XVI. Rossi

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Olympia Sallow.

Todo estaba sucediendo increíblemente rápido, y cuando me di cuenta, el rodaje de ambas películas ya estaba a la mitad. Era increíble el avance que habíamos tenido en tan poco tiempo, aunque resultaba muy agotador. Ross decidió que yo debía interpretar a Naya y a Stella, que en la película terminó llamándose Estrella.

Ross hacía lo que quería con las películas, aunque durante el rodaje era muy estricto, en las fiestas después de grabar volvía a ser el de siempre.

-¿Estás segura de que no quieres venir con nosotros? -me preguntó Viv algo decepcionada.

-Muy segura, además no les voy a hacer mucha falta.

Todo el mundo sabía que siempre que podía evitaba ir a esas fiestas, pero nadie sabía el porqué excepto una persona: él. Le había prometido que nunca volvería a ser lo que fui cuando tenía dieciséis.

La parte de mi vida que quería olvidar.

-Bien, te veo mañana, no llegues tarde.

-Está bien, seré la primera en llegar -dije mientras hacía una pose tipo militar.

Viv sonrió antes de irse de mi habitación en el lujoso hotel donde nos hospedábamos, cortesía del productor.

Caminé hacia la cama de la habitación y solo me recosté en forma de estrella mirando hacia el techo.

Si todo salía bien en estas tres semanas, pronto volveríamos a España a terminar de grabar las últimas escenas de ambas películas. Las primeras escenas en grabarse serían las de "Sueños Rotos". La primera se grabaría en el parque donde me terminaron, la segunda en la heladería y la tercera en el que fue mi restaurante favorito. Y como estaban saliendo las cosas, dentro de tres semanas estaría en un vuelo directo a España.

Y ese era el problema: yo no quería regresar. El tan solo ver o actuar cada escena hacía que me preguntara si realmente las cosas pasaron así o solo eran exageraciones mías. Pero lo único que tenía claro era que sentía una sensación de vacío en el pecho. Prácticamente mi sueño se había vuelto realidad, las cosas iban perfectamente bien, pero aun así el vacío estaba ahí. Era mi historia, las cosas que había vivido, ya sean buenas o malas, eran mis experiencias y dolía porque lo que te destruye la mente te rompe el alma.


...

¿Quién demonios toca como loco la puerta de otra persona de madrugada?

Tu jefecito Rossi. A él le encanta hacer eso.

Mierda, Ross.

Me paré lo más rápido que pude y corrí hacia la puerta. En cuanto la abrí, al otro lado, en el marco de la puerta, estaba Ross y solo por su olor supe que estaba pasado de copas.

-Perdón -su voz salía arrastrada al punto de que casi no podía hablar.

-¿Por qué? -dije mientras ponía uno de sus brazos sobre mis hombros para ayudarlo a caminar.

-Siempre te doy problemas.

-No es cierto.

Él se me quedó viendo casi como si me hubieran salido tres cabezas en ese momento.

-Solo lo dices porque eres demasiado buena como para admitirlo -bajó la cabeza cuando se sentó en la cama.

Rápidamente caminé hacia el pequeño armario que había en la habitación y saqué un par de toallas para hacer que se bañara.

Una nueva oportunidad de amar |Jack RossDonde viven las historias. Descúbrelo ahora