El dilema

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El dilema de Ivy comenzó cuando Zach tuvo a su primera novia. Ella creció con Zachary, sabía que su mejor amigo de la infancia no le gustaba esa tal Rose, pero ¿qué iban a saber unos mocosos de 13 años sobre el verdadero amor? Las parejas que uno tiene a esa edad nunca perduran, y, si lo llegan a hacer, las posibilidades son uno en un millón.

Ivy sabía que ocurría algo con su maravilloso Zachary desde que salía con esa niña. Rose era de por sí detestable y Zach nunca se relacionaba con personas fuera del círculo, entonces no entendía cómo ellos dos terminando dándose un beso asquerosamente vulgar en su presencia. Fue el día que esperó afuera del gimnasio a Zach.

Zach sabía cómo era la verdadera cara de Rose. No le caía bien, pero quería experimentar lo que cualquier chico de su edad deseaba; atención femenina. Rose fue alguien fácil para vivir ciertas cosas. Era una persona pasajera en la vida de Zach, nada más, nada menos.

Luego, a sus 15 tuvo otra novia, Lisa. Ella era preciosa, por dentro y por fuera. Era amiga de Ivy. Cuando se conocieron en una privada fiesta que Ivy lanzó para su cumpleaños, Lisa quedó enamorada a primera vista de Zach, quien obviamente se dio cuenta de la situación inmediatamente y aprovechó su oportunidad para explorar. Ella fue su primera experiencia sexual. Una novia tranquila y linda cuando la gente la miraba, pero cuando la puerta se cerraba, las cuatro paredes del cuarto de Zach eran lo único que presenciaban la verdadera cara de Lisa.

Ivy sabía cada detalle de lo que hacían y celos no era lo único que sentía cuando Lisa llegaba con las novedades de su vida, sentía envidia de su amiga. Nunca había sentido esa emoción tan fea en su vida hasta que apareció ella. Quería ser ella. Quería ser la persona que hacía lo que se le antojara con Zachary. Moría de celos, rabia y envidia cuando los veía juntos, porque Zach dejaba de prestarle atención a la castaña. Era infantil, un poco tonto, sí, ella lo reconocía. Se sentía culpable de sentir todo eso, cuando Lisa estaba emocionada de tener un novio tan genial y una amiga tan única.
Todo se esfumó y los problemas de Ivy desvanecieron cuando Zachary terminó su relación.

-No estábamos conectando como al principio -Zach se encogió de hombros sin darle mucha importancia a la respuesta cuando Ivy lo cuestionó acerca de la ruptura.

Después cumplieron 16 y fue donde comenzó la distancia, el cambio y el misterio en él.

¿Por qué nunca se han atrevido a decirse lo que realmente sienten? Simple respuesta: miedo.
Miedo a romper la relación amistosa de años. Miedo al rechazo del otro. Miedo al no funcionar como pareja. Miedo y más miedo por las dos partes.

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-¿Zach? -Logan le pasó una mano por delante de la cara de su compañero- ¿Me estás escuchando? Siempre te disocias cuando hablamos.

-Perdón, es que no me importa lo que dices -siguió sin mirarlo.

-Yo pienso que es más porque eres autista -respondió su colega.

-Me identifico más con los esquizofrénicos.

Logan asintió dándole la razón con una sonrisa en su cara.

-¿Qué estabas diciendo? -preguntó Zach mirando a su amigo.

-Que si me consigues unos condones, la verdad yo no quiero salir a buscar unos. Y los que me das están baratos y buenos -pasó sus brazos atrás de su cabeza, dejándolos abiertos.

-Son gratis, Logan. La universidad regala condones todo el tiempo -el pelinegro vio a su amigo pelirrojo con incredibilidad.

-¿Desde cuándo? Si yo siempre te los compro a ti -lo miró enarcando una ceja-. ¿Me cobraste todo el tiempo cuando los conseguías gratis?

-No soy tu dealer de condones -Zach regresó la vista a sus planos.

-¿Y todo el dinero que te di por ellos? -se acercó a su amigo ahora con los brazos recargados en la mesa de trabajo.

-Gastado en comida -una media sonrisa apareció en sus labios.

-Maldito cerdo glotón, confié en ti -Logan golpeó levemente la mesa con falso enojo.

-Tu error. No el mío.

Zachary estaba trazando lineas en sus planos a mano alzada y pudo observar de reojo a una chica entregarle una toalla femenina a su compañera. Le hizo recordar el día que sintió una presencia en su espalda. Sabía que era ella. Volteó su cabeza sobre su hombro y confirmó que Ivy estaba afuera del aula buscando a alguien... a él.

EamonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora