Día 27: Haciendo una Broma

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El clima de media tarde era cálido y agradable, por lo que Colt decidió disfrutar del viaje en su moto a una velocidad moderada sin llevar casco, para disfrutar el viento suave con aroma floral en el aire. Iba en camino al restaurante para reunirse con su pareja, planeaba sorprenderlo con un par de entradas para ver una película juntos. 

Cuando se detuvo bajo el semáforo en verde, su celular sonó, y lo habría ignorado si no fuera porque vio que se trataba de Bull. Atendió rápidamente, esperado que nadie lo viera usando el celular mientras manejaba.

—Buenas tardes caballero, le informo que me encuentro conduciendo el dirección a su residencia, mantenga su comunicado breve ya que me está obligando a cometer una infracción. —Elaboró una respuesta formal en tono de broma, consiguiendo oír una risilla del otro lado de la llamada. 

—Justo quería preguntarte si estabas libre, ¿tienes algo en mente? —Interrogó feliz de saber que vendría.

—Cuando llegue lo verás, sólo diré que te alistes para salir. —Le quedaba poco al semáforo para cambiar a rojo. 

—Ya veo, entonces te esp... —La voz de su pareja fue interrumpida por el chillido de cierta mascota, seguido de un grito desgarrador. -¡Aaagh! ¡Maldición, Sartén! —No era extraño que ese gato fuera violento con su dueño y solía hasta causarle gracia, pero el tono de esa queja fue alarmante. 

—¿Qué pasó? -Preguntó, los autos avanzaron, pero él se acercó a la acera para detenerse y escuchar con claridad. 

-Dios... ah... maldito gato, debo colgar, lo siento... ¡ngh! -La llamada concluyó luego de oír su voz temblorosa y adolorida. Colt no pudo evitar pensar que lo que sea que le haya hecho debió ser bastante malo para que su voz se quebrara de esa forma. Los peores escenarios vinieron a su mente, impulsado por su instinto sobreprotector, se colocó el casco torpemente y aceleró a fondo, debía cerciorarse de que su amado estaba bien.

Al llegar, aparcó y arrojó el casco a un lado del vehículo, entrando a toda prisa. Bibi y Crow, quienes atendían el restaurante con normalidad, lo vieron extrañados por su agitado actuar. El sheriff los saludó brevemente y fue directo a la parte trasera, donde estaba la habitación de Bull. Una vez en el pasillo, vio que la puerta del baño estaba abierta con la luz encendida, caminó a paso acelerado hasta allí, encontrándose una escena preocupante.

El azabache estaba frente al lavabo frunciendo el ceño, y con su mano se cubría la nariz. Ambos se miraron confundidos, Colt se acercó hasta él y su angustia aumentó al ver abundantes manchas de un espeso líquido rojo sobre el lavamanos.

—¿Estás bien?, ¿qué sucedió? —Observó su cara con atención, en su mano también había esa misma sustancia. El más alto suspiró adolorido, sin descubrir su rostro.

—Intentaba quitar a Sartén de encima de mi ropa, pero me saltó encima y... —No terminó su oración, en su lugar, con su otra mano le enseñó su característico piercing dorado que siempre llevaba en la nariz, manchado de carmesí igualmente. El rostro de Colt empalideció, no necesitó que dijera algo más para llegar a la evidente conclusión de que el bendito gato le había arrancado la argolla con sus garras, y por el tamaño de la misma, el daño no podía ser leve.

—¡Santo Dios!, déjame verte. —Intentó apartar la mano del contrario para ver qué tan mala era su herida, pero éste no se lo permitió.

—Espera... Es muy doloroso. —Se echó para atrás, cerrando los parpados con fuerza. Colt no sabía qué hacer.

—Lo sé, no puedo ni imaginar cómo debe sentirse eso. —Acarició su espalda, pensando en una posible solución, mientras que Bull se recargaba sobre el lavabo, quejándose seguramente del punzante dolor que se extendía por todo su rostro.

—Ah dios..., es demasiada sangre... —Movió un poco su mano y un abundante hilo de sangre bajó de la misma hacia el lavamanos. El pelirrojo se alteró ante esa imagen, ¿qué tan malo fue el daño como para hacerlo perder tanta cantidad de sangre?

—Cielos Bull, por favor, aparta tu mano. —Intentó revisar su nariz de nuevo pero Bull volvió a apartarse renuente.

—No quiero que veas, es espantoso... —Confesó afligido, a Colt le estaba por dar un ataque de nervios, no podía creer que un piercing arrancado fuera tan grave.

—¡Entonces hay que llevarte al hospital! —Su angustia se hizo evidente, no quería perder la calma porque eso solo empeoraría la situación, pero sus sentimientos debilitaban su capacidad para mantener la compostura cuando se trataba de su pareja.

—Oh no... —El contrario cerró sus ojos y se tambaleó hacia atrás, terminó sentado en el borde de la bañera para evitar caer al suelo, quizá la perdida de aquel líquido vital había sido demasiada. —Creo que me voy a desmayar...

—¡Bull! —Lo sostuvo por los hombros, sus manos temblaban, debía hacer algo rápido antes de que todo fuera a peor. No obstante, cuando estuvo a punto de tomar su celular para llamar una ambulancia, la sonora risa del más alto lo detuvo. Confundido, volteó a ver como su desorientado y adolorido semblante se había esfumado por completo, dejando en su lugar una sonrisa amplia junto a una mirada de suma picardía. —¿Bull...?

—Deberías ver tu cara, es lo mejor del mundo. —Por fin, el mencionado descubrió su rostro, el cual no parecía tener daños visibles más allá de unas pocas gotas de sangre por su nariz y mejillas. Su risa sólo fue en aumento a medida que observaba la expresión entre asustada y perdida de su pareja.

—¿De qué te ríes? —Preguntó, sin tener la menor idea de lo que estaba pasando. El contrario, sin decir nada, le mostró un pequeño paquete plástico color carmín que yacía en su mano, aquella que anteriormente cubría su nariz. Colt lo miró con atención, y al darse cuenta de lo que era, demudó su rostro extrañado a uno de completo enojo. —¡¿Sangre falsa?!

—Bibi me la obsequió en mi cumpleaños, es muy realista, ¿verdad? —Sonriente, limpió los rastros de sangre falsa que se quedaron en su rostro.

—¡Idiota! ¡¿Entonces todo era solo una broma?! —Se levantó para mirarlo desde de arriba con los brazos sobre su cintura, en gesto de reproche. Toda la preocupación de antes fue sustituida por una gran indignación.

—Lo siento bomboncito, pero tuve la idea y moría de ganas por ver tu reacción. Sartén no llegó a herirme, aunque si lo intentó. —Le explicó, orgulloso de su cometido, a la vez que colocaba el piercing de vuelta a su lugar. 

—¡Idiota!, ¡crucé tres semáforos en verde para llegar aquí cuanto antes! —Siguió reclamándole, avergonzado por haberse dejado engañar de esa forma.

—Oye, al principio mi plan era enviarte una foto, pero cuando dijiste que venías en camino, hubo cambios de último momento. —Se levantó del borde de la bañera. A pesar de los meses saliendo y compartiendo juntos, nunca dejó de disfrutar hacerlo enfadar, es que todas sus expresiones eran hermosas, y él las amaba a todas.

—Yo mismo me encargaré de arrancártelo en serio. —Con un movimiento rápido, sostuvo la argolla dorada que guindaba de su nariz, y el contrario puso una cara de profundo terror.

—¡Alto, alto!, al menos espera hasta después de la boda para comenzar con la violencia doméstica. —Siguió molestándolo, a pesar de la delicada posición en la que se encontraba. Colt suspiró hastiado y lo soltó sin más, dándole la espalda.

—Eres un imbécil, te confiscaré esa cosa si vuelves a usarla conmigo. —No estaba realmente enojado, inclusive en el fondo había encontrado la broma divertida también, pero tenía que mantener algo de orgullo luego de la escena de pánico que le hizo armar. Sintió unos brazos que lo rodeaban por detrás y un suave beso en su mejilla.

—Te amo, eres muy lindo cuando te preocupas por mi. —Reposó su mentón sobre el hombro ajeno con una sonrisa relajada. Poco después, el sheriff se tranquilizó igualmente y correspondió el abrazo. Ese tipo estaba demente, pero lo amaba más que a nada en el mundo, y lo seguiría amando sin importar qué.

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30 Days (BullxColt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora