💚Dale un mordisco a mi piel de chica mala

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Autor: pandaperson

Summary: Pensaste que habías terminado, pero Daniela quiere más. Y lo que quiere, lo conseguirá.

Palabras: 1083

Te despiertas con el sonido de la suave lluvia golpeando las ventanas entreabiertas justo a la perfección

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Te despiertas con el sonido de la suave lluvia golpeando las ventanas entreabiertas justo a la perfección.

Una brisa fría baña tu cuerpo exhausto, desnudo, dolorido y marcado.

Tus ojos se abren para encontrar la oscuridad de las habitaciones de Daniela y las ventanas, iluminadas por las farolas rurales del pueblo.

Se puede escuchar el viento jugar con las hojas afuera, susurrar con la suave caricia del aire.

Antes de que puedas siquiera preguntarte dónde está, tus ojos la encuentran.

Apoyada en su escritorio, el escritorio opuesto a la cama en la que te dejó, con una copa de, supones, vino tinto en la mano.

Tan pronto como la miras, ella te mira directamente, entrecerrada.

¿Aún no está satisfecha?

Su mirada te desnuda, aunque ya estés completamente desnuda.

Comenzando con el vestido que te quitó a toda prisa, buscando a tientas alrededor de tu cintura, luego tu sostén, recuerdas claramente que te golpeó contra una mesa mientras saboreaba con avidez suaves montículos de carne, hasta tu ropa interior, la que ella había comenzado a comerte, con la lengua metiéndose en la tela empapada y los labios envolviendo tu clítoris vestido.

La miras mientras te estremeces.

Ahora lo entiendes.

Todavía no puedes tener suficiente.

—Dani...

Susurras, y en el momento en que abres la boca, el sello sagrado de las miradas silenciosas se rompe, mientras ella deja lentamente su copa de vino después de tomar un sorbo más.

Se acerca a ti como un tigre a su presa, lenta, calculada, con la mirada fija en la tuya mientras pone un pie delante del otro.

La bata que se había puesto, una alternativa más informal a su capa habitual, no hace nada para disfrazar su forma desnuda, sus senos flexibles sobresaliendo de la tela con pezones endurecidos.

Su tonificado estómago se contrae mientras reprime un escalofrío, y tú exhalas temblorosamente ante eso.

Sin decir una palabra, se detiene frente a ti.

Su cabello, que normalmente brilla intensamente de un rojo intenso a la luz del sol, ahora es mucho más siniestro, rizado en las puntas, oscurecido por la noche que te envuelve.

Hay tanto silencio.

Tranquilo.

Ella no necesita decir nada para decirte lo que quiere, así que te sientas, sin romper el contacto visual, mientras le das un cansado beso en el abdomen.

Dorință si Sânge || Hijas DimitrescuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora