Día 16: Rutina de las Mañanas

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Los cálidos rayos del sol comenzaban a colarse a través de las cortinas de su habitación, apuntándole justo en el rostro. Somnoliento y entre quejas, se removió en su cama buscando comodidad. Con su brazo pudo sentir el calor de una piel ajena, aun sin abrir sus párpados sabía exactamente quién se encontraba a su lado, lo que le provocó una boba sonrisa. No tardó en acurrucarse más cerca de aquel fornido cuerpo cuyo dulce aroma se había apoderado de sus sábanas, la suavidad del colchón no se comparaba a la tersura de sus brazos musculados. Decidió abrir un poco los ojos para espiar la bella imagen del rostro durmiente de Bull, con sus facciones relajadas y la boca levemente abierta, emitiendo algunos ronquidos que lejos de molestarle, lo enternecían. 

Los recuerdos de la noche anterior comenzaban a llegar con claridad a su mente. Luego de una pesada jornada laboral para ambos, se reunieron en su apartamento con la intención de pasar algo de tiempo juntos a pesar del cansancio. Prepararon una cena que disfrutaron enormemente y al acabar se recostaron en el sofá a ver una película, pero la fatiga le ganó al sheriff a mitad de la misma, supuso que el pelinegro se había encargado de llevarlo hasta su cama, donde se recostaría también para dormir a su lado. Suspiró conmovido por la situación, no recordaba haberse sentido tan cómodo en ese mismo lecho antes, tampoco era la primera vez que dormían juntos, pero cada oportunidad que tenía de amanecer junto a él era inclusive mejor que la anterior. 

Se aventuró a depositar unas sutiles caricias en su pecho, no quería despertarlo pues sabía que si seguía durmiendo, es porque aún le faltaba descanso del día anterior. Ambos se habían duchado antes de cenar y Colt se ofreció a prestarle ropa, lo cual fue difícil debido a la evidente diferencia de talles. La camisa más grande que tenía le quedaba ajustada, pero no encontró nada mejor, podía apreciarse la tela tensarse sobre sus pectorales, al igual que las bermudas negras que le consiguió; las mismas le iban más holgadas pero luego de una noche de sueño sus prendas estabas bastante desarreglada, dejando ver parte de su marcado vientre, adornado por una línea de vellos azabache que se perdían en el borde del pantalón.

Analizando a su compañero tan detenidamente terminó por perder el sueño y despertarse por completo, aunque no fue lo único que despertó con aquellas vistas. Decidió que lo mejor sería levantarse a preparar un buen desayuno para él y Bull en lo que éste último amanecía. Cuidadosamente se levantó del lecho, dedicándole una última mirada enamorada antes de salir de la habitación en dirección a la cocina. Colocó agua a calentar para el café, y cortó algo de pan para hacer unas abundantes tostadas, el más alto solía levantarse con un gran apetito. Una vez tuvo todo listo, entró al baño para hacer su típica rutina mañanera de cuidados de la piel, un atractivo tan fino como el suyo no era solo un obsequio del destino. Luego de cepillar sus dientes, se lavó el rostro y aplicó unas cuantas cremas con sumo cuidado de no desperdiciar, aquellos productos eran caros. Al darse un vistazo por el espejo, notó sus cejas algo desprolijas, así que tomó un par de pinzas de depilar del cajón del lavamanos y se dispuso a retirar aquellos molestos vellos extra, pero fue justo en ese momento que la puerta del baño se abrió, y a través del reflejo pudo admirar la deleitante imagen de un recién despertado Bull, desarreglado, despeinado, tallando sus ojos y estirando el borde de su camisa, que por su reducido tamaño se le enrollaba hacia arriba. 

—Buenos días, bello durmiente. —Saludó Colt con una amplia sonrisa ante las bellas vistas que obtuvo gracias a él.

—Buenos días, princeso, ¿arreglándote para mi? —Se acercó hasta quedar a su lado para abrir el grifo y lavarse la cara.

—Para ambos, de hecho, ¿y no sabes tocar?, podría haber estado haciendo mis necesidades... —Continuó con su tarea de perfilar sus cejas mientras hablaba.

—¿Y? —Con su rostro empapado, lo miró de reojo.

—Ya qué ... —Tomó una toalla y se la pasó. —¿Te desperté con el ruido de la cocina?

—Para nada, me desperté cuando sentí el olor del café, ojalá pudiera amanecer así cada día. —Se secó y a continuación tomó su cepillo, el cual había comprado especialmente para dejar en la casa de Colt.

—Lo mismo digo, y deberías usar un talle menos más seguido. —El pelirrojo aprovechó para darle otro vistazo a la figura del contrario, y mordió su labio con una mirada fogosa.

—Eres un pervertido, tan sólo me quieres por mi cuerpo. —Pronunció con dificultad debido al cepillo en su boca, forzando una actitud ofendida ante ese comentario.

—No es cierto, también te quiero por tu rostro. —Se rio al verlo fruncir el ceño, terminando con sus cejas para por fin darle el toque final a su rutina. Del mismo cajón donde guardó las pinzas, sacó un pequeño cilindro plástico color durazno, Bull miraba sus movimientos sin emitir palabras, sorprendiéndose al darse cuenta de lo que era.

—¿Usas labial? —Acabó de cepillarse y lo interrogó antes de proceder a enjuagarse.

—¡No es labial!, es bálsamo, sirve para la sequedad de los labios. —Colt le lanzó una mirada fulminante a la vez que extendía aquella barrita con aroma frutal y la posaba sobre su comisura. Bull lo observó atentamente aplicarse el producto, lo que despertó en él cierto placer por lo refinado y hermoso que se veía realizando ese acto. Una vez colócalo el bálsamo, frotó sus labios para extenderlo mejor y el azabache sintió mucha curiosidad al respecto.

—¿Me permites un poco? —El pelirrojo volteó a verlo directamente con gran sorpresa, no se esperaba aquella pregunta para nada, pero tampoco estaría dispuesto a negarse, de hecho, le parecía tiendo que el contrario se interesara en esas cosas al igual que él.

—¡Claro!, aquí tie... —No alcanzó a terminar la frase cuando de pronto la boca del más alto poseyó la suya propia con fervor. El impulso fue tal que incluso su espalda terminó chocando contra la pared del baño más cercana. Aquel arrebato lo tomó desprevenido, pero luego de unos segundos cedió el control de la situación a Bull, quien se deleitaba enormemente con el sabor de sus labios junto a la cremosa textura del bálsamo frutal en ellos, comenzó a degustarlo con su lengua y dientes, lo que le sonsacó dulces sonidos al pelirrojo.

La cintura del más bajo era aprisionada por un par de manos que lo tocaban y apretaban de formas indebidas, incluso en su parte trasera, incluso en su entrepierna. Él no quiso quedarse atrás y se atrevió a adentrar sus manos bajo la ajustaba prenda prestada, delineando con sus dedos sus definidos músculos, lo que hizo suspirar al azabache en medio del beso. El humectante había sido completamente consumido por sus lenguas ansiosas, las cuales se acariciaban con pasión buscando adueñarse de la boca del otro. Al cabo de unos minutos, Bull dio final a esa intensa sesión de besos para mirarlo agitado y relamerse los labios sonriendo amplio.

—Gracias. —Se separó de él y tomando su mano, se dio la vuelta dispuesto a salir del baño. —Vamos a desayunar, muero de hambre.

Colt, aun algo mareado por lo anterior, lo siguió torpemente, notando que el bálsamo le había sido removido casi por completo; suspiró, tendría que aplicarse más luego, ahora sólo debía concentrarse en calmar sus ganas de ese hombre para poder continuar con su bella mañana. Habían muchas cosas que quería hacer con él, impulsadas por ese gran deseo que sentían el uno por el otro, pero no, aún no era el momento, no estaban preparados para llegar tan lejos. Tarde o temprano se amarían como nunca, en cuerpo y alma.

—Idiota... —Dijo entre risas, solo Dios y él sabían cuanto amaba a ese maldito desgraciado.

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30 Days (BullxColt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora