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SeokJin había tenido un día ajetreado con la viuda Park, había cancaleado el desayuno con TaeHyung y acudido al rescate de la mujer que necesitaba ayuda con algunas cajas que tenían mucha ropa del profesor para donar y SeokJin la había ayudado a moverlas.

Para el final de ese mediodía, y antes de que se desatará la tormenta pronosticada para ese día, la señora Park había puesto en marcha las cajas en el barco de donaciones con la ayuda del castaño y este no olvidaría jamás sus palabras:

— No sé que es lo que tienes, pero eres bueno consolando —mencionaba la mujer mientras volvían a su casa. Iba del brazo de SeokJin—. No ha pasado mucho tiempo, pero me siento bien donando sus cosas. Siempre estará en mis recuerdos y en mi corazón. Y en cada parte de nuestro hogar hay una memoria de ambos diferente —mencionaba con una sonrisa nostálgica—. Pero tenías razón, avanzar para mí significa lograr que él descanse en paz. Espero que lo haga, yo estoy mejor. Lo haré muchísimo mejor aún y finalmente comencé a dar clases de piano en la pequeña capilla de la isla.

SeokJin sonreía—. ¿Se decidió? —preguntaba sorprendido.

Aquello que había unido a ese par en un inicio había sido su amor a la música, pero ella nunca había puesto por obra sus dones para enseñar a otros, pese a que su esposo se lo había mencionado. SeokJin, lo sabía a causa del profesor y le había insistido sutilmente a que lo intentará.

— Sí. DoSoo siempre me decía que al menos lo hiciera de manera informal, porque seriamente era mucha presión para mí. Y resulta que en la isla, a muchos les interesan las clases de piano —mencionaba con una sonrisa amable mientras estaban llegando a su casa.

SeokJin a la distancia notaba el alma del profesor caminar cerca de ellos y sonreír enamorado a su mujer. Su aspecto no se veía tormentoso. Su ropa no estaba mojada. Sus lentes estaban sanos. Su rostro era pacífico y su sonrisa iluminaba todo, aunque SeokJin fuera el único que podía verlo.

Al llegar a la puerta de la casa de la señora Park, la mujer suspiraba y le sonreía una vez más.

— Gracias, joven Kim —decía tomando las manos de SeokJin—. No sé que tienes, Pero eres mágico, muchacho. Le habrías caído bien a mi esposo.

SeokJin sonreía, probablemente era el halago más adorable que le habían dado.

— Me pone feliz que haya avanzado finalmente. Todo tiene un proceso, pero si nosotros nos estancamos, ese proceso nunca puede realizarse. Somos nuestro propio motor —mencionaba SeokJin con una sonrisa, luego miraba al profesor DoSoo al lado de su esposa—. Y estoy seguro que su esposo está más que orgulloso de usted.

El hombre asentía sin dejar de ver a su esposa y depositaba un beso que la mujer no podía sentir físicamente sobre su mejilla, pero la sensación se esparcía como una dulce nostalgia que hacía sonreír a la mujer. Luego de eso, se metía en su hogar y SeokJin quedaba sonriendo a la puerta, para luego retomar su camino a su casa.

INTERLUDE - Jintae (Finalizando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora