04. Efectos

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Se introdujo por segunda ocasión durante aquella noche, en Sergio, robándole el aliento y poniéndole nuevamente duro.

—Voy a levantarte —Mencionó gutural y un tanto ronco. Sergio asintió ante las palabras de Max, enrollando sus piernas y brazos en el cuerpo del más joven como si fuese un koala.

Su espalda tocó la pared, sintiéndola tibia por la calentura de su cuerpo. Al tenerlo en aquella posición, el miembro hinchado y erecto de Verstappen llegó aún más hondo y duro, presionando su magullada próstata y punto dulce con insistencia.

Max volvió a embestirle.

—Ay por...

Max se aferró a los hombros de Sergio sin dejar de empalmarlo e ir hasta el fondo. Clavando todo el largo de su longitud hasta que llegara el tope. Eran movimiento lentos y profundos,

—Max, un poco más rápido.

Verstappen intentó aumentar el ritmo costándole un poco por la posición en la que estaban. Siendo que él cargaba la mayor parte del peso de Sergio (no le molestaba), siendo difícil poder manipular sus movimientos.

Checo descifró rápidamente el porqué de la poca coordinación de Max, siendo que la primera vez que el último se metió entre sus piernas lo hizo más magnífico.

El mexicano se abrazó y pegó enteramente al rubio, besando su cuello con anhelo y deseo para después murmurar a su oído.

Maxie, la cama. Por favor que sea en la cama —Le sugirió en primer plano, después, le rogó.

Verstappen no aguardó demasiado, haciendo lo pedido y llevándose lejos al mexicano de la pared para ponerlo sobre la cama de invitados.

—Mejor —Sonrió socarrón. Levantó las piernas de Sergio, podándolas por encima de sus hombros para después volver a hundirse entre sus paredes dilatadas, suaves, húmedas y calientes.

—Mu-mucho mejor —Pérez apresó las colchas con sus largos falanges, intentando tomar fuerza para evitar gemir y venirse nuevamente.

Max quitó sus propios mechones de su frente sudada, continuando meneando sus caderas en un exquisito vaivén. Apoyó ambas palmas de las manos sobre los redondos y húmedos glúteos de Sergio, apretándolos, palmeando tímidamente y después, separándolos para abrirse paso entre ellos y poder ir más profundo.

Max aumentó la velocidad de sus penetraciones. Sergio tomó su propio miembro y comenzó a estimularse al ritmo de las embestidas que recibía su entrada estimulada y empapada en lubricante.

Bajos gemidos roncos escaparon de los labios carmesí y hinchados de Max mientras más rápido y fuerte se estampaba contra los grandes glúteos de Sergio. Este último se retorcía bajo la mirada lasciva, profunda, animal y oscura que el neerlandés le dirigía, ante sus penetraciones constantes y su posesión sobre sus glúteos.

Sergio estaba seguro que a ese paso, Max le haría la forma de sus manos a su trasero.

—Por un carajo —Maldijo en español — Ay, Max —Se retorció nuevamente al sentir una inmensa e intensa bola de calor acumularse en su bajo vientre, identificándolo como su clímax. Estaba a nada de terminar, por segunda ocasión en la noche.

—¿Sigo así? —No bajo el ritmo.

Sergio mordió rudamente su labio, asintiendo, sin dejar de masturbarse.

—Sí, sí, sigue así —Echó la cabeza hacia atrás, y cuando su cuerpo y resistencia tuvieron su límite, su semilla caliente fue expulsada por su miembro hinchado y húmedo, ensuciando su propio abdomen y parte de su pecho.

𝐀𝐍𝐓𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈́𝐀: 𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora