El recuerdo

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Su chica adorada lo encontró con la mirada y le hizo una señal para que saliera del salón. Él obedeció como un cachorro siendo llamado por su ama. Soltó todo lo que tenía en sus manos y se dirigió hasta ella.

-¿Estás demasiado ocupado? -preguntó ella jugando con sus manos.

Estaban a un par de meses para terminar el primer semestre. Todos estaban ocupados por las evaluaciones, entregas de proyectos importantes y estresados por cumplir en tiempo y forma todos sus pendientes. Aún así, Zachary respondió:

-No -frunció el ceño-. ¿Por qué estás nerviosa?

Su mirada bajó hasta sus manos y luego subió a su rostro. Ella inmediatamente dejó de moverlas y negó con la cabeza, pero él no dejó que ocultara el nerviosismo.

-¿Qué pasó? -insistió Zach obligando a que lo mirara-. Ivy.

Pronunció su nombre suavemente, pero sin dejar el tono firme.

-Ya, es que -se movió ansiosa sobre sus pies-. Dios, es que me tiene que suceder esto justo ahora -susurró, pero él llegó a escucharla-. ¿Me puedes hacer un favor? Tengo evaluación en un rato, no puedo salir del campus y Vivian no está por ningún lado, no tengo a nadie más de confianza.

-¿Necesitas tampones? -preguntó Zach manteniendo el mismo nivel de voz que ella.

-¿Cómo sabías...?

-Ivy, por Dios, te conozco desde que usamos pañales. Sé cuando los cambiaste por tampones y toallas femeninas -su cara seria cambió por una suave.

-Lo sé, pero...

-Es notable. Tienes un humor de mierda, te irritas fácil y tienes demasiada hambre. Sé cuándo estás reglando -sacó su teléfono y miró a Ivy-. ¿Tampones o toallas?

-Tampones -desvió la mirada por un momento y luego la regresó para mantenerla en sus ojos-. Por favor.

-Ve a tu evaluación, te los llevaré cuando los tenga -vio en su teléfono una farmacia cerca de su universidad y marcó la ruta para irse-. Ivy -la llamó antes de marcharse-. No vuelvas a dudar en venir a mi primero.

Se quedó callada y sólo asintió. Lo vio irse en busca de lo que ella necesita. Vio su espalda y le agradeció al universo por esa hermosa vista.

Es el modo de cómo dice esas cosas lo que provoca una sensación de ambigüedad en Ivy. Así no era él cuando crecieron hasta que tuvo 16 años. Esa indiferencia ante situaciones, lo brusco y tajante que sonaba a veces. Zachary siempre fue con ella tan amable, tan cortés, incluso tímido en momentos. ¿Cómo alguien cambia tan de repente? Fue como remplazar a su amigo por un ser noble y ruin en constante conflicto para ver qué característica se adueñaba de su personalidad.

Vivian, la amiga desde preparatoria de Ivy, opinaba que el "precioso" de Zachary era un hombre, no un niño. Los hombres se comportan de esa manera. Imponían cuando estaban seguros de ellos mismos.

-Pero, no era así -Ivy sostenía la bolsa que Zach le dio tan solo 20 minutos después de su encuentro. Ella pensó que corrió a la velocidad de la luz o fue en auto, porque no demoró nada en traerle las cosas-. Tú lo conoces también.

Su amiga metió mano a la bolsa y sacó un chocolate.

-Un hombre piensa más allá de la situación. Este es un claro ejemplo -sujetó el chocolate y lo meneó ligeramente-. Sólo pediste tampones, ¿qué más trajo? -agarró la bolsa de plástico y la volteó para que todo saliera desparramado en su escritorio.

-¡Vivian! -gritó en un susurro.

-Esto no debería ser un tabú, ¿de acuerdo? -señaló todos los productos-. Tienes 18, vas a cumplir los 19 en dos meses. No eres virgen, así que no me vengas con la carta de pudor. Y, ¡oh, sorpresa! Tienes la regla -la tomó del hombro firmemente-. Que no te avergüence. Es algo natural y por desgracia, ninguna mujer se libra de esta maldición.

-No me da pena, pero no quiero que todo el mundo se entere que estoy sangrando, ¿de acuerdo? -intentó guardar todo de nuevo, pero Vivian la detuvo.

-El punto es, mi querida y hermosa Ivy -agarró el chocolate, tres tipos toalla femenina, la caja de tampones, unos parches calientes y un par de frascos de vitaminas-, esto es lo que hace un verdadero hombre. Solo pediste tampones y tu fabuloso hombre te armó un kit de supervivencia femenino.

-¿Y qué? Siempre hace esto. Le pido un chocolate y me trae cinco diferentes -cruzó los brazos en espera de una respuesta.

-Vamos Ivy, no eres estúpida nena -aún con los productos en las manos Vivian se acerca a su amiga-. Grábate en la cabeza que esto es lo que un hombre que te ama, hace.

-Me ama, pero no de la manera en la que piensas -antes de que Vivian pudiera abrir la boca, Ivy continuó-. Somos amigos, almas gemelas de forma amistosa y familia.

-Sí que eres un poco tonta, cariño -dejó todo en la mesa excepto el chocolate-. Dile a tu hombre que gracias.

Vivian sonrió ampliamente y se guardó el chocolate.

EamonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora