04. Colisión

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Algunas semanas pasaron desde aquel GP y tras la agitación de las ventas de la escudería de RBR, marketing decidió continuar creando dinámicas para Sergio y Max.

Lo cual dejaba en un contradictorio dilema a Verstappen. Odiaba la indecisión.

—Hey —Sergio entró a la sala de descanso que Red Bull tenía en el Gran Premio de China.

Max no quitó su brazo de encima de su rostro. No lo veas, se ordenó.

—Hey —Respondió al saludo por cortesía. Lo que menos anhelaba era incomodar a Sergio.

—¿Todo bien? ¿Te duele la cabeza de nuevo? —El mexicano se acercó a una de las mesas en donde había varias botellas de agua y unas cuantas bebidas energéticas de la marca para la que corría.

Max tragó saliva. Sí, le dolía la cabeza.

—Sólo un poco.

—¿Él médico te dijo algo? —Cuestionó a Verstappen. Se escuchaba genuinamente preocupado.

—Menciona que es por estrés, nada del otro mundo —Le puso al tanto, quitándole peso al asunto.

—Escucha, sé que la cuestión interna en el equipo es una porquería. Pero no debería por qué preocuparte, intenta no sobrepensar en ello —Sergio cerró la botella de agua poco después de beber del contenido.

Max finalmente quitó su brazo del rostro, levantando la cabeza y por inercia, observando a Sergio.

—No es por eso —Respondió instintivamente.

—¿No?

Bocón, se ofendió a sí mismo.

—No es por nada.

Sergio apretó sus labios, dando suaves asentimientos e intentando disimular su decepción ante la respuesta del más joven. Juraba que él y Max estaban llevándose mejor, dispuestos a confiar en el otro sin importar lo sucedido en pista.

—Bueno —Se encogió de hombros.

Pérez se dio la vuelta, regresando por donde llegó monentos atrás.

—¿A donde vas? —Max le cuestionó. Deteniendo su partida.

—A buscar otro lugar —Fue honesto.

Verstappen se alertó ante las palabras del mayor. Cayendo en cuenta que su respuesta última había sido hosca, cuando el contrario únicamente estaba preocupado por él.

—Ya estás aquí.

—También puedo retirarme —Manifestó como si nada.

—Checo, sólo quédate —Fue un pedido tajante y moderadamente caprichoso.

Sergio resopló, se dio la vuelta y se encaminó hacia uno de los sofás vacíos. Sí aceptaba permanecer allí, era más que nada por su deseo a descansar un rato antes de las entrevistas.

El mexicano dejó la botella sobre el mueble de un costado del sofá largo, pronto llevando sus manos hacia el cierre de la sudadera que traía y bajándolo con el fin de quitársela y estar más cómodo.

Max tragó saliva. Intentó apartar su mirada gélida y profunda del cuerpo y los actos de Sergio, más fue sólo un intento fallido.

Pérez se deshizo de su sudadera, dejándola sobre el respaldo del sofá, se quitó la gorra y la dejó sobre el mismo lugar. Deslizó sus largos dedos por sus hebras negruzcas, onduladas y cuidadas.

Al momento de virar para dejarse caer sobre el sofá, encontró a Max observándolo.

—¿Ocurre algo?

𝐀𝐍𝐓𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈́𝐀: 𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora