Olympia tenía la vida que siempre soñó, pero no sabía que eso pronto acabaría.
Al tener el corazón destrozado ella decide ir a estudiar a Francia dándose una nueva oportunidad para empezar, donde conocerá a Jack Ross que también tenia el corazón rot...
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No sabía si lo que iba a hacer era lo mejor, o si Lía iba a estar de acuerdo, pero era algo necesario. Ella no está bien y yo no sabía cómo ayudarla a distraerse de toda esa situación, así que si lo hablo con los chicos, tal vez entre los tres podamos hacer algo para que ella se distraiga un rato. Pero no quería que ella se enojara conmigo por ir y decirles a ellos lo que le había pasado. Sabía que Ethan y Ross estarían hablando en el área común, y no me equivoqué, los dos estaban ahí. Y justo cuando llegué a su lado, ambos voltearon a verme y después intercambiaron miradas.
Quería decirles lo que pasaba, pero si Lía se enojaba y ya no quería volver a hablar conmigo, ¿qué iba a hacer? ¿Les digo o no les digo? ¿Qué hago?
- Solo dínos qué pasa y te ayudaremos.
Esta vez habló Ethan mientras ponía su mano encima de la mía.
Estaba dudando si decirles o no, pero era para ayudarla, así que puede que no se enoje.
- Es Lía, ella...
- ¿Ella qué, Viv?
- A ella la han estado acosando en redes y por eso tuvo que cerrarlas, y eso no es todo, ella también tuvo que cambiar su número de celular porque todos los días le llenaban el buzón de voz con insultos y amenazas.
Simplemente lo solté todo, ahora ya no había vuelta atrás.
Ethan y Ross se vieron entre sí y después habló Ross.
- ¿Desde cuándo lo sabes?
- Hace 5 días, el día en que salimos a cenar juntos.
- ¿Cómo te diste cuenta?
- Fue cuando ella fue al baño y dejó su celular, estaba recibiendo muchas notificaciones, y juré que pensé que tal vez era una emergencia familiar o algo así, y cuando vi los mensajes que había en la pantalla me di cuenta de eso.
- Mierda.
Ross se veía muy enojado y Ethan estaba de la misma manera.
- Yo ya no sé qué más hacer para ayudarla, estoy muy preocupada por ella.
- ¿Por qué no lo dijiste antes? Podríamos haberla ayudado desde mucho antes, y preferiste quedarte callada.
- Yo...
No sabía qué responderle a Ross, estaba demasiado enojado.
- ¿TÚ QUÉ, VIVÍAN?
- Yo...
- ¡HABLA, VIVÍAN!
De mis ojos empezaron a salir pequeñas lágrimas.
- Es suficiente, Ross, acaso no has pensado en que Vivían podía tener miedo de contarnos porque Olympia se puede enojar con ella.