La confesión

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-¿Tuviste que matar a tus verdaderos padres?

Ivy estaba sentada en las escaleras escuchando atentamente la historia de su amigo. Zachary no tuvo más opción que confesar todo y tener la esperanza de que su adorada castaña se echara a correr de nuevo. En el fondo él quería contarle todo desde hace mucho, pero sabía que su nuevo nombre llevaba un gran peso para aquellos que lo supieran. Estaba nervioso, preocupado y aliviado, porque jamás pensó que el día en que le contara sobre su doble vida y propósito en esta, llegaría tan temprano. Ahora que Ivy tiene conocimiento de lo que hace, de sus aptitudes, de los sacrificios que hizo, de la lealtad que se comprometió a sujetar por el resto de su vida... ¿qué le pasará? Definitivamente tendrá que convocar con la corte celestial e infernal. Aunque nunca le especificaron que nadie debía saber su confusa identidad, tampoco mencionaron el hecho de que se podía exponer ante alguien del tercer mundo.

-Reprimí demasiado ese recuerdo que no recuerdo con claridad todo lo que pasó, pero sí -Zach dio un suspiro largo-. Tuve que eliminarlos. Fue mi prueba de lealtad.

-¿Hay más como tú?

-No que yo sepa. No hay más casos de interrupción -Zachary clavó su mirada en la de Ivy y vio su ceño fruncido-. Interrupción en el orden, no hay más casos como el mío.

Ivy asiente lentamente y fija su vista en el cuerpo delante de ella.

-¿No te duele cada vez que te...? -hizo un movimiento con sus manos apuntando el torso de Zach.

-No realmente.

Él se enoje de hombros y sabe perfectamente lo que Ivy está pensando. Lo quiere ver de nuevo en su estado mutado. No debería de mostrarle lo que el cielo y el infierno crearon de él, pero algo en su interior le ruega por dejarla ver su parte más vulnerable.

-¿Cómo haces para que los tatuajes no se vean? ¿Cómo haces que suceda tu mutación? -lo tomó de los hombros y deslizó sus pequeñas manos hasta sus brazos.

Mientras más pasa el tiempo, la memoria de Ivy empieza a iluminarla con más recuerdos y detalles sobre la fogata. Las imágenes de Zach como Eamon, su altura, el calor que emitía y la sensación tan sofocante de su aura vuelven a ella.

-Es como si despertara de un sueño profundo, así se siente. Simplemente despierta mi mente y sucede. Antes no lo podía controlar tan bien, era muy raro sentir mi espalda abrirse y mis hombros hacerse más anchos, pero ahora es natural, como si prendiera o apagara un enchufe.

Zachary se pone de pie y baja los escalones para estar estable en el piso.

-Sé que quieres verme de nuevo -señaló su cabeza con el dedo índice-, puedo ver lo que estás pensando, Ivy.

-No sé cómo sentirme al saber eso. ¿Cuántas veces haz leído mi mente? -por instinto, con sus brazos se abrazó ella misma al sentirse invadida.

-Trato de no entrometerme en tu mente, solo cuando pienso que es necesario. A veces es automático, no lo hago a propósito.

Zach se rascó la nuca con intenciones de dar más explicaciones, pero se detuvo al conocer lo que realmente quiere preguntarle.

-Sí -contestó con una connotación más seria-. He manipulado tu mente antes. No es la primera vez que te hago hipnosis -levantó la barbilla-. La otra vez funcionó perfectamente.

Ivy abrió los ojos como platos. Quedó atónita ante la confesión y arrogancia de Zach.

-¿Qué fue lo que me hiciste reprimir en mi memoria?

La voz de Ivy no sonó enojada, fue más como una súplica por saber sobre los recuerdos perdidos y guardados. Zach con el mentón hacia arriba no dejó de verla. Frunció el ceño y despacio bajó un poco la mirada. Negó con la cabeza y respiró hondo.

-No quieres saberlo.

-Sí quiero. Y sabes bien que sí quiero -Ivy se puso de pie, bajó dos escalones y quedó a solo uno para terminar a una altura razonable de Zach-. Estoy segura de que también puedes devolverme lo que hiciste que olvidara. Quiero saberlo, tengo derecho a recordad.

Ivy sujetó a Zachary de los hombros. El tacto de piel con piel le dio una carga eléctrica por todo su pequeño cuerpo. Tocarlo se sentía distinto. Nunca se había sentido intimidada por él, pero ahora con solo acercar sus manos a sus anchos y definidos hombros hizo que un sentimiento abrumador la dejara helada por un instante.

-Tengo mis barreras abajo, por eso sientes una presencia más fuerte -tomó las manos de Ivy y las puso en su pecho-. Aquí -dijo mirándola a los ojos-, es mi centro. Se siente con más fuerza mi energía.

Las manos de Ivy le temblaban y el cuerpo el hormigueaba. Era como si un golpe de calor se estuviera apoderando de ella; ese momento crítico de una crisis nerviosa en la que el cuerpo te avisa físicamente que hay un problema. Los músculos de Ivy se tensaron por un momento ante la gran fuerza que estaba experimentando.

-¿Quieres que te devuelva lo que te oculté? -la voz de Zachary se adentró en la mente de Ivy haciendo que los pequeños cabellos de la nuca se le erizaran- Tendrás que soportar estas sensaciones y más -acarició su mejilla izquierda-. ¿Estás dispuesta a...?

-Sí. Y lo sabes. Deja de dudar y hazlo -apretó su puño contra el pecho de él.

Zachary se acercó un poco a ella y pegó sus frentes para cerrar los ojos.

-Relájate y déjame entrar en tu mente.

Ivy relajó todo su cuerpo. La electricidad aumentó con fuerza brutal, haciendo que sus piernas perdieran fuerza, pero Zach la sostuvo y dando un suspiro la mantuvo de pie.

-Déjame entrar, Ivy. Te estás resistiendo.

-No estoy haciendo nada, no sé cómo puedo dejarte entrar...

-Despeja tu mente, solo escúchame. No pienses en nada. Te acostumbraras a todo si dejas de estar a la defensiva.

Se separó un poco e hizo que Ivy lo mirara. Tenía de nuevo sus ojos completamente negros con los destellos que a ella tanto le llaman la atención. Ivy poco a poco se percató que en sus hombros tenían los picos negros de hueso y que su cabello era de distintos colores, al igual que sus brazos tenían de nuevo los tatuajes en círculos negros y dorados. Le estaba permitiendo verlo otra vez.

-Zach...

Ivy lo acarició desde el pecho hasta los hombros para pasar sus manos sobre su espalda notando la piel cicatrizada a la altura de sus omóplatos.

-Ivy -la voz entró en la cabeza de la castaña.

Y con eso, Ivy quedó perdida en los ojos misteriosamente majestuosos de Zach mientras recordaba lo que él hizo que reprimiera. Las imágenes se presentaban en su mente como si de una película se tratara.

EamonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora