Día 14: Un Momento de Vulnerabilidad

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La luna se alzaba armoniosa en el profundo manto azul del cielo nocturno, las estrellas brillaban como nunca y la suave caricia de la tranquilidad los recibía a ambos, como cada que compartían tiempo juntos.

—Debo admitir que esto superó cualquiera de mis expectativas. No creí que la vista desde aquí fuera tan impresionante. —El de cabellos rubí hizo incapié en la hermosa escena que presenciaban desde el techo del restaurante propiedad de su compañía. Sentados en unas añosas sillas de exterior, bebían algo de cerveza y conversaban a gusto como único plan para esa noche; relajarse y disfrutar. 

—Conozco cada esquina de este restaurante como si fuera una extensión más de mi cuerpo. —El más alto alzó su lata para beber las últimas gotas de la misma. 

—Me doy cuenta, solo tú podrías saber que aquí el anochecer es magnífico. —Respondió el contrario con una sonrisa, a la vez que se estiraba un poco para alcanzar otra lata de la heladora y pasársela al más alto. 

—Así es, pero pasé demasiado tiempo viéndolo sólo, ahora es diferente. —Tomó la bebida, no sin antes dedicarle una mirada especial, Colt se la sostuvo, sintiendo una cálida sensación alojarse en su vientre.

—¿Diferente para bien? —Interrogó a modo de juego, estaba más que claro a qué se refería, pero amaba molestarlo con obviedades.

—Si. —Bull rodó los ojos sonriente y abrió la cerveza.

—Jamás habría imaginado que existía un lado dulce tras toda esa personalidad de maleante. —Colt igualmente acabó su bebida pero, conociéndose, decidió que con eso tendría suficiente.

—Bueno, no soy tan transparente como tú. —Replicó sin mirarlo mientras daba un largo sorbo.

—No lo niego, pero de todas formas me gusta. —Acomodó su reposera un poco más cerca de Bull, quien le devolvió una mirada confundida.

—¿El qué? —Tenía una idea, pero quería oírlo de él.

—Tú. —Contestó con sencillez, a la vez que aprovechaba la proximidad entre ambos para reposar su cabeza en el hombro ajeno. Bull sonrió y dejó la lata a un lado para colocarse en una posición que les resultara más cómoda.

La pareja se dedicó a observar el paisaje nocturno en silencio por unos largos y reconfortantes minutos, a estas alturas, no necesitaban estar haciendo o diciendo algo en particular para pasarla bien, de hecho, les bastaba y sobraba con la mera compañía del otro. Muchos meses habían pasado desde que su espontánea relación dio comienzo, o al menos eso calculaban, puesto que no hubo un momento exacto en que tuvieran control de lo que ocurría entre ellos, ninguno de los dos esperaba que todo esto se desarrollara de la forma en que lo hizo, pero no podían estar más agradecidos con el producto de todos esos eventos, que terminaron por unirlos y los seguirían uniendo cada día más. Bull, inmerso en la comodidad del ambiente, sintió la necesidad de demostrarle a su compañero que valoraba mucho todo lo él era y hacía por él, pero simplemente decírselo no le parecía suficiente. Luego de meditarlo durante unos segundos, llegó a la conclusión de que quizá darse a conocer un poco más sería adecuado, después de todo, aún había muchas cosas que desconocían del otro.

—Mi tío fue quien me mostró este lugar cuando era niño. —Su profunda voz interrumpió la mudes de antes, llamando la atención del pelirrojo por ese curioso dato que acababa de revelar.

—¿Te refieres al padre de Bibi? —Indagó a esperas de que continuara, puesto que aquello no parecía haberse mencionado como un dato al azar.

—Si, era el dueño original del restaurante, teníamos una muy buena relación, él estaba seguro de que Bibi y yo heredaríamos todo esto algún día, por lo que se tomó el tiempo de mostrarme cada sector y enseñarme todo lo que sabía, además de ser un negocio, también era nuestro hogar. —Bull miraba el cielo sin verlo realmente mientras hablaba, con una expresión nostálgica y casi melancólica en su rostro, Colt estaba muy atento tanto de sus palabras como de aquellos gestos; dubitativo, volvió a preguntar.

—¿Cómo era la relación con tus padres? —En el fondo temía estar metiéndose donde no le correspondía, pero debido a que el más alto fue quien había tomado la iniciativa de contarle un poco más de su pasado, pensó que si quería saber algo, esta era la ocasión.

—No era mala, pero ellos trabajaban día y noche, casi nunca estaban en casa y no podían hacerse cargo de mi, por eso me llevaron a vivir con mi tíos. De todas formas, no les guardo rencor, sé que todo lo que hacían, lo hacían por mi bien. —El azabache agachó la cabeza y suspiró rezagado, tenía tiempo que no hablaba de su familia. El sheriff lo miró comprendiendo el sentimiento que le transmitía su relato y lentamente acercó su mano hasta la contraria, entrelazando sus dedos con firmeza.

—¿Los extrañas? —Devolvió su vista a las estrellas, como dándole privacidad de responder sin sentirse vigilado, Bull pensó un poco sobre aquella pregunta, apretando el agarre de sus manos.

—Más que extrañarlos, me hubiera gustado conocerlos un poco más antes de que se fueran. —A pesar del tiempo transcurrido, aun recordaba con claridad los eventos de esa noche en que perdió a la mayoría de personas que más quiso en su vida, esas imágenes atravesaban su mente en ocasiones, trayéndole un sentimiento amargo al corazón. Jamás habría permitido que ese evento fatal lo derrotara, era un hombre que se fortaleció muchísimo tanto en cuerpo como en mente a lo largo de los años, pero eso no le impedía sentirse vulnerable a veces, más aun cuando la persona que lo acompañaba le daba la seguridad que nunca supo que necesitaba para lograr sentirse pleno. —Todo fue demasiado rápido, jamás pude tener una conversación con ellos como la que tengo ahora contigo. Es complicado, sé que me amaban pero nunca pudieron mostrármelo, ni yo a ellos. 

Colt sintió su garganta apretada al notar como la oscura mirada del contrario se cristalizaba al terminar de decir lo último, él no era el más indicado para manejar situaciones emotivas, pero no era necesario que lo fuera, después de todo se trataba de nada más y nada menos que la persona que amaba, no tenía que saber cómo reaccionar, solo debía hacer lo que sintiera mejor.

Sin soltarle, dirigió su otra mano hasta el rostro del más alto, quien no lo rechazó, pero tampoco evitó que sus ojos se cerraran abruptamente ante el contacto, no esperaba que aquella conversación llegara tan lejos, pero no se sentía incómodo, al contrario, sentía que estaba justo donde debía y quería estar. 

—El que ahora estés aquí y te hayas convertido en la persona que eres es la mayor demostración de amor que podrías haberles dado, no cabe duda de que si trabajaron tanto por ti, estarían felices de ver en dónde estás ahora. —El azabache abrió sus ojos para encontrar los hermosos luceros del contrario, quien le transmitía tanta paz y calidez como sólo él podía hacerlo con el suave tacto de sus manos. —Tu forma de amar es tan especial y fuerte como lo eres tú, no sé cómo lo haces, no sé cómo logras hacerme sentir todo esto por ti, pero por favor nunca te detengas. Amo todo lo que fuiste, lo que eres, y lo que serás. 

El único momento en que sus manos se soltaron fue para rodearse en un cálido abrazo que culminó con un beso suave, tierno y especial. Aquella noche en ese techo, con la brisa de verano contemplándolos amarse, se besaron como nunca antes, y dijeron muchísimas cosas sin siquiera emitir palabra, no tenían que, tan solo con el latir de sus corazones acompasados sabían todo lo que tenían que saber. Ninguno de los dos creyó llegar a sentir tanto por alguien alguna vez en sus vidas como lo hacían ahora, ni creían que pudiesen volver a sentir algo parecido por nadie más. En ese instante, sólo ellos existían, ellos y sus profundos deseos de tenerse por siempre.

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30 Days (BullxColt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora