01. Cachorros

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A ver, por andar grabando para YouTube no se guardó una de las versiones largas, eliminando más de 1,500 palabras y dejándome esta edición vieja. La cual tuve que modificar una ocasión más y esta vez, no me agradó el resultado.

 La cual tuve que modificar una ocasión más y esta vez, no me agradó el resultado

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Max percibió a la distancia el rico aroma a frutos rojos y canela. El omega dominante que tenía por compañero había entrado finalmente al garaje de la escudería.

Pero había algo diferente. Dos aromas más.

Verstappen se movió ágil sobre sus pies, poniendo sus auriculares mientras observaba en dirección del garaje contrario. Capturando el escenario de Pérez poniendo sobre la cabeza de un chico bajito, tez blanca como la nieve y ojos rasgados unos audífonos que impedirían parte del sonido del lugar. Claramente un omega.

Lo que en un momento fue una sutil sonrisa se convirtió en una línea apretada.

El joven alto, de cuerpo esbelto y firme, de piel blanca y cabello marrón inclinó la cabeza hacia delante y a la par que se encogía un poco con tal de que Sergio le alcanzara para ponerle la diadema con el logo de RBR.

Max sintió un chispazo de envidia recorrerle por todo el cuerpo al verlos conectar su mirada. Y ya sea por la intensidad con la que lo hacía o curiosidad por parte del joven para explorar el lugar con sus orbes, es que llevó su visión en dirección del garaje del neerlandés, atrapándolo en su propio juego.

El piloto neerlandés se sintió avergonzado y como un idiota de primera al descubrir la realidad a través de los zafiros contrarios. Apartando así su mirada del trío de omegas.

Resulta que los omegas poseían una característica que los diferenciaba inmediatamente de cualquier otra casta (más allá de su físico y aroma): sus ojos. Estos exudaban calidez y un peculiar brillo en el tono del iris, que anunciaba a todo el mundo su posición.

"Omegas", pronunció su lobo gutural. Sacándole un ronroneó que Giampero logra escuchar.

—¿Tan confiado te sientes?

Max pegó un brinco sobre su lugar.

—Ah-hm, ehm no.

Lambiase frunció el ceño.

—Oh, está bien —Palmeó su hombro y se marchó en dirección de su puesto.

Max se avergonzó un poco más.

Mientras tanto, del otro lado del garaje, los tres omegas hablaban entre sí.

—Tú compañero es un raro.

Sergio elevó ambas cejas, confundido por las palabras de George. Yuki miró en dirección de Max.

—¿Es el típico oxigenado que no carbura bien? —Ahora fue el turno de Tsunoda para juzgar al hombre del otro lado del garaje.

𝐀𝐍𝐓𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈́𝐀: 𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora