01. Chismosos

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—Parece que Checo es de los ruidosos —Daniel intenta reprimir su risotada. Sintiéndose orgulloso de saber que su amigo era capaz de ocasionar aquello.

—Hm, no. Checo no jadea así —Hamilton se encoge de hombros.

—Está vez coincido con Lewis, Daniel —Carlos rasca su nuca con nerviosismo.

—Seamos honestos. Checo tiene un no sé qué —Charles se agrega a la conversación — Apuesto mi Ferrari a que es Max, quien gime.

Daniel abrió de más sus ojos, impresionado.

—Apuesto... —Buscó en sus pantalones y playera instintivamente para apostar algo — No sé, lo que desees a que es Sergio el ruidoso.

Charles carcajeó. Extendió su mano en dirección de Daniel.

—Trato.

Ricciardo estrechó su mano contra la del menor. Sintiéndose un poco confundido ante la seguridad de Leclerc.

—Espera, ¿también te acostaste con Sergio?

Lewis, Carlos y Charles continúan su camino. Riéndose e ignorando a Daniel.

—¡Charles!

El monegasco se despidió sin dejarse de reír bobamente. Daniel bufó, miró la puerta de la habitación y decidió apartarse de allí y no continuar escuchando aquel acto bochornoso. Sonaba como el mejor sexo de la vida de alguien.

—Dios, tendré que lavarme las orejas con agua bendita —Daniel cubrió sus oídos y se fue por donde Charles, Lewis y Carlos se marcharon.

—Dios, tendré que lavarme las orejas con agua bendita —Daniel cubrió sus oídos y se fue por donde Charles, Lewis y Carlos se marcharon

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—A-ah, ah, ah, aa-h.

Sonidos obscenos se escapaban de sus hinchados y húmedos labios carnosos. Sus orbes se conectaban como si fuesen imanes, y ambos agradecían en ese instante por el haber dejado la luz de la lámpara encendida.

Tú voz es atractiva-ah —Suspiró entrecortado al finalizar su oración.

—Mmh-mggh, hah, ha, ah —Intentó guardar sus sonidos, reprimirse, pero era bastante complicado.

Considerando que llevaba meses sin acostarse con alguien y que en su vida sintió con tanta intensidad el acto sexual.

Definitivamente era el mejor sexo de su vida. Ahora creía poder morir en paz.

—Ghng—Se aferró al contrario — Oh Maxie... me gustas mucho.

Confesó el mexicano, honesto. Continuó cabalgando al neerlandés con vehemencia y pasión, con lujuria y necesidad de complacer no solamente a él sino también al rubio.

Max abrazó el cuerpo desnudo de Sergio con firmeza y posesión, ayudándole a cabalgarlo sin clemencia. Escuchó la inconfundible voz de Daniel gritarle a Charles fuera de su habitación... por un momento le importó, de verdad que lo hizo, hasta que el tapatío engulló poco más de la mitad de su miembro y moviera sus caderas como si agitara una maraca.

𝐀𝐍𝐓𝐎𝐋𝐎𝐆𝐈́𝐀: 𝐜𝐡𝐞𝐬𝐭𝐚𝐩𝐩𝐞𝐧 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora