Pues no lo sé, si quieres hacer ejercicio pues camina, tengo que colgar haré el almuerzo.

-Pietro, hola?—Carajo había cortado.Me sentía enojada, indignada, como se suponía que iba a volver, estaba comenzando a llover cada vez más recio.Pero Pietro y Peter tienen razón. Sí, soy impuntual. Pero es que la cama en las mañanas se siente como el cielo mismo.Se siente suave y las sábanas como algodón y sinceramente me cuesta dejarla.Y lo peor es que en las noches es como si fuera una piedra, me costaba dormir.Nunca he sido de las personas que duermen en la tarde, he intentado dormir en la tarde pero nunca puedo conciliar el sueño.

Salí del estacionamiento he iba a caminar.Me hace falta hacer ejercicio, no soy de las personas que se obsesionan con el gimnasio ni el físico perfecto pero siempre he considerado que caminar es un ejercicio muy bueno que te ayuda mucho para tener una buena salud. Aunque mi casa quedara un poco largo tenía que caminar ya que deje mi billetera en la mesita de noche que tengo junto a mi cama por que salí disparada de mi casa.

Estaba saliendo de la universidad cuando un auto apareció a mi derecha.Era un Audi r8 negro, lo sé por que hubo un tiempo en el que papá era un aficionado a los carros y ese era uno de sus favoritos, el solía llevarnos a expedición de autos, pero dejó de hacerlo desde lo de mamá.No pude ver quien era hasta que la ventana del auto empezó a bajar.

Y ahí estaba ella.La maestra Romanoff, tan hermosa como siempre.Ella es simplemente magnífica.Sus ojos verde azulados me hacían acordarme de una aurora boreal, la manera en que el viento movía su cabello rojizo y sedoso era un verdadero espectáculo para observar sin perderse de ningún detalle, la forma en que mordía sus labios gruesos y rosados y su piel, oh su piel, blanca y aparentemente suave, como me encantaría poder tocar su piel y sentir por mi misma si es tan suave como me la imagino.

-¿Te vas a quedar ahí parada o vas a dejar que te lleve?—Dice con una sonrisa en su perfecto rostro.

-No es necesario maestra.Puedo caminar.—le digo apenada.Pero por dentro quería correr y meterme es su auto.

-No es ninguna molestia, enserio, ven y sube.—hace una seña con su mano para que suba.

-Enserio maestra, no se preocupe.

-No voy a dejar que te resfríes por la lluvia y se que tus hermanos ya se fueron, yo los vi irse a toda prisa.—Dice, yo solo me quede de pie dudando si debía hacerlo o no, claro que quería por supuesto.Pero estar en un auto junto a ella en un espacio tan chiquito me hacía temblar.—Wanda no pienso volver a repetirlo, sube ahora mismo si no quieres tener un cero en matemáticas.—agrega ella con un tono severo.Me sorprendí pero rápidamente mente corrí al otro lado y me metí en el asiento del copiloto—No era tan difícil.—dice cuando ya estuve adentro.

-No lo era pero enserio me siento apenada.

-Es un placer para mi Wanda.—dice mirándome a los ojos.

Yo solo pude sonreírle y ella correspondió a mi sonrisa de una manera muy dulce.

-¿No me vas decir por que te dejaron? Por que te dejaron, se fueron con tanta prisa como si hubieran robado un banco.—dice riéndose un poco mostrando sus perfectos y blancos dientes.

-Fue un castigo para mi.Suelo despertarme tarde y atrasarlos así que se les ocurrió la magnífica idea de dejarme en la mañana y en la hora de salida tirada sin decirme nada.—le digo provocando su risa nuevamente.Su risa ahora era mi sonido favorito en el mundo, era majestuosa.

-Entonces ¿Por eso llegaste tan tarde en la mañana?—interroga sin quitar la viste de enfrente regalándome una preciosa vista de su perfil perfecto.Su perfil era lo que más me atrapaba en ella.Es espléndido, su perfil me encanta, me fascina.

-Así es ¿Usted por que llego tarde?—le devolví la pregunta.

-Fui a recoger el auto ya que estaba en mantenimiento en el taller y me atrase con el papeleo.—dice dándome una mirada fugaz.—¿Me vas a decir donde vives?—Me había olvidado de decírselo y me di cuenta que estuvimos dando vuelta en círculos.

-Sí si claro, perdón.—le di la dirección y no dirigimos hacia ella.

-El auto ¿Podría saber donde lo compró?—Pregunte ya que era un auto costoso y tenía mucha curiosidad y deseo por saber más de ella y su vida.Hasta el momento Natasha Romanoff era un completo misterio para mi.Me dio una mirada rápida y volvió a mirar hacia el frente.—Si no le incomoda claro esta.

-No para nada.Fue un regalo de mi padre de mi cumpleaños número veinte.

-¿Que edad tiene?—Pregunte aún que ya sabía la respuesta.

-veinticuatro.—es joven para ser una maestra, de seguro era una niña prodigio, su inteligencia era otra cosa que admiraba de ella—¿y tú Wanda?— pregunta deteniendo el auto en la luz roja de un semáforo.Me quede en silencio observándola.—tu me está interrogando y me parece justo hacer lo mismo contigo.Así que no te quedes callada.—Me sentí apenada.

-tengo diecinueve.—Le digo finalmente.Ella murmuro algo por lo bajo que no alcance a escuchar—¿Disculpe?

-Nada.—dice ella deteniendo el carro a una calle de mi casa.—te dejaré aquí, no quiero que tus hermanos vean que te traje a tu casa.—dice murmurando—Ya sabes, podrían mal interpretarlo.

-¿Por que lo mal interpretarían? Somos dos damas.—Le digo intentando tantear un poco el terreno.Ella se me quedo viendo durante unos segundos.

-Tienes razón.—Dice bajando la mirada y logre notar que se ruborizaba un poco.Luego la subió de nuevo mirándome con esos ojos penetrantes que poseía.Fue como un minuto que nos mantuvimos observándonos la una a la otra y ella bajó su mirada a mis labios e inconscientemente hice lo mismo.Estábamos muy cerca que hasta podía sentir nuestros alientos mezclándose, sentía su delicioso aroma quemando mis fosas nasales.—Wanda.—dijo casi en un susurro—debo volver a mi casa.—dice alejándose.

-claro.—dije mientras me quitaba el cinturón de seguridad.—Nos vemos mañana maestra Romanoff.

-Hasta mañana señorita Wanda.Procure no llegar tarde.—Dice con una sonrisa.

-Lo intentaré.—finalmente me baje del auto y llegue a mi casa.Pietro estaba sirviendo la comida.

-Llegaste rápido.—dice Pietro.

-Sí es que me dejaron cerca de aquí.—le digo quitándome el abrigo.

-¿Quienes?—pregunta dándose la vuelta.

-Unos señores, me vieron caminado en la lluvia y me hicieron el favor de dejarme cerca de aquí.—fue lo primero que se me ocurrió.

-claro, ya está la comida.

-Solo me iré a cambiar—digo subiendo las escaleras.Cuando llegue a mi cuarto me tire el cama con una sonrisa que no se me quitaba.

¿Que fue eso en el auto?¿Por que me miro los labio?¿Sentirá ella aunque sea un poco de lo yo siento por ella?¿Atracción quizás? No lo sé.

Dear teacher RomanoffDonde viven las historias. Descúbrelo ahora