XI. Idiota problemático.

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Durante esos tres meses Ross y yo nos volvimos cada vez más cercanos, nos habíamos vuelto el confidente del otro y sobre todo protectores el uno del otro

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Durante esos tres meses Ross y yo nos volvimos cada vez más cercanos, nos habíamos vuelto el confidente del otro y sobre todo protectores el uno del otro. Aunque yo había decidido alejarme un poco de las fiestas y los excesos, después de todo a él no le gustaría verme de esa forma.

Los exámenes se acercaban y necesitaba estudiar, y memorizar todo lo que fuera posible, ya que el examen va a ser oral.

Estaba cansada, y con sueño realmente quería dormir después de todo eran las tres y cuarenta y cinco de la madrugada, ya me había puesto la pijama, lista para dormir.

O eso pensé porque mi celular empezó a sonar, un poco enojada lo tomé del buró que estaba al lado de mi cama al mirar la pantalla, vi el nombre de Ross parpadeando en la pantalla.

Al contestar, noté algo extraño en la voz de Ross.

-¿Hola?- fue lo primero que se me ocurrió decir, y claramente mi voz sonaba con algo de preocupación.

-Lía, ¿estás ahí?

Al contestar, noté algo extraño en la voz de Ross, era como una mezcla de alegría y con evidentes señales de haber tomado alcohol.

Inmediatamente me levanté de la cama y empecé a caminar hacia el clóset buscando un pantalón y un suéter.

-Sí, Ross, ¿Qué pasa? ¿Estás bien?

Ross tardó en responder, cosa que no me sorprendió.
-No, no estoy bien. Estoy afuera de un bar y no sé dónde estoy. Necesito que vengas a recogerme, por favor.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda al escuchar la situación en la que se encontraba Ross.

-¿Es enserio, Ross?, mándame tu ubicación, quédate donde estás y no te muevas.

-¿Estás enojada conmigo?

-Claro que estoy enojada contigo, ¿cómo se te ocurre irte de fiesta sin saber dónde estás?

Dije mientras me ponía los pantalones y el suéter.

-Perdón.

Suspiré antes de volver a hablar.
-Estoy en camino- dije una vez que me había mandado su ubicación y me puse tenis.

-¿Vas a venir tú sola?

-Sí, pero antes de salir por ti tienes que prometerme que no te moverás ni un centímetro de tu lugar.

-Ya me moví dos pasos.

-¡Me refiero a que no te vayas de donde estás!

-Lo prometo no me iré.

Estaba preocupada por la seguridad del idiota de Ross y qué había pasado esta noche para que él terminara de esa manera, aunque lo más seguro era que él se había vuelto a emborrachar por culpa de Jennifer.

En cuanto me puse los tenis salí rápidamente de mi cuarto y corrí hacia el ascensor y cuando llegó inmediatamente entré en él mientras pedía un Uber para ir hacia el bar.

El Uber no tardó nada en llegar a la residencia y el tramo entre la residencia al bar fue de aproximadamente quince minutos. Al llegar al bar, vi a Ross apoyado contra la pared, con una expresión de alivio al verme llegar. Sin hacer preguntas, yo y el señor que conducía me ayudó a subirlo al auto y comenzó el viaje de regreso a casa.
En cuanto subimos a Ross al auto él se recostó en el asiento trasero, estaba dormitando y para evitar accidentes me subí a la parte de atrás con su cabeza en mis piernas.

-Te preocupas mucho por tu novio, en estos tiempos eso no es muy común.

Un sonrojo subió a mis mejillas.

-Se equivoca, él y yo solo somos amigos.

-Lo siento, es que al ver cómo lo fuiste a recoger a estas horas es muy sorprendente, ya que no cualquier amigo haría eso – dijo eso mientras me veía por el espejo del auto – tienes mucha suerte de tener a una chica así en tu vida, muchacho.

Ross no dijo nada, y la verdad ni el conductor ni yo esperábamos una respuesta al ver el estado en el que venía.

El señor amablemente me ayudó a bajarlo del auto e incluso se ofreció para ayudarme a llevarlo a su cuarto en la residencia, cosa a la que me negué, porque sería abusar de la amabilidad del mismo.

Ross caminaba apoyado en mí y lo hubiera llevado a su cuarto de no ser porque empezó a arrastrar sus pasos también.

Cuando llegamos a mi cuarto y encendí la luz lo primero que vi fue una herida en el pómulo derecho de su cara y varios rasguños en su cara y cuello.

-¿¡Qué te pasó!?

Ross me contó lo que había sucedido esa noche en la fiesta a la que había asistido.

Al parecer había bebido más de la cuenta y entre baile y baile le tiró la bebida a alguien, y aunque trató de disculparse y pagar por ello el otro tipo lo golpeó de sorpresa y Ross no se quedó atrás y lo tumbó al piso y empezó a golpearlo y fue cuando llegaron los de seguridad y lo sacaron del bar.

Cuando terminó de hablar rápidamente fui al baño y saqué un poco de alcohol, algodón y vendas.
Cuando empecé a curarlo él se tumbó en mi cama, quejándose por el ardor del alcohol al entrar en contacto con su piel.

-No te muevas, este es tu castigo por ser un idiota problemático.

Ross siguió quejándose pero al menos me dejaba curar los rasguños que tenía.

-Dame tu mano derecha.

-¿Para qué?

-Para que te cases conmigo.

Por la cara que Ross puso parecía que de verdad se había creído en mi broma.

-Mentira, solo tienes los nudillos un poco lastimados, solo te voy a vendar.

-Lo siento, Lía. No quería molestarte - dijo Ross, con voz apagada.

-No te preocupes, Ross. Estoy aquí para ti - respondí con una sonrisa reconfortante.

Ross estaba algo hablador, en esta madrugada y aunque la noche había comenzado con incertidumbre y preocupación, terminó siendo un recordatorio de la fuerte conexión que compartíamos como amigos.

Cuando por fin terminé de curar sus heridas y vendar sus nudillos ayudé a Ross a quitarse la ropa y ponerse una pijama de hombre una talla más grande que él y me aseguré de que estuviera cómodo antes de que se quedara completamente dormido.

Con un suspiro de alivio, me volví a preparar para volver a dormir, solo que esta noche no lo haría sola ya que tenía compañía.

Una nueva oportunidad de amar |Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora