Su amigo había conseguido mucho más de lo que él esperaba.
Le costó trabajo asimilar toda la información, porque Manuel disparó frase tras frase como si de ello dependiera su vida entera.
Pero, por supuesto, ahora la tarea más complicada era encontrar el informe real sobre Bruno Franco, y eso no iba a ser una tarea sencilla.
La habitación donde se supone que ese documento estaba guardado, estaba cerrada bajo llave. Nadie iba a buscar nada allí, porque, en teoría, nada de lo que había en esos archiveros eran de utilidad. Solo era información que debía conservarse; había sido clasificada y apartada para hacer un poco de espacio.
—Entonces, nuestra nueva misión es ver cómo demonios vamos a meternos a ese cuarto, y después de meternos, tenemos que revolver entre todas las cajas que hay allí y buscar carpeta por carpeta hasta encontrarla —dijo Manuel, un tanto derrotado.
—Tranquilo, Manu, ya se nos va a ocurrir algo. Lo importante aquí es que conseguimos nombres y una declaración de la persona más importante en este caso.
—Oye... Lamento mucho lo de tu abuelo. ¿Cómo te sientes con ese asunto?
Alex se encogió de hombros.
—Desde pequeño me propuse hacer algo que, de alguna manera, ayudara a los demás. La medicina no me gusta, por eso decidí ser policía. Cuando me dieron mi placa juré servir con lealtad y honradez. Lo que haya hecho mi abuelo no tiene nada que ver conmigo, ni me representa. Yo no soy, ni seré jamás como él. Por eso, si esto ayuda a que al menos una de las personas afectadas por su corrupción obtenga justicia, entonces iré hasta las últimas instancias para ayudar y limpiar mi apellido y el de mi familia.
—Ese es mi amigo —respondió Manuel, con orgullo—. Por eso digo que tú eres el mejor policía que conocí en mi vida.
—No es cierto, nunca me has dicho eso.
Manuel resopló.
—Bueno, tengo algo en mente para conseguir entrar a ese lugar, pero no sé cuánto tiempo me lleve buscar esa maldita carpeta, así que supongo que volveremos a hablar cuando tenga novedades.
—Por favor, no hagas que te maten, Manu.
—Lo intentaré. Si me matan, quiero que tú lleves adelante mi caso. No dejes que nadie falsifique mi autopsia, por favor. Haz justicia por mí.
Alex resopló. Sabía que su amigo solía tener un humor muy negro, pero teniendo en cuenta las circunstancias, sabía que aquella broma tenía un pequeño tinte de realidad.
. . .
Aquella habitación parecía un campo de batalla.
Había sillas rotas, algunas camillas y cajas apiladas de forma muy desordenada.
Manuel sorteó algunas cosas que había tiradas en el suelo y fue directamente hacia las cajas. Sabía que aquello iba a llevarle algo de tiempo, así que se acomodó en una de las sillas polvorientas y comenzó a abrir una a una las cajas.
En aquellas cajas estaba la historia de varias personas que vivieron en Sacramento. Personas que tuvieron una vida, una familia, algunas que Manuel incluso llegó a conocer durante su niñez. En ese momento, mientras revisaba las carpetas, no pudo evitar preguntarse si toda la información que le habían entregado a las familias de esos fallecidos era real.
Probablemente, la gente de afuera solía pensar que la vida en los pueblos era tranquila y maravillosa, pero la cruda realidad era que, al ser un lugar tan pequeño, los secretos oscuros eran mucho más fáciles de esconder.
El muchacho continuó revisando caja por caja.
Notó que las carpetas estaban archivadas por nombre y número de identidad, así que solo debía dar con la caja correcta para obtener lo que estaba buscando.
Al cabo de un par de horas, cuando sus manos y la bata ya estaba sucia por tanto polvo, finalmente logró abrir la caja que contenía los archivos de la D a la H. Se le aceleró el corazón mientras rebuscaba entre las carpetas, porque sabía que lo que iba a encontrar allí probablemente era la prueba fehaciente de un crimen.
Entonces, casi al final de la caja, casi oculta por el resto de los papeles, se encontraba el expediente de Bruno Franco.
Manuel lo tomó entre sus manos y la abrió.
Había dos copias del informe de la autopsia que, a simple vista, parecían exactamente iguales. Manuel leyó el primero, que reconoció de inmediato ya que era la copia que Alex le había mostrado en foto, y luego estaba el otro, el original.
La única diferencia era que, en la causa de muerte, en uno de los documentos decía "accidente automovilístico", y en el otro,"contusión cerebral".
Ese informe, a diferencia del otro, no estaba firmado por el abuelo de Alex, solo por el doctor Brigadier.
Manuel se apresuró a tomarle varias fotos al documento, y sin muchos preámbulos, abrió el chat de su amigo y se lo envió.
. . .
Alex estaba saliendo de su turno cuando recibió el mensaje de Manuel.
Abrió la foto con premura y sintió que le faltaba el aire cuando leyó el informe.
Tomó su chaqueta y salió de la estación a zancadas. Sabía que aquello era el inicio de algo muy grande y peligroso, pero estaba dispuesto a afrontar lo que sea que sucediera.
Cuando llegó a la casa de Federico, le sudaban las manos.
Golpeteó la puerta varias veces, dejando en evidencia su nerviosismo.
Escuchó la llave deslizándose dentro de la cerradura y luego, el rostro confundido de Federico.
—¿Qué haces aquí? —preguntó el muchacho, con el ceño fruncido—. Creí haberte dejado claro que no...
—Fede, tenemos que hablar —lo interrumpió Alex.
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¿Quienes MATARON a Bruno Franco?
Mystery / ThrillerLa familia Franco tuvo que atravesar un momento durísimo cuando el mayor de dos hermanos, Bruno Franco, falleció en un accidente. Sin embargo, quince años después, resurge un rumor que comienza a levantar sospechas en el hermano menor de Bruno.