Día 23: Discutiendo

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La jornada de aquel día apenas comenzaba con un caso bastante particular. Era una de esas ocasiones en las que Bull visitaba a los muchachos en la comisaría, pero temprano en la mañana hubo un llamado desde el Pantáno del Amor para denunciar un robo. Shelly y Colt debían ir a tomar la denuncia personalmente, pero el azabache se ofreció a ir en lugar de la muchacha, quien aceptó gustosa. Los dos hombres fueron hacia allá cada uno en sus respectivas motocicletas, y al llegar, Willow y Angelo les dieron la bienvenida.

—¡Al fin llegan!, estuvimos esperando quince minutos, ¡el ladrón ya debe estar en otro continente! —La pelinegra se quejó ácida, por lo que Colt tuvo que contener a Bull para que no dijera nada agresivo en respuesta.

—Lamentamos la tardanza, cuéntenos los detalles. —El sheriff sacó una pequeña libreta y un bolígrafo de su bolsillo para comenzar a anotar la información que le brindaran.

—¡Fue terrible cariño! Estaba de los más tranquilo regando mis caléndulas, ¡y de un momento a otro, mi arco ya no estaba! —Angelo describía la situación de forma melodramática, ante la conmovida mirada de su compañera.

—¿Dónde lo dejaste exactamente? —Interrogó mientras escribía algunas cosas.

—Ven cielo, te mostraré. —El mosquito voló hasta quedar a su lado y lo tomó por los hombros con ambas manos para llevarlo hasta la escena del crimen. Ambos fueron seguidos por Willow y Bull, éste último miraba al muchacho alado con desconfianza. Una vez allí, Angelo se dedicó a describir toda la situación con gestos exagerados. La escena era observaba por los dos presentes restantes un par de metros atrás. El más alto vigilaba seriamente los leves tocamientos que cierto peliverde tenía con su pareja. Willow, a su lado, notó su expresión molesta, lo que la hizo esbozar una sonrisa divertida.

—Vaya vaya... Quién diría que un ex-convicto terminaría saliendo con el sheriff de la ciudad. —El comentario de la muchacha lo sacó de sus casillas y pasó su mirada irritada hacia ella.

—¿Y tú que sabes? —Habló con desagrado, cuanto más tiempo pasaba allí peor le caían esos dos.

—Oh por favor grandulón, nosotros sabemos todo sobre todos en este diminuto pueblo. Nadie se nos escapa. —Le aclaró con mucha confianza, a lo que él gruñó y siguió viendo la escena. —Y dime, ¿las cosas van bien? Eso es lo que parece. —La chica miró en la misma dirección, pretendiendo iniciar una conversación.

—Si... —Respondió sinceramente, aunque algo desconcentrado por la inminente cercanía que Angelo estaba teniendo con Colt.

—Oh, eso es genial, aunque si fuera tú, sería precavida. —Le advirtió sin quitar su expresión juguetona.

—¿A qué te refieres? —Volteó a verla serio.

—¿Ves hacia allá? —Le indicó para que regresara la mirada a donde la tenía, apuntando concretamente a cómo el mosquito apoyaba su mentón en el hombro del pelirrojo viendo lo que éste escribía con atención. —Resulta que a Angelo le gustan los chicos comprometidos.

—¿Qué? —Al oír aquello, sintió una furia helada subírsele por la espalda.

—¡Lo sé! ¡Yo me esfuerzo tanto por formar parejas en el pantáno, pero a él solo le gustan las personas emparejadas! Ow... Recuerdo la bonita relación que tenían Poco y Piper, ¿quién creés que se metió entre esos dos? —No necesitó oír más, ese pequeño dato junto con el ejemplo y sumado al confianzudo abrazo que el peliverde estaba dándole al sheriff por seguramente haber terminado de concretar la denuncia, fueron más que suficientes para hacerlo caminar hasta ellos y tomar a su novio del brazo.

—¿Qué ocurre? —El pelirrojo cuestionó ante el contacto, pero más que nada por la expresión de profundo enojo que marcaba el rostro del más alto.

—Acompañame un momento. —Sin esperar respuesta, prácticamente lo arrastró a un punto apartado de los otros dos para hablar a solas a con él.

—¿Bull?, ¿está todo bien? —Preguntó preocupado, aquel semblante no era habitual en Bull.

—No, ¿por qué dejas que ese tipo se te acerque así? —Lo miró severo.

—¿Cómo dices? —Se sintió muy confundido por la pregunta.

—Dejabas que te tocara y te abrazara como si nada, es un completo extraño para ti. —Sus facciones estaban tensas, y cruzó los brazos con sumo enfado.

—Oye, ya tiene tiempo que Angelo está aquí, lo he visto actuar así con todo el mundo, es sólo su forma de ser. —Intentó restarle importancia con una media sonrisa y un gesto de mano, pero eso no sería suficiente para aplacar el mal humor de su pareja.

—¿Y lo dejarás revolotear sobre ti sólo porque lo hace con todos? —Levantó una ceja, preguntando prepotente.

—¿Qué te sucede? Estás actuando muy extraño. —Colt no conseguía entender a qué iba todo eso, ¿acaso estaba haciéndole una escena de celos?

—Extraño es que tengas a un idiota con claras segundas intenciones encima y lo tomes como algo normal. —Su ímpetu parecía ir de mal en peor.

—¿Pero de qué hablas? ¿Segundas intenciones? No te entiendo para nada. —Se frotó la cien, no se sentía cómodo discutiendo frente a otros, y mucho menos porque ellos casi nunca discutían.

—¡No te hagas el tonto! —Colt alzó su mirada, ahora también enojado.

—¡Ey! No me alces la voz, te oigo perfectamente. —Lo reprendió, si no soportaba pelear, menos soportaba que le grite.

—Quizá me oigas, pero no estás prestándome atención. Ese idiota quiere algo contigo y se nota, deja de intentar justificarlo. —Bull se acercó a él pero a diferencia de otras veces, el contrario dio un paso atrás.

—No estoy justificando nada, tú eres el que está haciendo un gran problema por algo insignificante. —Posó las manos en su cintura, no veía la hora de terminar con este problema.

—A mi no me parece insignificante que no te importe el que alguien te coquetee. —El más alto lo apuntó con su índice y entrecerró los ojos en un intento de intimidarlo, lo cual fue el colmo para Colt.

—¿Coquetearme?, ¡estás loco! Bull, ya para con esto, ¿a qué quieres llegar? —Alzó levemente su voz también, no quería llegar a ese punto, pero su paciencia se estaba agotando.

—Bien, sigue dejando que cualquiera te toque como se te plazca. Me largo. —Dicho esto, Bull se dio media vuelta y con una fría última mirada, caminó en dirección a la salida.

—¡Bull! ¡¿Qué demonios te pasa?! —No lo siguió, pero le gritó una vez más mientras se alejaba de él.

—¡Eso mismo te pregunto yo a ti! —Finalmente, el azabache desapareció del lugar, dejándolo a solas con una desagradable sensación de enojo y vacío en la boca de su estómago. Suspiró pesadamente, llevándose la mano al rostro con angustia, jamás habían discutido tan fuerte y por un problema de ese estilo, nunca creyó que Bull pudiese llegar a ser así de celoso hasta ahora, ¿en verdad le había dado tanta confianza al peliverde?, ¿o sólo su pareja estaba exagerando demasiado? Sea lo que fuese, todo quedó del asco, y se sentía ansioso porque aquello se resolviera rápidamente. Estaba enojado, pero eso no quitaba el hecho de que esa sensación incómoda en su pecho no se iría a menos que arreglara las cosas con su novio.

A lo lejos, Willow y Angelo discretamente habían presenciado toda la pelea y parecían dos niños viendo su programa favorito.

—¡Dios mío amiga!, si que hiciste rabiar a ese toro. —Le dio unos toques con el codo.

—Sabes que adoro sacar de quicio a los demás. Entonces, ¿si irás a por el sheriff? —Preguntó curiosa entre risas.

—Nah, lo seduje con mis mejores movimientos y ni siquiera pestañeó, es tan fiel que aburre. —Sacó la lengua en gesto de desagrado y suspiró resignado. Aprovechó que el sheriff aún no regresaba para tomar de un viejo cofre decorativo cierto objeto de su propiedad. —¡Oh sheriff, encontré mi otro arco! ¡Ya no es necesaria la denuncia, pero gracias por su atención!

El mosquito agitó el objeto delante del pelirrojo, quien se rascó la nuca intentando reunir paciencia de donde no había para despedirse formalmente y retirarse de allí cuanto antes. Al único que quería ver ahora era a Bull.

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30 Days (BullxColt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora