Kaiko
—El día está muy lindo, ¿no te parece? ¿quieres que salgamos?
Como siempre pasa, no hubo respuesta. Mamá se quedó ahí sentada con la mirada perdida en algún lugar de su mente que se quedó atrapada en el pasado, hacía años que había quedado asi desde el accidente. Siempre tuve la esperanza de que volviera, pero nunca sucedía.
Las enfermeras me decían que era un estado imposible de despertar, mamá no me recordaba y supongo que eso era lo que más me dolía. A veces tenía episodios en los que gritaba y tiraba las cosas por todos lados, pero la mayoría del tiempo estaba así, en un lugar tranquila, jugando con algo que las enfermeras le dieran para entretenerse. Me ignoraba, cuando era más pequeña lloraba por ello, ahora me daba más frustración que antes.
Su cuarto era de un color celeste pastel, tenía un cuadro de un gatito bebe en un prado de flores y el armario marrón. Su ventana daba al hermoso jardín que tenía en el lugar que estaba internada, a veces podía encontrarla ahí, pero se ve que hoy no sería uno de esos días. Suspire acariciándome las manos antes de verla, llevaba una bata blanca y el cabello oscuro lo tenía suelto y desorganizado como si no la hubieran bañado en días.
—¿Quieres que te peine? —pregunte levantándome y me coloque detrás suyo agarrándole unos mechones negros, pero apenas la toque empezó a hacer ruido como si la estuviera lastimando. La solté de golpe y ella siguió en su actividad de jugar con aquel juguete en sus manos, suspiré sentándome en la cama. —Entonces supongo que no se lo has hecho fácil a las enfermeras para bañarte, ¿no? No puedes seguir escapando del baño como si te estuvieran lastimando.
Se escucharon unos suaves golpes de la puerta antes que la enfermera la abriera inclinándose hacia adentro y me sonríe.
—Kaiko, la hora de visita está terminándose.
Suspire con resignación mientras agarraba mi bolso para irme y veo a mamá.
—Volveré mañana, ¿Qué dices?
No hubo respuesta, a veces debería dejar de intentarlo. Me incline hacia ella dejándole un beso en la frente del cual ni se inmuto, salí de su cuarto acariciándome el brazo mientras que la enfermera me acompañaba a la salida.
—Sé que a tu mamá le gusta que vengas a visitarla, Kaiko, a diferencia de otros pacientes a ella se nota el amor que le tienes.
—¿Tu crees que nota una diferencia si estoy o no estoy?
—La nota, créeme, por más que a ti no te parece yo me doy cuenta. A veces le hablo de que tu vienes después de uno de sus malos días y empieza a tararear, o algo parecido, se que le encanta que vengas. Una parte de ella, muy profunda, sabe quien eres—dice agarrándome de la mano y me la aprieta con cariño. Le devolví la sonrisa antes de salir e irme caminando de regreso a la librería mientras pensaba en ella.
Era sorprendente como algunas personas se iban y no podían volver, se quedaban atrapadas en sus mentes para siempre. A veces me pregunto sobre que cosas soñara mamá, en que momento de su vida estaría encerrada, esperaba honestamente que fuera uno de los buenos recuerdos, porque no podría soportar saber que se encontraba en un mal lugar. Internarla fue algo que nos tomo demasiado tiempo de procesar, bueno, mejor dicho a mis abuelos yo solo tenía nueve años para ese tipo de decisiones. Al principio intentaron tenerla en casa, pero no sabían sus cuidados, no sabían controlarla cuando tenía un episodio, no sabían que hacer. Entonces buscar profesionales fue la mejor solución.
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¿Quien es Midas King? [Midas King#4]
Teen FictionNiklas Craig estuvo en la cúspide de la fama junto a su banda desde que iniciaron, tanto fue así que cada año que pasaba había más. Más exigencia, más música, más composiciones. Más todo. Y también hubo adicciones, y también hubo que esconder las mi...