—Estás muy pensativo.
Federico llevaba un rato observándolo.
Habían salido a desayunar a la cafetería de siempre, esa que todos los adolescentes y jóvenes adultos solían frecuentar cuando salían de la escuela o del trabajo.
Alex bebió el último sorbo de capuccino antes de contestar.
—Solo estoy repasando algunos detalles sobre el último caso.
—¿El de la señora Turner?
Alex asintió.
Federico arrugó el entrecejo, un tanto desconcertado.
—¿Hay algo que no te cierra?
El oficial se enderezó sobre el asiento en el que estaba cómodamente inclinado. Miró a sus costados, como para asegurarse de que nadie estuviera escuchando, luego se acercó a la mesa para que Federico pudiese escuchar su voz susurrante.
—Sí, pero no puedo darte detalles en público. Es un tema bastante delicado.
—Podemos juntarnos en casa después de tu turno si quieres —sugirió Federico.
Alex asintió.
Terminaron de desayunar y se despidieron en la puerta de la cafetería. Federico se marchó a hacer unos recados y el oficial rumbo a su jornada laboral.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que alguien estaba sentado justo detrás de ellos, escuchando con suma atención la charla entre líneas que ambos habían compartido.
. . .
Escuchó un golpetazo en su puerta cuando estaba justo en medio de una reunión de trabajo. Se disculpó con sus colegas, silenció el micrófono y, aún con los auriculares puestos, se apresuró a abrir.
Al otro lado se encontraba Robert, con una expresión extraña en su rostro. Era como una mezcla de enojo y desconcierto.
—Robert, ¿estás bien?
—Lamento haber venido sin avisar. Necesito que hablemos.
—Está bien, solo dame unos minutos, estoy terminando una reunión de trabajo y enseguida estaré contigo. ¿Quieres un café o algo?
Mientras hablaba, Federico regresaba a su escritorio para ir en busca de su laptop.
Robert lo miró atentamente mientras él se despedía de sus colegas y terminaba la reunión. Luego, Federico se quitó los auriculares, cerró la laptop, pero cuando intentó preguntarle a Robert lo que había pasado, este se adelantó y comenzó a disparar una frase tras otra, un tanto nervioso.
—Estuve investigando un poco sobre el caso de Bruno. Principalmente en las personas que estuvieron involucradas esa noche. Policías, forenses y demás. Hay algo muy importante que creo que debes saber, pero no quiero que te disgustes.
—Tranquilo, solo dímelo —dijo Federico.
—Cuando me mostraste el informe de Bruno y las fotos, me comentaste que sospechabas que alguien había tergiversado la información, ¿verdad? Porque el informe policial no te convencía. Bueno, el oficial a cargo del caso de Bruno fue el Sargento Richard Ruiz. ¿Sabes quién es?
—No, no lo recuerdo... —contestó Federico, un tanto perdido.
—Richard Ruiz era el abuelo de Alexander Ruiz, tu amigo.
—¿Qué estás intentando decirme? —preguntó el hombre.
—Que probablemente Alexander sepa que su abuelo era un policía corrupto.
En ese momento, Federico sintió que se le aceleraba el corazón.
—Pero no tenemos certeza de eso, Robert. O sea... Sí tengo la sospecha de que alguien alteró el informe porque claramente mi hermano no murió de forma accidental, pero no sabemos quién fue el responsable.
Entonces, el hombre revisó sus bolsillos para sacar un par de papeles, un tanto arrugados.
Federico los tomó y al abrirlos, encontró un informe policial que detallaba lo encontrado en la escena esa noche, y un informe del forense a cargo del caso. El informe policial citaba que se había encontrado un auto abandonado, con una rotura en la parte frontal del chasis, salpicaduras de sangre y el cadáver de un hombre joven tirado a unos cuántos metros del vehículo. Luego, en el informe forense, se ratificaba que el hombre encontrado en el lugar era, en efecto, Bruno Franco, y que la causa de muerte había sido debido a una contusión por el choque. Ambos reportes estaban firmados por el sargento Richard Ruiz, y el segundo, por el médico forense Samuel Brigadier.
—Si Alex hubiera sabido esto seguramente me lo hubiese dicho. ¿Por qué me ocultaría algo así?
—No lo sé, quizás porque no quería que nadie supiera que su abuelo era un policía corrupto y que estaba implicado en el caso. No se hablaba muy bien del sargento Ruiz... Que era corrupto era uno de los tantos rumores que se decía sobre él. A ver, Fede, no me malinterpretes; no es que esté culpando a Alexander por lo que hizo su abuelo. Hoy los vi juntos en la cafetería y se nota que se han vuelto muy cercanos, por eso sentí que no podía dejar pasar este detalle.
—Sí, está bien... —Federico se pasó la mano por el pelo, luego dio un largo suspiro—. ¿Puedo quedarme con estos papeles?
—Por supuesto, son copias que saqué para ti. Si llego a saber algo más te lo haré saber, ¿está bien?
Federico solo asintió, completamente desconcertado.
—Oye... —Robert se acercó a él para apretar su hombro con gentileza—. No te quemes el coco con esto, ¿está bien? Solo te lo dije para que estés alerta y sepas en quién puedes confiar y en quién no. No quiero que te angusties por esto. Ya has pasado por mucho, Fede.
—Sí, lo sé, lo sé. Es solo que fue demasiada información de golpe y realmente... no me lo esperaba. Si Alex sabe sobre esto no entiendo por qué no me lo dijo.
Robert se encogió de hombros.
—Pueden haber muchas razones. Él se convirtió en policía por su abuelo. Probablemente se sienta avergonzado y no quiere que su reputación se vea afectada. De todas maneras, trata de pensar las cosas en frío. ¿Puedo marcharme confiando en que estarás bien?
—Sí, tranquilo. Estaré bien. Ya no tengo diez años, puedo lidiar con cosas como estas.
Entonces, Robert extendió su mano y le revolvió el pelo.
—Para mí siempre vas a ser mi hermanito menor.
Dicho esto, se giró sobre sus talones dispuesto a marcharse. Cuando atravesó el portal se cruzó con Alex, que venía bajando del patrullero, aun con el uniforme.
Robert lo miró con absoluta seriedad, con una expresión casi desafiante. El oficial le sostuvo la mirada durante unos instantes, hasta que, finalmente, Robert se marchó, sin decir una sola palabra.
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¿Quienes MATARON a Bruno Franco?
Mistério / SuspenseLa familia Franco tuvo que atravesar un momento durísimo cuando el mayor de dos hermanos, Bruno Franco, falleció en un accidente. Sin embargo, quince años después, resurge un rumor que comienza a levantar sospechas en el hermano menor de Bruno.