03. Demuéstrame

334 51 32
                                    

Ah-aaah —Mis piernas están a los costados de su ancho cuerpo sudado.

He olvidado el número de veces que se ha metido entre mis piernas, insaciable y como un virus muy contagioso: no puedo negarme a que él me haga suyo cuantas veces desee y las ocasiones que hagan falta.

Anhelo y requiero de su vehemencia, amor incondicional y demostraciones.

No puedo dejar de observarlo al rostro y caer rendido y más enamorado de él.

No me avergüenzo de emitir sonidos obscenos y constantes sin pudor alguno, mostrándole lo que es capaz de hacerme sentir él. El único hombre que ha motivado a mi corazón a manifestarme como soy y a explorar los lugares y límites a los que temía.

Ma-Max —Jadeo su nombre inadvertidamente. Me aferró a su hombro cuando embiste al fondo de mi cavidad, magullando aún más mi próstata y punto dulce — De-demuéstrame tu amor, leoncito — Reparto caricias sobre su hombro hasta llegar a la piel de su cuello.

Max es más enérgico y desarticulado con sus embestidas, me trata sin miedo y con pasión, se me tira encima poco después para mantenerme quieto y debajo de él con el objetivo de penetrarme sin remordimiento y constancia.

Me tiene atrapado debajo suyo. Gime y respira con fuerza, apoyando de vez en cuando su frente contra mi hombro como si buscara calmarse o aliento.

Estoy al límite, pero no quiero que se detenga. Podría morir de esta forma y no me avergonzaría ni arrepentiría de absolutamente nada.

Me aferro a sus hebras rubias y espalda mientras abro mi boca en busca de oxigenación y control.

Pero ambos estamos siendo lo suficientemente instintivos como para lograr actuar con normalidad.

La cama del hotel truena un poco bajo nosotros, y sólo puedo reírme entre gemidos ahogados de lo placenteramente divertido que es todo aquello.

Max —Pronuncio en bajo su nombre.

—Voy Checo, voy —Me asegura — Sólo un poco más, déjame mostrarte mi amor.

Sus palabras aligeran los pensamientos de mi cabeza y me dejo hacer por él. Olvido cómo moverme un instante y el cómo respirar sin tener que hacerlo por la boca.

Tengo que aferrarme fuertemente a Max para sentirme cómodo y seguro, mientras que él sólo se encarga de cubrirme con su cuerpo y embestirme con exquisita bestialidad pasional.

Tras varios segundos después, ambos terminamos por corrernos.

Él dentro mío y yo entre los abdómenes de ambos.

—Mierda, mi corazón —No me suelto de Max aún cuando él ha caído encima mío.

Verstappen tampoco parece querer quitarse de encima.

—Dime qué no fui demasiado lejos.

Reí.

—Fue lo idóneo, Max.

Ambos nos acomodamos un poco pero sin soltarnos, él sigue con algunas partes de su cuerpo encima del mío y yo no encuentro inconvenientes.

Su calor me reconforta.

—Checo —Su llamado es titubeante.

—¿Sí?

—Gracias por abrazarme tras bajar del auto.

Mi corazón dio otro vuelco.

—Lo merecías, Max. Anhelaba hacerlo —Confesé.

Max sollozó a mi lado y sólo me dediqué a amarlo y apoyarlo como él se lo merecía. Sin condiciones y sin intereses, porqué aún si él no me amara de la manera en que ahora lo hacía... jamás lo obligaría a que lo hiciera.

𝐀𝐍𝐓𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈́𝐀: 𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora